Cristina Kirchner y su enigmática ausencia en una lista de compradores de dólares
La explicación central que ofrece Alberto Fernándezpara la crisis económica que heredó es que, en una maniobra diabólica, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prestó a la Argentina dólares destinados a que se los lleven los amigos de Mauricio Macri. Para corroborar esa teoría, el Banco Central filtró una lista de personas que compraron dólares durante la gestión anterior. Fue publicada el domingo pasado por Horacio Verbitsky en su portal El cohete a la luna.
La operación presenta varias peculiaridades. Algunas ya son conocidas. Por ejemplo, incurre en el error de identificar lo que los técnicos denominan "formación de activos externos", es decir, compra legal de moneda extranjera, que en muchísimos casos no fue girada al exterior, con "fuga de capitales".
Otra rareza es que en la nómina no aparecen amigos de Macri sino de Néstor Kirchner y de otros jerarcas del oficialismo: casi toda la familia Eskenazi, socios de Cristóbal López, el fugitivo Adrián Werthein y el proveedor de cloro Mauricio Filiberti, entre otros.
Pero en la lista que dejó escapar el Central y publicó Verbitsky hay otro rasgo asombroso. Es la ausencia de alguien: Cristina Kirchner. ¿Por qué debería figurar? Porque ella misma, en la página 154 de su libro "Sinceramente", reveló: "El 29 de febrero del 2016, año bisiesto, decidieron una nueva devaluación y llevaron el dólar a 15,80 pesos, totalizando desde diciembre del 2015 a febrero del 2016 una devaluación del 62 por ciento de la moneda. A esa altura, tomé la decisión de que todos los plazos fijos que teníamos de varios millones de pesos, todos en el Banco Galicia y cuya trazabilidad estaba perfectamente determinada no sólo en el banco sino también en todas las declaraciones juradas ante la oficina anticorrupción, ante la AFIP y en el expediente de la sucesión -en la que inclusive se había abonado la tasa de justicia por esos mismos plazos fijos-, fueran convertidos a dólares en efectivo y depositados en el mismo Banco Galicia, en cajas de seguridad. Había tomado esa decisión en base a las propias experiencias relatadas en este capítulo y con la certeza absoluta de que el gobierno de Cambiemos iba a repetir la vieja historia. No me equivoqué".
A partir de los datos que ofrece la vicepresidenta se abre un abanico de incógnitas. Una inicial se refiere al hermético significado que le asigna a la ocurrencia de un año bisiesto. Es relevante porque 2020 también es bisiesto. La siguiente es más obvia: por qué no figura en la lista. Esa ausencia obliga a pensar que alguien puso un filtro antes de dejar trascender la información. Para no presumir que Verbitsky fue quien la excluyó. Si se la incluyera, debería estar en el puesto Nº 91, ya que Florencia Kirchner atesoraba en su caja de seguridad 4.664.000 dólares. Pero hay un detalle más sugerente. En el puesto 25 de ese ranking no aparece un nombre de persona sino la frase "identificación no localizada". ¿Será Cristina Kirchner la misteriosa Nº25? En ese caso, habría "fugado", por usar el léxico del Frente de Todos, 8.781.362 dólares.
Si se sigue la lógica de quienes realizan la denuncia, el gobierno anterior habría tomado dólares prestados no para que se los lleven los amigos de Macri, sino la familia Kirchner
En su libro "Las leyes fundamentales de la estupidez humana", el genial Carlo María Cipolla definió: "Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso". El caso de la lista de quienes compraron dólares filtrada por el Banco Central y publicada por Verbitsky inspiraría una nueva ley, no imaginada por Cipolla: la del que, pretendiendo causar un daño a otro, no lo logra, pero sí consigue dañarse a sí mismo. Si se sigue la lógica de quienes realizan la denuncia, el gobierno anterior habría tomado dólares prestados no para que se los lleven los amigos de Macri, sino la familia Kirchner. Eso sí: en el caso de los que aparecieron en la caja de Florencia Kirchner no serían dólares del Fondo, ya que el acuerdo con ese organismo se firmó mucho después de febrero de 2016. Pero igual serían dólares, que es lo que los denunciantes repudian.
Va a ser interesante observar qué destino tiene el pedido de informes que realizó al Banco Central el senador formoseño José Miguel Mayans, en su carácter de presidente de la Comisión bicameral de seguimiento y control de la gestión de contratación y de pago de la deuda exterior de la Nación. De pronto, un subordinado a Gildo Insfrán y aliado estrecho de Cristina Kirchner pide explicaciones sobre los fondos que "fugó" Cristina Kirchner. Al kirchnerismo le gusta la incoherencia. En 2003, su fundador hostigó a los empresarios españoles por haber dejado su dinero en el país. "Deberían haber hecho como yo, que saqué la plata de mi provincia", le dijo. Era Néstor Kirchner y hablaba de los fondos de Santa Cruz, "fugados" y jamás recuperados.
