Cristina y el misterioso poder de la clase media
En las últimas horas, Cristina Kirchner acusó finalmente el impacto del 8-N. Más por conveniencia que por convencimiento, la Presidenta cambió su discurso en relación con la clase media. Poco después del 13-S, había asociado a "parte de los argentinos" con un presunto odio clasista, hablaba de sectores que "fruncen la nariz" o "se creen de la dinastía Romanov". A diferencia de entonces, ahora dice sentirse "muy orgullosa de ser parte de esa formidable clase media argentina, pujante y emprendedora", además de "poderosa".
La referencia al poder de la clase media no puede ser interpretada como casual. La diferencia entre el tercio de votos que cosechó el kirchnerismo en su magra elección legislativa de 2009, tras el conflicto con el campo, y el 54% logrado en los comicios presidenciales de 2011 se explica mayormente por la actitud de vastos sectores medios, que en los últimos meses vuelven a darle la espalda a la Presidenta.
Aun cuando la inseguridad, los escándalos de corrupción como el de Amado Boudou y el estilo crispado de la jefa del Estado pesen mayormente en esa pérdida de apoyo, la cuestión económica también aflige, y cada vez más, a las capas medias. Lo sabe el gobernador cordobés, José Manuel de la Sota –definitivamente en la vereda de enfrente del cristinismo–, quien puso como eje de su crítica al Gobierno la fuerte presión impositiva sobre los trabajadores. "Quien trabaja, ya pone demasiado esfuerzo con su trabajo", afirmó delante de una nerviosa Débora Giorgi, al apuntar al impuesto a las ganancias. Y lo sabe, por supuesto, el titular de la CGT opositora, Hugo Moyano.
La mezquindad del anuncio presidencial sobre la eliminación del pago de ese impuesto para la segunda cuota del aguinaldo revela el acotado margen de acción de un gobierno que tiene congelado desde hace dos años el mínimo no imponible a las ganancias para los trabajadores. Es que el déficit fiscal no deja de crecer y sus proyecciones son más preocupantes si se tienen en cuenta los importantes recursos que el Tesoro toma de la Anses y del Banco Central para disimularlo.
Creyendo que da cuenta de una epopeya, la Presidenta citó un estudio del Banco Mundial según el cual la clase media argentina se duplicó desde 2003 y pasó los 18 millones de personas. Habría que preguntarse dónde se sitúan los otros 22 millones.
Por lo pronto, como para congraciarse con los caceroleros, Cristina no duda en incluirse dentro de la gran clase media argentina. Le gusta exhibirse como la hija de un colectivero de un hogar humilde que pudo convertirse en "abogada exitosa" y ascender socialmente, dejando fuera de su relato la circular 1050 del gobierno militar y los terrenos fiscales de El Calafate comprados por pocas monedas merced a los privilegios del poder.
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