Aunque ella no da pistas, en el oficialismo se habla de una postulación a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires; en el peronismo no descartan que enfrente al líder del PRO si intenta regresar a la Rosada
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El hecho de que se desempolvara el sello de Unidad Ciudadana, que estaba arrumbado en el Instituto Patria, para denominar al bloque más kirchnerista del Senado; la aparición de pintadas CFK 2023 en localidades bonaerenses y las declaraciones de unos pocos dirigentes instalaron el tema, por ahora, puertas adentro del peronismo. Pero en rigor, una posible candidatura de Cristina Kirchner el año próximo impactaría sobre todo el arco político: confirmaría el enfrentamiento con el presidente Alberto Fernández y podría influenciar en el armado de la oposición, en especial si compitiera Mauricio Macri, a quien considera su principal antagonista.
Según pudo saber LA NACION, en el análisis partidario se proyectan dos escenarios para el futuro electoral de la vicepresidenta. El primero es una retirada hacia la provincia de Buenos Aires para iniciar un nuevo proceso de resistencia política ante una eventual derrota nacional el año próximo. El segundo, es una candidatura a la presidencia o reiterar su participación en la fórmula del peronismo, si es que se produce una fragmentación de la oferta y los números le ofrecen posibilidades de acceder a un ballotage. La irrupción de Javier Milei, que ya aparece tercero en las encuestas, podría favorecer ese intento de Cristina por regresar a la cúspide del poder.
Fiel a su estilo, que hace un culto del hermetismo, Cristina Kirchner no habla del tema con sus contados interlocutores. Todos los que la visitaron en los últimos días repasan sus palabras buscando una pista. Pero según indagó este medio, todos se retiran con la misma certeza: nada sobre su futuro. La vicepresidenta está focalizada sobre las urgencias, ajenas y propias: los problemas económicos y los judiciales. Su diagnóstico es sencillo: sin cambios en el Gobierno, específicamente en el equipo económico, el camino desembocará en una derrota lacerante para la ideóloga de la aventura que comenzó hace 29 meses, el 10 de diciembre de 2019.
Pese a los pronósticos en contra, que abundan entre encuestadores y aún en la propia dirigencia panperonista, la vicepresidenta no se resigna a perder el poder. Sin embargo, los últimos movimientos estratégicos del kirchnerismo se preparan bajo esa premisa. En un juego de espejos con su némesis Mauricio Macri, ella develará su mano sobre el filo del vencimiento de los plazos electorales. Y si bien la posibilidad de ser candidata a presidenta anida en la cabeza de los más ideologizados que la rodean, varios de ellos integrantes de La Cámpora, hoy el plan es CFK 2023, pero como senadora por estratégica la provincia de Buenos Aires.
La experiencia es la que marca su estrategia. Sabe que tendrá problemas judiciales en un futuro no muy lejano –en particular con las causas Vialidad y Hotesur– y por eso comenzó el “operativo fortificación”. La Corte Suprema, con la que está abiertamente enfrentada, tiene aún pendiente de resolución varios pedidos de nulidad de esos expedientes que presentó su defensa, pero las señales en su contra abundan: el máximo tribunal acaba de reforzar el tribunal oral federal que tiene que juzgarla en la causa de los “cuadernos de las coimas”. Cristina Kirchner se aferra al ejemplo de Lula da Silva en Brasil, que fue exculpado del Lavajato.
Mientras desgasta la gestión de Alberto Fernández a través de los capitanes de La Cámpora -ayer fueron Máximo Kirchner y Andrés Larroque los que cargaron contra Martín Guzmán- y sus espadas legislativas, la expresidenta puso en marcha la maquinaria para resguardarse ante lo que hoy se presenta como inevitable. Un fuerte para pasar dos años. Los números de marzo convalidan el plan de máxima y solidifican el de mínima. En el último mes, Cristina Kirchner subió cinco puntos la imagen positiva –de 28 a 33– y bajó la negativa. El último trabajo de la consultora Fixer, que concluyó la última semana, muestra por otra parte que el presidente Fernández cayó dos puntos.
Uno de los datos más relevantes del informe muestra que 7 de cada 10 votantes del Frente de Todos elige a la vicepresidenta en la interna. El sueño de la “gran PASO” a la que convocó Fernández, que ratificó el viernes ante intendentes de Córdoba, podría convertirse así en el fin de su recorrido.
“La hipótesis es que la posición crítica de Cristina respecto de la gestión le permite hacer control de daños sobre cómo la pudiera afectar la mala performance del Gobierno o en todo caso, protegerse del enojo de la gente con el Gobierno”, analiza por su parte Lucas Romero, de la consultora Synopsis, la “grieta” que se abrió entre el Presidente y la vice.
Romero abunda sobre la fórmula del Frente de Todos: “La novedad es el desacople de las bases de apoyo de ambos y eso es claramente consecuencia de la pelea: más de un 40% de los que simpatizan con Cristina no tienen ya imagen positiva de Alberto Fernández. Esto es lo explica el mayor deterioro de la imagen del Presidente. Y explica por qué Fernández no rompe con Cristina: no tiene margen, si lo hiciera el proceso de debilitamiento de su gobierno y de las condiciones de gobernabilidad serían dramáticas”, advierte en diálogo con LA NACION. El cuadro sugiere que Cristina ya no necesita a Fernández para que le sume apoyo.
