Cristina forzó al Gobierno a convalidar su jugada y recrudece el conflicto con la Corte
La vicepresidenta impuso su criterio desde el Senado y logró quitarle una silla a la oposición en el Consejo de la Magistratura; coordinó la estrategia con Massa pero no con Alberto Fernández
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La vicepresidenta Cristina Kirchner logró arrastrar al oficialismo detrás de su maniobra para quitarle a la oposición una silla en el nuevo Consejo de la Magistratura y terminó por exhibir una desordenada estrategia destinada a evitar que Juntos por el Cambio gane influencia en el organismo encargado de seleccionar y supervisar a los jueces, en un movimiento acordado con Sergio Massa en el Congreso y avalado por Alberto Fernández desde la Casa Rosada, pero que llevó su sello y que forzó a los socios de la coalición oficialista a seguir su criterio político.
La controvertida decisión de partir el bloque del Frente de Todos (FdT) en el Senado fue objetada por la oposición, que advirtió que judicializará el lugar que había previsto en el Consejo para el cordobés Luis Juez y que a priori perdió a manos del kirchnerista rionegrino Martín Doñate, aunque los nombramientos –incluido el de la diputada radical santacruceña Roxana Reyes- convalidaron finalmente el desembarco del presidente de la Corte, Horacio Rosatti, al frente del organismo clave para el funcionamiento de la Justicia.
En el fondo, lo que el kirchnerismo interpretó como una “jugada brillante” de la vicepresidenta para no aparecer cediendo ante JxC, se transformó en una derrota estratégica del oficialismo frente al empoderamiento de la Corte Suprema, que repuso el Consejo de 20 miembros ante la dilación del Congreso para sancionar una nueva ley. Y que este mismo miércoles, con Rosatti a la cabeza -acompañado por Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda, ante la ausencia con aviso de Ricardo Lorenzetti- tomó juramento a cuatro nuevos consejeros.
En este escenario, el conflicto entre el oficialismo y el máximo tribunal del país sigue abierto. El ruido interno que provoca en el FdT lo que se juzga como una avanzada de la Corte llevó a su jefe del bloque de diputados, Germán Martínez, a manifestar su “desacuerdo” con la decisión de Massa de firmar la designación de la radical Reyes, en lo que se interpretó como un intento del legislador santafesino -afín a Agustín Rossi, cercano al Presidente- de contener al sector kirchnerista de la bancada. También, de amenazar con una judicialización cruzada si JxC mantiene su rechazo al nombramiento del kirchnerista Doñate.
La Casa Rosada siguió de atrás el curso de los acontecimientos que tuvieron sede en el Congreso. De hecho, el único funcionario de alto nivel que se pronunció sobre la integración del Consejo de la Magistratura fue el jefe de Gabinete, Juan Manzur, a quien el Presidente le pidió que recupere protagonismo político. El tucumano habló de “decisión correcta” por parte de Cristina Kirchner, aunque LA NACION pudo saber que no fue anticipada a Alberto Fernández ni a su entorno. En cambio, fue comunicada a Massa el martes por la tarde.
El tándem aceitado entre Cristina y Massa provoca cierta inquietud en el albertismo, donde observan que si bien el presidente de la Cámara de Diputados oficia como un factor de unidad frente a las amenazas de ruptura que provienen del kirchnerismo, también advierten que la vicepresidenta está perfilando un proyecto autónomo del Presidente de cara a 2023, a tal punto que acaba de recuperar el nombre de Unidad Ciudadana para el nuevo bloque que pergeñó en el Senado, y que a diferencia de Fernández, Massa podría estar contemplado en esos planes.
En la estrategia montada por los titulares de ambas alas del Congreso, que se plasmó en el documento conjunto que enviaron a la Corte, cada uno abonó su perfil: la presidenta del Senado se ratificó como intransigente y voraz en la pelea por la Justicia; el jefe de Diputados se mostró flexible y dialoguista con la oposición. Mientras que Alberto Fernández pareció ajeno al desenlace de la controversia, como lo reflejó su presencia en una universidad del Conurbano, en condición de profesor.
Más involucrados en la jugada estuvieron los gobernadores del PJ, cuyo predicamento entre los senadores quedó ratificado en la formación del nuevo bloque Frente Nacional y Popular. De hecho, el chaqueño Jorge Capitanich estuvo esta semana estuvo en el despacho de Cristina en la Cámara alta, desde donde se articuló la estrategia del FdT.Y el formoseño José Mayans, que responde a Gildo Infrán, seguirá teniendo influencia en la Cámara alta.
Sin embargo, la conformación del nuevo bloque de Unidad Ciudadana -el mismo nombre que utilizó el kirchnerismo en las elecciones de 2017, las primeras tras su salida del poder en 2015- indica que la vicepresidenta ya tomó el camino de blanquear las disidencias con el rumbo de la administración que encabeza Alberto Fernández. En palabras de Oscar Parrilli, su mano derecha en el Senado, se trata de “sincerar” una situación política existente en la coalición oficialista.
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