Desaciertos e irregularidades
La polémica sobre las compras de dólares durante la gestión de Macri es un océano de desaciertos e irregularidades. El mismo pasaje del libro de la vicepresidenta ayuda a demostrarlo. Es cierto que ella se equivoca confundiendo depreciación del tipo de cambio con devaluación de la moneda. Entre diciembre de 2015 y febrero de 2016 lo que se modificó en 62% fue el tipo de cambio, es decir, la relación entre el peso y el dólar. Pero la moneda perdió el 43% de su valor. Es una distinción elemental, que pasa con mucha frecuencia desapercibida.
Más allá de ese detalle, la señora de Kirchner es un ejemplo de que no había nada irregular en lo que sus feligreses pretenden reprochar. Ella tenía pesos declarados, con los que compró dólares en el mercado libre de cambios. Y esos dólares ni fueron sacados del país. Los atesoró en una caja de seguridad. Su conducta no encuadra en ninguna de las dos acepciones que tendría la noción de fuga: ni era plata no declarada, ni la giró al exterior. Mucha gente hizo lo mismo. Sólo que, en vez de conservar los dólares, los destinó a comprar otro bien.
Que la ignorancia de las autoridades del Banco Central sobre la dinámica de este problema quede al desnudo es una pésima señal que Alberto Fernández emite hacia una sociedad angustiada por la crisis
Los documentos que publica el Banco Central utilizan la expresión "fuga de capitales" como equivalente de "formación de activos externos", con la intención de estigmatizar operaciones irreprochables de compra de dólares, como la que realizó Cristina Kirchner. Ese reproche supone un desvarío intelectual inquietante por parte del oficialismo. Y constituye un mensaje económico muy poco conveniente. Sobre todo porque el Gobierno está llamado a resolver un intrincado problema monetario y cambiario. Los niveles de emisión superan lo imaginable. En marzo fueron de 300.000 millones de pesos. En abril, según una información que se conoció esta mañana, subieron a 400.000 millones de pesos. Que la ignorancia de las autoridades del Banco Central sobre la dinámica de este problema quede al desnudo es una pésima señal que Alberto Fernández emite hacia una sociedad angustiada por la crisis. Es como si se estuvieran evaluando las calidades de un corredor de autos, y el candidato aparece intentando cargar nafta en el depósito de aceite.
Además del extravío técnico, en la publicación de la lista hay un problema jurídico. En los documentos publicados por el Central no figuraban nombres propios. Por eso algunas de las personas que aparecen en ella ya reclamaron a esa institución que aclare por qué revelaron su identidad. En especial porque, en varios casos, la información fue errónea, es decir, se refirió a individuos que no habían operado en el mercado de cambios. También fue incompleta: se hicieron conocer las compras pero no las ventas de dólares por parte de los mismos sujetos.
Tensiones internas
El escándalo de esta lista comienza a generar tensiones en el propio Gobierno. Cuando el Presidente fue consultado sobre el tema por un conocido, salió del paso con un "no leí la nota". Otros funcionarios descargan culpas echando mano al desagradable procedimiento de la caza de brujas. Mencionan a la directora del Banco Central Betina Stein, por el hecho de haber manifestado afinidades con la cobertura que Verbitsky y su portal vienen haciendo de la compra de dólares y el endeudamiento con el Fondo durante la gestión de Macri. La presunción de que esa fuga informativa podría haber descubierto la "fuga" de dólares de Cristina Kirchner puede volver más tenaz la cacería. Al parecer, la auditoría del Central quiso abrir un expediente sobre la infidencia. Pero el directorio lo habría impedido.
La ocasión en la cual el Banco Central filtró información reservada también promueve suspicacias. Coincide con el momento en que el Gobierno, a través de su Ministerio de Seguridad, se propone regularizar tareas policiales de inteligencia sobre las redes sociales. En otras palabras: con el momento en que el kirchnerismo vuelve a exhibir los reflejos de una vieja vocación hegemónica.
Las propensiones se repiten. Pero el contexto histórico, no. Alberto Fernández y Cristina Kirchner no gobiernan en el marco de un desequilibrio de poder. La primera oposición obtuvo, en octubre del año pasado, 41% de los votos, y quedó a 7 puntos de distancia del ganador. Esta proximidad se verificó hoy en el Senado. La vicepresidenta quiso hacer votar, ignorando lo que había pactado con sus rivales, una agenda ajena a la pandemia. Debió conseguir los dos tercios de los votos. No lo logró. Tenía que sumar 48 votos. Pero sólo consiguió 42. Hubo 29 senadores que votaron en contra. Es una noticia de primera magnitud. La señora de Kirchner encontró en el Congreso el límite para avanzar en soledad con proyectos como la designación del procurador general de la Nación, el juicio político a un magistrado de la Corte o una reforma constitucional. Si quiere alcanzar esos objetivos deberá estrenar una habilidad desconocida. La fantasmática Nº 25 deberá acordar con los que no piensan como ella.
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