Cristina puede perder aun ganando
Las primarias abiertas de pasado mañana se han convertido en poco más que una gran encuesta de cara a las elecciones legislativas del 27 de octubre, donde realmente estará en juego la capacidad del gobierno kirchnerista para conducir el país en los dos próximos años y el papel que tendrá Cristina Kirchner en la definición de su sucesión.
El verdadero sentido de estas PASO pasará por dirimir cuáles fuerzas políticas quedarán habilitadas para presentar candidatos para integrar el Congreso de la Nación en octubre y cuáles tendrán vedada esa posibilidad. El requisito para llegar a la ronda final es obtener el 1,5% de los votos válidos en el distrito. Fuera de eso, la contienda de este domingo tendrá especial importancia para las escasas agrupaciones que se han animado a competir internamente con el fin de seleccionar sus candidatos. En la Capital Federal, son sólo dos: la coalición UNEN, que agrupa al radicalismo, el socialismo, el Proyecto Sur y la Coalición Cívica, por un lado, y Compromiso Federal, el partido de los Rodríguez Saá, por otro lado. Para el resto de las fuerzas, será casi un ensayo general para octubre, aunque no exento de consecuencias políticas y de impacto sobre la ciudadanía.
La dispersión de las fuerzas opositoras en el orden nacional hace que el resultado general esté cantado: tomando todo el país como distrito único, el kirchnerista Frente para la Victoria tiene asegurado el primer puesto. Pero, paradójicamente, esto no implica tener asegurado el triunfo.
Es que, así como se descuenta que el oficialismo será la fuerza que obtenga más votos en todo el país, las encuestas estiman que será derrotado en la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba. Si a esto se suma un traspié ante Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires, difícilmente pueda hablarse de un triunfo kirchnerista.
El distrito bonaerense se convierte, de este modo, en dramáticamente clave para la Presidenta. Una catástrofe electoral en esa provincia en octubre determinaría que no pocos gobernadores peronistas que hasta hoy acompañan a Cristina Kirchner comiencen a sentir la tentación de bajarse de un tren que anda a los tumbos, o bien de buscarle un piloto -léase un nuevo gabinete de ministros- capaz de aplicar las correcciones necesarias.
El resultado que registren las elecciones bonaerenses dictaminará también el papel que la Presidenta podrá jugar en la definición de su sucesión. Una victoria en ese distrito con Martín Insaurralde le daría a la jefa del Estado cierta legitimidad para ocupar un lugar en la mesa de negociaciones donde se dirimirá su posible sucesor. Una derrota la condenaría a recluirse alrededor de un grupo cada vez más pequeño.
Es cierto que para visualizar el escenario habrá que esperar a los comicios de octubre. Sin embargo, las PASO de este domingo pueden darnos algo más que una pauta de lo que puede esperarse dos meses y medio después. Todo hace suponer que, en un contexto donde el antikirchnerismo es muy fuerte, una victoria o una derrota por muy exiguo margen de Massa elevaría hacia octubre el caudal electoral del actual intendente de Tigre. Sólo por el deseo de infligirle un ejemplificador castigo al kirchnerismo de muchos de los que voten a otras fuerzas opositoras menores.
Si se concreta este domingo lo que reflejan las últimas encuestas y Massa resulta la figura más votada, casi todo lo que le ocurra hasta octubre dependerá de él y de que no cometa errores como el de las soeces expresiones de su esposa, Malena Galmarini, hacia Daniel Scioli.
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