Cristina nominó a Alberto Fernández y sacudió el panorama electoral
Todo empieza de nuevo en la política argentina. En una decisión sorpresiva que comunicó por redes sociales, Cristina Kirchner anunció ayer por la mañana que será candidata a vicepresidenta en una fórmula encabezada por Alberto Fernández, su antiguo jefe de Gabinete, de quien pasó años distanciada.
La jugada trastocó los planes de todos sus adversarios y de buena parte de sus aliados, que descontaban que la expresidenta se encaminaba a postularse para el cargo principal. "Estoy convencida de que este es el mejor aporte que puedo hacerle a mi país. Los dirigentes debemos dejar de lado las ambiciones y vanidades personales", leyó Kirchner en un video editado con imágenes de su carrera.
Fernández, de 60 años, oficiaba de virtual jefe de campaña de Cristina. Se ofrece como un referente del kirchnerismo original y como un crítico de la radicalización que forzó su ahora compañera de fórmula en sus últimos años en el poder. Aspira a construir una coalición opositora en la que se integren Sergio Massa y la mayor cantidad posible de gobernadores peronistas.
Anoche, en la vereda de su casa de Puerto Madero, el precandidato que nadie vio venir dijo: "No era este el lugar donde yo esperaba terminar. La Argentina necesita del esfuerzo conjunto para salir de una crisis inconmensurable". Añadió que Cristina "es una víctima del sistema judicial".
En medio del desconcierto de un sábado agitado, el presidente Mauricio Macri reaccionó con un mensaje tajante sobre el giro kirchnerista: "Volver al pasado sería autodestruirnos". El Gobierno buscó descalificar la entronización de Alberto Fernández, al presentarlo como un "títere" de Cristina. La más ácida descalificación surgió de Elisa Carrió. "Lo que proponen es Jack el Destripador, que garantiza la impunidad de todas y todos", escribió en Twitter.
Pero lo cierto es que el oficialismo entró en estado deliberativo. Creció el peso de quienes piden una ampliación hacia el PJ. En ese sentido, Macri habló ayer con el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y en el entorno presidencial se menciona la hipótesis de una fórmula Macri-Juan Urtubey. "Todo está en revisión", admitía una fuente de gran influencia en Cambiemos.
En esas loterías, el macrismo no suele incluir a Massa como potencial aliado. El líder del Frente Renovador ratificó ayer que sigue con su campaña. "Soy más candidato a presidente que nunca", anunció, para acallar las especulaciones que lo ubicaban como postulante a la gobernación bonaerense de Alberto Fernández.
Esa es una aspiración del kirchnerismo, sin aparente viabilidad. Lo que queda por verse es si, con el repliegue a medias de Cristina, Massa se suma a un proyecto de unidad peronista que dirima en las PASO el candidato presidencial. Se leyó en esa clave otra declaración del exintendente de Tigre: "Tenemos la responsabilidad de construir una gran coalición opositora". Lo intentará sin dejar Alternativa Federal, la facción peronista que creó junto a Urtubey, Schiaretti y el senador Miguel Pichetto (y que en teoría incluye a Roberto Lavagna).
Todo indica que se abre un mes de negociaciones febriles en el peronismo hasta la inscripción de listas.
En el mundo kirchnerista, el anunció provocó la inmediata renuncia al sueño presidencial de Felipe Solá y de Agustín Rossi, que acataron la voluntad de Cristina. Daniel Scioli, en cambio, dijo que él sigue en carrera.
Cinco gobernadores corrieron a alinearse con el nuevo candidato: Juan Manzur (Tucumán), Domingo Peppo (Chaco), Rosana Bertone (Tierra del Fuego), Sergio Casas (La Rioja) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero). Se suman a los que ya estaban volcados con Cristina (el formoseño Gildo Insfrán, la catamarqueña Lucía Corpacci y, por supuesto, la santacruceña Alicia Kirchner).
Alberto Fernández confirmó que la expresidenta le hizo la propuesta definitiva el miércoles, en su departamento de Recoleta. Era un momento tremendamente delicado para ella, en pleno escándalo por la resolución de la Corte que apuntaba a suspender el juicio en el que está acusada por corrupción en la obra pública.
