Coronavirus en la Argentina: la diagonal de Cristina Kirchner para marcarle la cancha al Senado
Aunque resulte paradójico, en tiempos de aislamiento social obligatorio por la pandemia de coronaviusel Senado será escenario de una cumbre presencial para definir la realización de sesiones virtuales. El encuentro fue convocado por la vicepresidenta Cristina Kirchner y reunirá a los jefes de los dos principales bloques de la Cámara alta, José Mayans (Frente de Todos) y Luis Naidenoff (Juntos por el Cambio).
La reunión será la primera que Cristina Kirchner sostendrá con un referente de la oposición desde diciembre, cuando asumió la presidencia del Senado y encabezó lo que ahora parece un lejano encuentro de jefes de bloque en el que se diseño la sesión en la que se sancionó la emergencia pública impulsada por el gobierno de Alberto Fernández.
Como es su costumbre, la vicepresidenta llegará al encuentro con un plan bajo el brazo: sesionar cuanto antes. Para la presidenta del Senado esa meta podría alcanzarse el próximo miércoles 6 de mayo, cuando pretende celebrar la primera sesión remota en la historia de la Cámara alta.
Como el proyecto de impuesto a las grandes fortunas que elabora su hijo, Máximo Kirchner, todavía no ha sido presentado en la Cámara baja, el objetivo de Cristina Kirchner es poner a consideración del cuerpo la primera tanda de decretos de necesidad que el oficialismo pretende dictaminar mañana la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo.
Sin embargo, Naidenoff llegará al encuentro con una idea diferente. Si bien quiere sesionar -el interbloque opositor que preside viene reclamándolo desde hace tres semanas- sostiene que antes de celebrar una reunión virtual la Cámara alta debe modificar su reglamento para fijar nuevas reglas de juego, y que ese cambio debe aprobarse en una sesión presencial.
"Tenemos que hacer lo que corresponde, que es hacer una sesión presencial y reunir los dos tercios para modificar el Reglamento; a partir de ahí, coincidimos con las sesiones virtuales", dijo a LA NACION el senador radical, que esta mañana partió en auto desde Formosa para poder estar mañana en el Senado.
Negativa
Sin embargo, Cristina Kirchner ya dio claras muestras de que no quiere saber nada con reunir a los senadores, y a todo el personal que se moviliza en una sesión, en un recinto cerrado. No quiere ser responsable del contagio con coronavirus de ninguna persona, fue la tajante explicación que les dio a sus colaboradores y senadores oficialistas cuando la oposición empezó a reclamar por el restablecimiento del normal funcionamiento de la Cámara alta.
Ese fue uno de los objetivos que motivaron su presentación ante la Corte Suprema con una acción de declaración de certeza sobre la constitucionalidad de celebrar, y aprobar proyectos, en una sesión a distancia.
El tribunal rechazó su pedido el último viernes, pero Cristina Kirchner celebró la decisión como un triunfo. Tiene sus razones: en su breve párrafo resolutivo, el último del fallo, el tribunal sostuvo que "el Senado tiene todas las atribuciones constitucionales para interpretar su propio reglamento en cuanto a la manera virtual o remota de sesionar".
Sin embargo, la vicepresidenta vio en esa frase algo más que una obviedad constitucional que nadie había puesto en duda.
Para Cristina Kirchner, ese puñado de palabras es la luz verde que necesitaba para avanzar en la realización de sesiones virtuales sin necesidad de cambiar el Reglamento del Senado, procedimiento que exige el respaldo de una mayoría agravada de los dos tercios de los miembros del cuerpo. Una relación de fuerzas imposible de alcanzar sin el apoyo de Juntos por el Cambio, bloque al que responden 28 de los 72 senadores.
Pero el panorama cambia de forma radical si se el debate pasa por interpretar el Reglamento. En ese escenario, alcanza y sobra con simple mayoría, una proporción que los 42 senadores del Frente de Todos superan con holgura.
La vicepresidenta podrá así, gracias al guiño de la Corte, moverse como un alfil y trazar una diagonal para esquivar el último obstáculo que le quedaba para imponer las nuevas reglas de juego en el Senado sin tener que someterse al consenso de la oposición, motivo más que suficiente para poner a Cristina Kirchner a festejar.
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