Cristina redobló la apuesta y se mostró con tono de campaña
Sugirió que podría postularse a una banca; la puesta apuntó a mostrarla como el centro
Sobre el estrado, un papel a modo de ayudamemoria se mantenía ahí, inamovible, entre el resto de las carpetas con la que apuntalaba sus ideas. Contenía cuatro palabras escritas a mano, con marcador negro. Decía: PJ. AMIA. AFI. DEA. Lo de PJ no era una dedicatoria para el partido fundado por Juan Perón, sino la manera que usó para abreviar al Partido Judicial, su nuevo latiguillo para enfrentar a los jueces y fiscales críticos de su gobierno. Nada dijo de la Agencia Federal de Inteligencia ni tampoco se sabrá qué pensaría abordar sobre la agencia antidrogas norteamericana. Se quedó sólo con los dos primeros temas, en los que concentró el tramo más tenso de su último discurso ante el Congreso.
Desde el mensaje hasta la puesta en escena, el Gobierno trató de reforzar la centralidad política de Cristina Kirchner . En el recinto, las luces azules sobre las bancas daban una imagen tenue mientras el foco estaba puesto en ella. En la plaza, la militancia le daba a su jefa el respaldo que tanto esperaba.
"Dejo un país cómodo para la gente que va a ser incómodo para los dirigentes políticos que estén pensando en sacarles sus derechos", se plantó, en tono electoral, mientras desde los palcos caían pétalos de rosas y todo llegaba a su fin, tras casi cuatro horas de discurso.
Durante todo el mensaje, la Presidenta pivoteó sobre dos registros. Usó un tono sereno para hablar de los "logros" de su gestión que termina, y uno vehemente y encendido para descargar sus últimas batallas políticas. Lo tuvo para defender el acuerdo China. Y lo repitió para hablar del caso Nisman.
Lejos de mostrarse en retirada, Cristina se presentó con un extenso balance de gestión que mechó con guiños sobre el futuro. Hasta ella misma jugó con la idea de una candidatura, su modo de avisar que pretende mantener la centralidad del poder hasta el último día. "Me encanta, Gerardo, déjenme volver a ser legisladora para volver al debate", sorprendió ante el senador Morales cuando el legislador reclamó a viva voz que la Presidenta no se fuera de tema. Pero ella, lejos de frenarlo, abrió nuevas especulaciones sobre su futuro electoral. ¿Será candidata? "No", respondió tajante Carlos Zannini cuando ya Cristina salía a saludar a la multitud en la plaza. "Yo no interpreté eso", cerró el funcionario que más la conoce.
La Presidenta se rodeó ayer de sus incondicionales. No fue casual que el nuevo secretario general de la Presidencia, Eduardo De Pedro, fuera el único de los funcionarios que la acompañó cuando ingresó al Congreso. El resto ya esperaba en el recinto. A su derecha, su hermana Giselle compartía la primera fila con Zannini. Detrás se ubicaron el secretario de Inteligencia, Oscar Parrilli, y su mano derecha, Carlos López, a quien nombró jefe de despacho de Cristina. Del otro lado quedaron los ministros. Axel Kicillof fue el más elogiado. Ofelia, la madre de la Presidenta, esta vez siguió el mensaje desde uno de los palcos, justo frente a su hija.
Si de campaña se trata, hubo guiños para Florencio Randazzo y Julián Domínguez, que a pesar de algún reto se llevó buena parte del protagonismo como asistente presidencial. Desde las tomas ordenadas estratégicamente para la transmisión en cadena nacional hasta el momento elegido para anunciar la estatización de los ferrocarriles, la Presidenta destacó a ambos por sobre el resto de los postulantes.
A la oposición la pasó por alto. Excepto por la chicana que le dedicó a Federico Pinedo por la reciente frase de Mauricio Macri levantando las banderas del peronismo, ni se molestó en contestarles. Su eje se concentró en los medios, específicamente en Clarín, y en el Poder Judicial, al que cruzó sin miramientos. Lo personalizó sin anestesia en la Corte Suprema y su presidente, Ricardo Lorenzetti. Un movimiento estratégico de su cuerpo alcanzó para señalarlo cuando, a los gritos, le exigía a la oposición que no le llevaran carteles sobre la causa AMIA. "Miren para otro lado", les pidió. Ella dobló el cuerpo y su mano derecha en la dirección en la que se encontraba el jefe del máximo tribunal.
Hacia el final, se abrazó con unos pocos, entre ellos Gerardo Zamora, que reemplazó a Amado Boudou, el gran ausente de la asamblea legislativa.
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