Cristina Kirchner, cada vez más cerca de la imbatible mayoría agravada del Senado
Teje alianzas para conquistar los dos tercios de los votos, el número necesario, por ejemplo, para impulsar una reforma constitucional
Mientras se prepara para desembarcar en sus nuevas oficinas del primer piso del Palacio Legislativo, Cristina Kirchner sigue tejiendo alianzas en una afanosa búsqueda de alcanzar los dos tercios del Senado, la mayoría agravada que ningún oficialismo manejó desde que la reforma constitucional de 1994 introdujo la tercera banca por la minoría.
Luego de mantener una más que cordial charla de casi una hora y media, Cristina Kirchner y Gabriela Michetti protagonizaron el jueves último el acto principal de la transición entre ambas vicepresidentas.
Producto de esa reunión, y a pesar de las insistentes palabras de la expresidenta para que se tomara su tiempo, Michetti se comprometió a desocupar durante este fin de semana las amplias oficinas de la presidencia del Senado.
Así, a partir de hoy, los delegados de Cristina Kirchner ya tendrán en sus manos, una vez firmados los papeles de traspaso patrimonial, las llaves del despacho que ocupará por los próximo cuatro años.
Pero la expresidenta tiene la mira puesta en temas menos prosaicos que los movimientos inmobiliarios senatoriales. Política al fin, sigue buscando acumular más poder.
Tras sumar al bloque del Frente de Todos al puntano Adolfo Rodríguez Saá, que desde que entró al Senado, en 2005, nunca se había integrado al bloque peronista, ahora la mira de la futura vicepresidenta está puesta en dos bancas que podrían llevar al futuro oficialismo a tener 44 senadores.
Uno de esos escaños es el que ocupa la neuquina Lucila Crexell, quien consiguió su reelección por Juntos por el Cambio, pero que en las últimas semanas viene mostrando muy buena sintonía con Marcela Durrieu y Malena Galmarini, suegra y esposa de Sergio Massa, respectivamente.
Ofendidas con los radicales, que quisieron impedirle su ingreso al Senado, la joven legisladora no se sumará a Juntos por el Cambio y sostiene que constituirá un monobloque.
Pero en un contexto en el que el Senado cada vez se polariza más (la principal oposición será el hoy interbloque de Cambiemos, con 28 miembros), esa soledad solo podría repercutir en la pérdida de espacios de poder, por ejemplo, vocalías en las comisiones, contratos y viajes al exterior. Esto convierte a Crexell en blanco fácil para los cantos de sirena de un oficialismo cada vez más poderoso.
El otro escaño al que el Frente de Todos mira con voracidad quedará vacante mañana, cuando la radical Inés Brizuela asuma la intendencia de La Rioja. Sin embargo, la alegría por el triunfo electoral podría estar acompañada de la pérdida de una banca para la UCR.
Esto es así porque, por aplicación de la ley de paridad de género, la vacante sería ocupada por Clara Vega, una dirigente de extracción peronista que se sumó a Cambiemos tras distanciarse de Ricardo Quintela. El tiempo pasó y hoy el Gitano es gobernador electo de la provincia y el radicalismo hace planteos en la Justicia para que la norma no se aplique con retroactividad, ya que fue sancionada en 2018, y en reemplazo de Brizuela jure el radical José Rivero.
Todo indica que con el kirchnerismo en los controles de la Comisión de Asuntos Constitucionales, la presidirá María de los Ángeles Sacnún (Santa Fe), difícilmente Rivero pueda obtener el visto bueno para ingresar al Senado, aun cuando la Justicia avale su reclamo.
El ansiado número de 48 senadores, es decir, los dos tercios de los 72 miembros de la Cámara alta, es una cifra que le permitiría a Cristina Kirchner disponer de la mayoría agravada que se requiere para designar cargos estratégicos y, tal vez el objetivo de máxima, aprobar en el Senado un proyecto de ley de declaración de necesidad de reforma constitucional.
Si bien para sancionar una ley de esas características se requiere también el voto de los dos tercios en la Cámara de Diputados, a la expresidenta no se le escapa que a Carlos Menem le alcanzó con la amenaza de forzar la interpretación de la letra constitucional (si los dos tercios requeridos son sobre el total de los miembros de cada cámara o solo de los presentes) para sentar a Raúl Alfonsín a negociar el Pacto de Olivos.
Otro trámite que requiere de los dos tercios en ambas cámaras, en este caso de los presentes, es el de juicio político, proceso al que están sometidos el presidente, el vicepresidente y los jueces de la Corte Suprema.
Con los dos tercios en el bolsillo, la expresidenta también tendría el camino expedito para nombrar al defensor del pueblo, o al menos para imponer condiciones sobre el nombre del elegido, y el procurador general de la Nación.
Este último cargo se convirtió en uno de los pocos sinsabores legislativos que sufrió Cristina Kirchner durante sus dos gobiernos, cuando fracasó en su intento de imponer a Daniel Reposo. El tropezón no fue caída, ya que después logró aprobar el pliego de Alejandra Gils Carbó, quien protagonizó polémicas designaciones de fiscales para el kirchnerismo.
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