Cruce. La irónica respuesta de Cristina Kirchner a Luis Naidenoff: "Puede hablar 85 minutos, senador"
La presidenta del Senado, Cristina Kirchner, y el líder del interbloque de Juntos por el Cambio, Luis Naidenoff, protagonizaron un cruce esta tarde, durante la sesión especial remota donde se debatió el polémico desplazamiento de tres jueces.
"¿Cuánto quiere hablar, Naidenoff?", le preguntó la vicepresidenta al senador, desde el asiento de la presidencia de la Cámara alta. "Lo que corresponde, lo que tengamos para hablar como bloque. Puedo hablar veinte, treinta sesenta, en función de los 130", le respondió el legislador por Formosa.
La expresidenta respondió con ironía: "Le hago la suma", dijo. Y mientras escribía, continuó: "Son 30, 45, tienen 130, menos 45, cinco, dos, menos cuatro, puede hablar 85 minutos, senador Naidenoff". "No, no hace falta", le contestó el senador, con una sonrisa.
"Puede hablar 85 mintutos", lo interrumpió Cristina Kirchner. "Le digo para que tenga en cuenta lo que puede hablar. Yo le pongo acá 85 minutos. Si habla menos, bienvenido", agregó. "No, va a ser un aporte, voy a hablar menos. Quédese tranquila", insistió Naidenoff.
"No, si a mí me encanta escucharlos hablar", finalizó Cristina Kirchner, con el mismo tono de sarcasmo.
La discusión fue una de las tantas chicanas que caracterizaron una sesión que se vislumbraba espinosa, en la que finalmente los bloques de la oposición abandonaron el recinto, con fuertes críticas a la vicepresidenta por el intento del oficialismo de avanzar en la remoción de los camaristas Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, que confirmaron el procesamiento de Cristina Kirchner en la causa de los cuadernos de las coimas; y del juez Germán Castelli, integrante del tribunal que tendrá a su cargo el juicio oral de ese expediente.
La oposición acusa a la vicepresidenta de hacer uso del Congreso para resolver sus problemas judiciales. En ese sentido, Naidenoff justificó el retiro de su bancada de la videoconferencia en su rechazo a la prórroga de sesiones virtuales adoptada por Cristina Kirchner de manera unilateral, pero también en la necesidad de enviar una señal a la sociedad de que "hay frenos y contrapesos, que implican la decisión política de no avalar el atropello".
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