No obstante, la vicepresidenta sigue teniendo una elevadísima imagen negativa, según se desprende de un estudio de Opinaia. Desde esa consultora, Juan Mayol asegura que “Cristina está en su peor momento en cuanto a imagen, como se puede observar” en las líneas de tiempo.
Pragmatismo geopolítico
La posibilidad de que vuelva a competir electoralmente el año próximo cobró mayor impulso por algunas señales de concordia que dio Cristina Kirchner en el plano geopolítico. En ese rubro, es notorio que la vicepresidenta decidió mover piezas. Así se entienden las reuniones con el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley –dos en un mes– y el encuentro presencial con la “generala” Laura Richardson, la primera mujer jefa del Comando Sur de Estados Unidos, clave para la región. Todos guiños a la principal potencia de Occidente en medio de una crisis global que se agudiza por la invasión de Rusia -de su aliado Vladimir Putin- a Ucrania.
La vicepresidenta no deja de operar sobre el tablero local. Así es que a su alrededor todos cumplen funciones extracurriculares. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, ofrece un ejemplo concreto: desde hace meses que trabaja intensamente en su posicionamiento interno. En el horizonte del funcionario camporista asoman dos objetivos: la Presidencia y la Gobernación bonaerense. En cualquier caso, no depende de él, sino de “la jefa”. En una situación similar se encuentra el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, que tiene aspiraciones presidenciales y que se mostrará con Cristina el viernes próximo en la ciudad de Resistencia.
A diferencia de las cartas públicas del 16 de septiembre y el 27 de noviembre de 2021, en medio y después de un proceso electoral adverso para el oficialismo, el kirchnerismo parece haber cambiado su estrategia comunicacional: ya no busca el efecto sorpresa, sino la generación de expectativas en torno a las apariciones quirúrgicas de la vicepresidenta. Por caso, anunció el acto con Capitanich con una semana de antelación. Lo mismo había hecho antes de la disertación en la cumbre de la Eurolat, con dos días de anticipación. La vice expondrá en Chaco sobre la “insatisfacción democrática”, un título que promete densidad y controversia.
En el Norte Grande están puestas buena parte de las expectativas del peronismo de recuperarse del traspié electoral de 2021. Desde allí llegó, justamente, una frase sugestiva pronunciada por Juan Manzur, el jefe de Gabinete, ante senadores oficialistas que lo visitaron en Tucumán: “Hay que trabajar para la unidad del peronismo, de cara a un 2023 en el que la o el futuro presidente de la Argentina sea un representante de nuestro movimiento político”, dijo, utilizando ambos géneros, lo que fue muy bien tomado por legisladoras kirchneristas como Anabel Fernández Sagasti o Juliana Di Tullio, espadas de Cristina en la Cámara alta.
La interna sin fin
La crisis del Frente de Todos aún no es terminal, según la descripción que hacen cerca del Presidente y también de la vice. Un camino intermedio es el que transita el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta. “Juanchi”, como conocen propios y extraños al exintendente de Hurlingham, fue el único que cruzó el rubicón en los últimos días. Estuvo el último martes pasado en el anuncio del refuerzo alimentario con el gobernador Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Martín Insaurralde y el principal hostigador de la gestión nacional: Andrés “el Cuervo” Larroque. “Lo putean a Guzmán, pero invitan a Juanchi”, describió un hombre de diálogo con el jefe del Estado.
Zabaleta, Santiago Cafiero, Victoria Tolosa Paz, Gabriel Katopodis, Vilma Ibarra y Jorge Ferraresi son de los pocos funcionarios y legisladores que apuestan a un mandato más de Fernández. Pero no están exentos de un “operativo seducción” específicamente sobre los que tienen inserción territorial en la provincia de Buenos Aires, encabezado por el propio Máximo Kirchner, ahora jefe del PJ bonaerense. El primogénito, que encabeza la ofensiva sobre Guzmán y que mantiene una alianza con Sergio Massa, asentó su base política en la provincia de Buenos Aires, lo que sugiere que su madre también podría ser parte del armado electoral en el distrito.
Algo de eso olfatea Eduardo Duhalde, el histórico caudillo bonaerense enfrentado a los Kirchner que ya envió a su mujer Hilda “Chiche” Duhalde a anunciar que pretende ser candidata a senadora por la Provincia en 2023, justo el cargo al que podría aspirar Cristina Kirchner. En 2005, la actual vice saltó a la política grande cuando derrotó a “Chiche” en territorio bonaerense, también por una banca en la Cámara alta. Dos años después, en 2007, llegaría a la Presidencia. Ahora, en camino a cumplir 70 años, Cristina tiene otro rival elegido: el fundador del Pro, Mauricio Macri. Algunos dicen que solo sería candidata a presidenta si lo tuviera que enfrentar a él.
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