Cristina Kirchner sube su nivel de exposición como parte de una “defensa pública” ante el cerco judicial
La expresidenta y su entorno están resignados a la ratificación del fallo condenatorio por la causa Vialidad; pero se aferran a los ejemplos de Lula y Trump; y buscan polarizar con Javier Milei
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Para Cristina Kirchner, seguir con altos niveles de protagonismo político parece ser la mejor garantía ante lo que supone un final anunciado en su periplo judicial. El mundo le ofrece, de hecho, dos ejemplos resonantes a seguir: Donald Trump acaba de ser elegido nuevamente presidente de los Estados Unidos pese a que tiene una condena y cuatro causas pendientes de fallo en su contra; Lula da Silva volvió al poder en Brasil luego de haber pasado una temporada en prisión y de que la Corte revocara una sentencia que el propio tribunal había emitido cuando los tiempos políticos eran desfavorables al líder del PT.
En la intimidad, la expresidenta prefiere compararse con Lula antes que con Trump. A tal punto, que el miércoles una periodista y política brasileña, Manuela Dávila, quien participó de la defensa de Lula, será una de las oradoras de “clase pública” que se hará en la puerta de los tribunales de Comodoro Py antes de que la Cámara Federal de Casación Penal difunda el fallo por la causa Vialidad. “CFK, el poder real y la mafia judicial: un caso de estudio de lawfare“, es la consigna de la convocatoria. “Cristina no va a estar presente, no es necesario que vaya”, anticiparon a LA NACION fuentes de su entorno.
No es casual que en el Instituto Patria hayan pensado en el formato de una clase pública para manifestar su rechazo al fallo que, con alta probabilidad, ratificará la condena a seis años de prisión para la expresidenta. Los mentores de la reaparición pública de Cristina, que levantó su perfil desde que decidió avanzar sobre la jefatura del PJ, idearon una recorrida simbólica por “los sectores afectados por la política de Milei”. Así, se la pudo ver en visitas a universidades, a fábricas pyme y a un centro de reciclado manejado por cartoneros. “El presidente solo va a foros empresarios”, contraponen en el kirchnerismo.
Por eso el miércoles, frente a Comodoro Py, hablarán el dirigente social y exprecandidato presidencial Juan Grabois, el ministro bonaerense Juan Martín Mena y la decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Avellaneda, Anabella Luccardi, además de la brasileña Dávila, pero en rigor lo que quedará será la imagen de unos 500 estudiantes universitarios sentados ante los tribunales federales que llevan las causas por corrupción. La foto buscará emular las convocatorias que se multiplicaron en facultades de todo el país en medio del conflicto que enfrentó al gobierno con las universidades, los docentes y alumnos.
En el plano estrictamente judicial, Cristina Kirchner no tiene expectativas de que su situación actual cambie drásticamente. “No vemos con mucho auspicio lo que vaya a suceder de acá en adelante”, deslizó un colaborador directo de la exmandataria, quien no obstante objetó la investigación de la causa Vialidad porque -a su criterio- “se juzga la supuesta malversación de fondos de un organismo provincial (por Vialidad de Santa Cruz) hacia (el empresario Lázaro) Báez y no se entiende qué tiene que ver en eso la presidenta, cuando no tenía responsabilidad directa y los retornos no están comprobados”.
En la lectura política que hace el kirchnerismo, más allá de cómo siga el derrotero judicial de Cristina -cuya defensa apelará el fallo de cámara ante la Corte Suprema-, empiezan a verificarse algunas señales de que una porción de la sociedad considera que la expresidenta sufre una “persecución”, porque de otro modo -advierten- no se estaría registrando el crecimiento en las encuestas que, a juicio de sus seguidores, la convierten “en forma clara en la líder de la oposición” a la administración libertaria. El intencionado desembarco en el PJ le sirvió, en ese sentido, para levantar el perfil y volver a posicionarse.
“La doctora está activa. En los últimos dos meses ha tenido más contacto con la gente que el propio Milei en todo el año”, sostienen cerca de la expresidenta, donde dan por concluida la interna del PJ -tras la fallida elección contra el gobernador riojano Ricardo Quintela- y afirman que llegó el momento de “ampliar” las fronteras partidarias para sumar sectores y referentes que están siendo perjudicados por el rumbo económico del gobierno nacional. No descartan, incluso, que Cristina proyecte sus apariciones y recorridas más allá del conurbano bonaerense, donde hasta el momento focalizó sus salidas al territorio.
Kirchner, no Menem
Las fuentes consultadas por este medio dejaron en claro que la expresidenta mantendrá su nivel de actividad en los próximos meses, más allá de lo que suceda en las causas judiciales que la tienen como investigada, procesada o -como en el caso de Vialidad- directamente condenada. Imbuida en la lógica de quien fuera su marido y socio Néstor Kirchner, no habría que esperar de Cristina un discreto pase al ostracismo como el que hizo Carlos Menem sentado por años a una banca del Senado sin participar de los debates y aferrado a los fueros parlamentarios. Por el contrario, redoblará la apuesta para revalidar su liderazgo.
Ese camino es, como lo acaba de demostrar Trump en los Estados Unidos y antes lo hizo Lula en Brasil, el más factible para ensayar una “defensa pública” ante lo que considera una campaña judicial en su contra. “Este idiota, que está contento porque ganó Trump, bueno que aprenda de Trump, que es nacionalista, quiere que las industrias de su país paguen buenos salarios y que los trabajadores vuelvan a tener buenos salarios ¡Que aprenda! No que repita como un mono relojero todas las cosas que dice sin ponerse a pensar un poquito siquiera”, arremetió Cristina contra Milei el viernes. Su conveniencia, otra vez, es la polarización.
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