Aborto: una madrugada cargada de tensión, pero sin la crispación de 2018
No fue aquella sesión febril de 2018, cuando los votos se contaban de a uno en una carrera desenfrenada y agónica entre "verdes" y "celestes". En esta segunda oportunidad el debate, que culminó en la Cámara de Diputados con un nuevo veredicto a favor de la legalización del aborto, transcurrió sereno y respetuoso, lejos de aquel clima crispado de hace dos años. Sin embargo, la grieta entre los detractores y los impulsores de la iniciativa se mantiene incólume.
Será el Senado, conducido por la vicepresidenta Cristina Kirchner, el que dará el pronunciamiento final. Lo hará antes de fin de año, confían en el oficialismo. Miles de interrogantes se abren ahora sobre el derrotero de la media sanción aprobada por Cámara de Diputados. ¿Se mantendrá el Senado como el inexpugnable bastión celeste, como lo fue en 2018? ¿Cristina Kirchner se cargará el proyecto al hombro para facilitar la sanción de una ley que, para Alberto Fernández, significará el único trofeo genuino que podrá alzar tras un primer año de gestión sombría marcada por la crisis?
Alberto Fernández podrá festejar por unos días, pero en definitiva el Senado será el que marcará la suerte de la ley. En la Cámara de Diputados el resultado era el esperado; Sergio Massa, el presidente del cuerpo, suspiró aliviado al finalizar la sesión: pese a la carga de expectativas que recaían sobre el debate, la sesión transcurrió sin sobresaltos. Muy distinta a aquel recordado y mítico debate de 2018, un debate no apto para cardíacos en el que solo al final, cuando el tablero de votación marcó un resultado agónico de 129 votos a favor frente a 125 en contra, los diputados "verdes" pudieron festejar.
¿Qué cambió en estos dos últimos años? Hubo dos factores que marcaron el cambio de clima. En primer lugar, el tabú sobre el aborto ya estaba roto. En 2018, cuando la iniciativa se instaló por primera vez, las posiciones se enfrentaron visceralmente hasta dividir no solo a la sociedad y a las familias argentinas; puertas adentro del Congreso los bloques, divididos entre celestes y verdes, se desangraron en heridas internas que tardaron tiempo en suturar.
Tras aquella experiencia traumática, los legisladores decidieron darle celeridad a este segundo debate con el argumento de que las posiciones, a favor y en contra, ya estaban sobre la mesa y eran harto conocidas. Otra causa que amainó el clima de confrontación fue el enfoque que le dio el Gobierno al debate: lo planteó como un problema de salud pública y así procuró detraerlo de una discusión religiosa o de creencias personales. Además, planteó la legalización del aborto junto a un programa de protección integral a la mujer embarazada y a su hijo recién nacido, un gesto para aquellos legisladores aún indecisos y no del todo convencidos de que el aborto sea la única salida a los embarazos no deseados.
Así planteado el debate, los impulsores del proyecto, que entrevieron que estaban ante la oportunidad única de avanzar con la ley, decidieron no dilatar más los tiempos. En un primer momento, los diputados "celestes" patalearon ante la perspectiva de una discusión exprés de la norma, pidieron postergarlo hasta después de diciembre –un mes caro al culto católico-, pero la arremetida "verde" no les dio opciones.
Pese a la grieta entre ambos, "verdes" y "celestes" acordaron dar la batalla de manera respetuosa y serena. Así, la crispación de hace dos años dio lugar a un debate relativamente en paz. Pero, fiel a su esencia como cámara que representa al pueblo, la sesión tuvo pasajes anecdóticos, situaciones risueñas y, también, duelos discursivos que por momentos amenazaron con elevar la tensión.
Uno de esos momentos calientes sucedió minutos antes de la votación, cuando el jefe del bloque de Pro, Cristian Ritondo, arremetió contra Massa por haber permitido que militantes a favor del aborto y sus banderas verdes se instalaran en los palcos del recinto. Allí estaba, enfundada en un traje de color verde, Malena Galmarini, la esposa de Massa.
"Se rompió la burbuja sanitaria, usted rompió la palabra hoy, esto no se hace, se lo digo con el cariño que le tengo", criticó Ritondo, quien votó en contra de la iniciativa. Massa respondió que se le había hecho el mismo ofrecimiento a los diputados "celestes", aunque estos no habían accedido. La disputa no pasó a mayores.
Hubo otros momentos llamativos, como cuando el diputado jujeño Daniel Ferreira, del Frente de Todos, anunció su abstención. "No estoy actuando libremente", se justificó tras sostener que sufrió presiones de una periodista antes de definir su voto. Después se supo que esa periodista fue Viviana Canosa quien, en sus redes sociales, acusó a Ferreira de "haber vendido su voto".
La emoción también tuvo varios momentos en la sesión. Como cuando la entrerriana Blanca Osuna, conectada a un respirador en la sala de un hospital por estar enferma de coronavirus, decidió igualmente dar su discurso en favor de la legalización del aborto. O cuando la oficialista Alicia Aparicio recordó que su abuela había muerto por un aborto clandestino cuando su padre tenía dos años de edad.
Fue un debate tan intenso como extenuante, un debate histórico. El primer paso fue dado, pero nada está dicho aún: el Senado será el que, en definitiva, dirá la última palabra.
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