Cristina Kirchner y una bomba política que conmueve y deja aturdido al oficialismo
Anticipó que no será “candidata a nada” en 2023; la definición impacta en el Frente de Todos y también en la oposición; le pedirán que lo revea porque lo decidió en estado de “emoción violenta”
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Cristina Kirchner buscó sacar de foco la condena judicial en su contra, a la que replicó con una bomba de profundidad política. Lo hizo al final de su descargo, en un estado de emoción que la mostró con los ojos humedecidos y la voz quebrada: “No voy a ser candidata a nada, ni a presidenta, ni a senadora”, sorprendió y sumó, como para no dejar lugar a dudas: “Mi nombre no va a estar en ninguna boleta. Termino el 10 de diciembre y me vuelvo, como me volví el 10 de diciembre de 2015, a mi casa”.
La definición, de la cual será difícil regresar para una Cristina porque quedó en su archivo político, conmovió al fragmentado arco oficialista, que en una porción mayoritaria ya se había embarcado detrás de una posible candidatura de la jefa del kirchnerismo de cara al recambio presidencial de 2023. “Claro que me sorprendió”, admitió a LA NACION un estrecho colaborador de la vicepresidenta, que intentaba mensurar en los pasillos del Senado las consecuencias de semejante anuncio.
Entre los pocos dirigentes que ayer pasaron por el despacho principal de la Cámara alta, desde donde Cristina dio su versión de los hechos, estuvieron su hijo Máximo Kirchner, el senador Oscar Parrilli –su secretario histórico y titular del Instituto Patria- y el ministro del Interior, Eduardo De Pedro. Tras el “renunciamiento” de la vicepresidenta, no faltaban los que recordaban que “Wado” subió al escenario en el estadio único de La Plata una vez que su jefa concluyó el discurso. El otro privilegiado fue Axel Kicillof, el gobernador bonaerense.
La referencia fue inmediata: De Pedro podría ocupar el espacio que acaba de dejar libre en el tablero oficialista la sorpresiva renuncia de Cristina, mientras que Kicillof insiste con postularse para la reelección en la provincia de Buenos Aires. Pero en rigor, una salida anticipada de la vicepresidenta del tablero electoral de 2023 podría acrecentar las chances del ministro de Economía, Sergio Massa, de ponerse el traje principal del Frente de Todos, habida cuenta de que pocos –o muy pocos- le asignan esa posibilidad al presidente Alberto Fernández.
Massa, que había pasado casi todo el proceso de enjuiciamiento de Cristina esquivando hablar del asunto –aunque declaró como testigo porque fue su jefe de Gabinete-, se pronunció en defensa de la vice, al afirmar que se trató de “un fallo insostenible que corta la cadena de responsabilidades en busca de impacto político y con enorme precariedad jurídica”. Según el tigrense, el veredicto tuvo lugar “en días en que descarnadamente se ve al desnudo el deseo de una clase dirigente dócil y amañada”.
Un fallo insostenible que corta la cadena de responsabilidades en busca de impacto político y con enorme precariedad jurídica... en días en que descarnadamente se ve al desnudo el deseo de una clase dirigente dócil y amañada. Toda mi solidaridad con @CFKArgentina .
— Sergio Massa (@SergioMassa) December 6, 2022
Impacto en la oposición
Para la oposición, especialmente la nucleada en Juntos por el Cambio (JxC), el “renunciamiento” de Cristina también podría tener un fuerte impacto político. Hasta el momento, los preparativos para una eventual candidatura de Cristina venían retroalimentando, en “efecto espejo”, las especulaciones en torno a un regreso de Mauricio Macri como postulante principal de la coalición que integran el Pro, la UCR, los “lilitos” de la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano de Miguel Pichetto.
Pero la salida anticipada de Cristina de la escena electoral y su reemplazo por candidatos que competirían por los votos del centro del arco político –Massa, De Pedro en modo “esperanza blanca”- podrían generar movimientos también en JxC, que cuenta con dirigentes como el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta o los radicales Gerardo Morales y Facundo Manes –que irán a una interna partidaria en marzo próximo- que cultivan un estilo político similar, contrapuesto al de los “halcones”, como se caracteriza a Patricia Bullrich.
Más allá de las internas de JxC, en la coalición opositora entienden que pese a su “renunciamiento”, Cristina no cejará en su intento por controlar el Consejo de la Magistratura y agudizará el conflicto de poderes entre el Congreso y la Corte. En ese punto enfocará los cañones la vicepresidenta de ahora en más, después de que se cumpliera aquel aviso –por pocos tenido en cuenta- de Máximo Kirchner de que no veía a su madre como candidata en 2023.
No obstante, la vicepresidenta le acaba de dar a la militancia que la sigue –aún a pesar de las causas y del fallo en su contra- un motivo para movilizarse y pedirle que revea su decisión de no ser candidata el año que viene. El argumento que esgrimirán los kirchneristas más acérrimos es que Cristina tomó la decisión en “estado de emoción violenta”. Y si se animan, algo que hacen muy pocas veces o nunca, le harán notar que incurrió en una contradicción al declinar una candidatura “después de denunciar que intentan proscribirla”.
“La condena no son los seis años o la cárcel. La condena real que dan es la inhabilitación perpetua a ejercer cargos políticos electivos, cuando todos los cargos a los que accedí fueron siempre por el voto popular. Cuatro gobiernos en nombre del peronismo ganamos con el apellido Kirchner”, había dicho Cristina en el discurso que dio tras el fallo en la causa Vialidad. Pero unos minutos después anunció que no será “candidata a nada”. La pregunta es si sus fieles la volverán a exculpar, ya no en el plano jurídico, sino en el político.
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