Cristina Kirchner planifica convertir el Senado en el eje de la “nueva resistencia peronista”
En el círculo que rodea a la vicepresidenta confían en sumar dos senadores en las elecciones de octubre y, así, controlar con 37 escaños la Cámara alta si el peronismo pasa a la oposición
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El kirchnerismo duro se ilusiona con aumentar su poder hasta llegar a controlar el Senado y convertir a la Cámara alta en uno de los focos de la “nueva resistencia peronista” con la que Cristina Kirchner y sus seguidores piensan enfrentar a un eventual futuro gobierno nacional de Juntos por el Cambio.
Como es lógico, nadie lo va a admitir en público, pero no son pocos los despachos del Senado que tienen línea directa con la vicepresidenta en los que ya se analizan escenarios electorales en los que el peronismo aparece regresando al desierto de la oposición que atravesó durante la gestión de Mauricio Macri (2015-2019).
Sin embargo, en medio de tanto pesimismo una luz de esperanza ilumina los ojos de los seguidores de la vicepresidenta: la posibilidad de sumar dos bancas en el Senado y recuperar la mayoría absoluta y el quorum propios que el kirchnerismo perdió en las elecciones de medio término de noviembre de 2021.
Sería un triunfo clave que ilusiona a la vicepresidenta con manejar una masa crítica de senadores con capacidad de veto y bloqueo de cualquier proyecto de ley que impulse el futuro gobierno y, de paso, mantenerse en el centro del cuadrilátero como líder de la futura oposición peronista.
Buenos Aires y Santa Cruz
Con esta ilusión por delante los ojos de Cristina Kirchner están puestos en las provincias de Buenos Aires y Santa Cruz, dos distritos que conoce bien y donde considera que el peronismo podría ganar las elecciones y recuperar la banca que en cada uno de esos distritos perdió a manos de Juntos por el Cambio (Cambiemos en aquel momento) en la elección de medio término de 2017, la peor performance electoral del peronismo en los últimos 35 años.
En la actualidad el kirchnerismo tiene 35 senadores propios, de las que pondrá en juego 11 escaños. Si como resultado de las elecciones llegase a sumar esas dos bancas que tanto ilusionan al peronismo, estaría alcanzado los 37 legisladores, la mitad más uno de los 72 miembros que componen el Senado.
Además del futuro presidente, el 10 de diciembre próximo ingresarán 24 nuevos senadores a la Cámara alta, que se renueva por tercios cada dos años. Son 8 provincias las que pondrán en juego en la elección de octubre tres escaños cada una mediante el sistema de lista incompleta (dos para la mayoría y uno para la primera minoría).
A las ya mencionadas Buenos Aires y Santa Cruz, este año renovarán sus representantes las provincias de Misiones, La Rioja, San Luis, San Juan, Jujuy y Formosa.
El recambio es exigente para Juntos por el Cambio, que en 2017 alcanzó su pináculo electoral y no sólo logró alzarse con la mitad (12) de las bancas en juego en aquella elección sino que dio la sorpresa en varios distritos.
Así, el macrista Esteban Bullrich se impuso a Cristina Kirchner en el mano a mano en la provincia de Buenos Aires, obligando a la actual vicepresidenta a conformarse con la banca por la minoría.
Un escalón más abajo, aunque de todas formas fueron resonantes, se ubicaron los triunfos de Cambiemos en Santa Cruz y La Rioja, dos distritos en los que el peronismo desconocía la derrota desde que los senadores comenzaron a elegirse por voto popular, en 2001.
La Rioja y Misiones
En los planes kirchneristas cuentan a La Rioja como una provincia en la que también ganarían una banca. Sin embargo, ese escaño quedaría neutralizado con la pérdida en Misiones de la banca que le arrebató al Frente Renovador de la Concordia cuando el exradical y exgobernador Maurice Closs se pasó con armas y banderas al Frente de Todos persiguiendo la promesa de una promisoria candidatura a gobernador en estas elecciones. Tres años después, lejos está el kirchnerismo de garantizar el triunfo en alguna provincia.
Además, el kirchnerismo ya había recuperado la banca riojana perdida en 2017 con la cooptación Clara Vega, que entró en 2019 como suplente de la radical Inés Brizuela, quien asumió como intendenta de la capital provincial. Tras dos años de duras críticas a Cristina Kirchner, la peronista disidente decidió saltar al oficialismo a cambio de algunas prebendas y canonjías.
Así, en los pronósticos kirchneristas, Juntos por el Cambio perdería dos de las 11 bancas que pone en juego. Esto dejaría a un eventual gobierno de Juntos por el Cambio con 31 senadores, lejos de alcanzar el control del Senado y, por lo tanto, del Congreso.
Sin embargo, el escenario que dibujan la vicepresidenta y sus acólitos no toma en cuenta variantes como el hecho de que no todo el peronismo esté dispuesto a reconocerla como líder de la oposición y alinearse detrás de sus directivas.
Además, el panorama electoral podría cambiar. Al extremo que si Juntos por el Cambio lograse retener los escaños que pone en juego podría aspirar a controlar el Senado con la ayuda de los partidos provinciales, siempre proclives a negociar con el gobierno de turno, y del peronismo disidente (Córdoba), que tendrían cuatro bancas claves para inclinar el fiel de la balanza a partir de diciembre de 2023.
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