La novedad hasta ahora más trascendental del año electoral se mantuvo como un secreto confesional entre los dos grandes protagonistas y un círculo adicional de un puñado de personas, entre los que estaban Máximo Kirchner y Wado De Pedro, líderes de La Cámpora. Alberto Fernández evitó contárselo a los intendentes bonaerenses con los que se reunió el viernes para diseñar la estrategia electoral en la provincia.
El video con la noticia -elaborado por el cineasta y militante Tristán Bauer- apareció en Twitter a las 9. "Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos. Él como candidato a presidente y yo como candidata a vice, para participar en las PASO", leyó Cristina, con la solemnidad de quien habla para la historia, al empezar el mensaje de 13 minutos.
Resaltó que se conocen desde hace 20 años y que tuvieron "diferencias", en alusión a esa larga temporada que empezó con la estruendosa renuncia de él a la Jefatura de Gabinete, en 2009, siguió con su aventura como armador político de Massa y de Florencio Randazzo, y terminó en reconciliación, a finales de 2017.
"Se va a tratar de tener que gobernar una Argentina otra vez en ruinas, con un pueblo otra vez empobrecido. Está claro, entonces, que la coalición que gobierne deberá ser más amplia que la que haya ganado las elecciones", expresó Cristina Kirchner, en el tramo de su mensaje en el que parece sugerir los motivos detrás de su decisión. Una tácita admisión de que su figura es divisiva y no consigue ampliar la base política, como quedó demostrado en la foto de su visita de la semana pasada a la sede del PJ. Lo confirma una fuente de su entorno: "Ella es consciente de que sola no le alcanza y de que su figura genera enfrentamientos. Quizá podía ganar, pero no gobernar. Hay que sumar".
¿Podrá Alberto Fernández cumplir esa misión? ¿Será capaz de superar el prejuicio instalado ayer desde el primer momento de que, en caso de ganar, sería un delegado de Cristina, sin poder propio y condicionado por ella? ¿Lo aceptarán -como pareció en las primeras declaraciones- los sectores más radicales del kirchnerismo? Eran preguntas que sobrevolaban ayer todas las mesas políticas.
Él se encargó de mostrarse en público al anochecer. "Sé dónde me voy a meter, pero no me asusta el FMI, conozco quiénes son y cómo actúan. No le tengo miedo". Sobre Cristina dijo: "Ella a veces tiene posiciones más inflexibles. Pero con la que me reencontré tengo más cosas en común que diferencias". También mencionó una palabra maldita para el kirchnerismo: "Venezuela". Lo hizo para afirmar que la Argentina de Macri "se parece más" a ese país que la que dejó Cristina en 2015.
Desafíos
Fernández fue candidato una sola vez en su vida, en 2000, cuando ganó una banca en la Legislatura porteña en un proyecto liderado por Domingo Cavallo. Dos años después se convirtió en el gran operador de Néstor Kirchner, negoció el pacto con Eduardo Duhalde que le allanó el camino al poder y llegó, en 2003, a la Jefatura de Gabinete.
Los contactos en el mundo empresario y diplomático le permiten mostrarse como una versión moderada del kirchnerismo. Su candidatura intenta llevar tranquilidad a los mercados internacionales, en alerta máxima por la posibilidad de una restauración kirchnerista.
Parte de su desafío como candidato consiste en que esa caracterización personal no se pierda. De hecho, en los últimos días estuvo en la línea de fuego por las declaraciones en las que advirtió en duros términos a los jueces que investigaron a Cristina.
Atado a la suerte de su jefa política -expresión que desnuda lo audaz de la jugada-, estará con ella el martes en Comodoro Py para el inicio del juicio oral por el caso de Vialidad.ß
Otras noticias de Cristina Kirchner
Más leídas de Política
Milei, con Yuyito. El Presidente acusó a Mondino de cometer un “imperdonable error” y anticipó: "Todos los responsables van a ser echados"
Las críticas a Alfonsín. Natalio Botana: “El estilo del kirchnerismo no ha muerto, permanece en Milei con mucha vitalidad”
Solo en Off. La elegante y “liberal” venganza del despedido embajador Lagorio
Interna sin fin. La estrategia del Gobierno para reducir a Villarruel a “tocar la campanita” en el Senado