Crisis social: “Los argentinos no pueden ser objeto de políticas de ajuste”, advirtió la Iglesia
En sintonía con el Papa Francisco, el obispo Jorge Lugones advirtió sobre las implicancias que tendrá el acuerdo con el FMI; fijó la postura de la Pastoral Social
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La Iglesia sumó su voz en contra de las políticas de ajuste y advirtió sobre los condicionamientos del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Una posición enérgica transmitió el presidente de la Pastoral Social, el obispo Jorge Lugones, quien consideró imprescindible que “la dirigencia política en su conjunto asuma las responsabilidades institucionales que merece semejante condicionamiento”.
“En la situación económica actual, los argentinos no pueden ser objeto de políticas de ajuste”, afirmó monseñor Lugones, que es obispo de Lomas de Zamora, una diócesis cuyo territorio se extiende sobre seis municipios del conurbano (Almirante Brown, Esteban Echeverría, Ezeiza, Lomas de Zamora, Presidente Perón y San Vicente).
El llamado a la responsabilidad de la dirigencia política se produce en momentos de fuertes tensiones en el Frente de Todos y de una indisimulada interna entre el kirchnerismo más combativo y los sectores más fieles al presidente Alberto Fernández.
El titular de Pastoral Social trazó el preocupante diagnóstico sobre la crisis económica y social argentina en una entrevista con el Servicio de Información Religiosa de la Conferencia Episcopal Italiana
Las declaraciones del obispo van en sintonía con la reciente carta enviada por Francisco al Presidente, en la que mencióna las “actuales dificultades” que atraviesan los argentinos, le encomienda al Presidente la tarea de “encontrar soluciones adecuadas” para los “más débiles y descartados”.
“La carga de la pobreza”
Lugones afirmó que “la carga de la pobreza en nuestro país es muy grande” y recordó que “hay millones de argentinos cuyo sustento se completa con la asistencia económica del Estado”. En ese sentido, destacó que muchos de ellos “están organizados en cooperativas y, en su mayoría, son trabajadores de la economía popular. En esa línea, Cáritas quintuplicó en el último año la atención brindada a los sectores más postergados.
Atribuyó la profundidad de la crisis a “la aplicación de políticas neoliberales en los últimos tiempos”, situación agravada con la pandemia. Observó, no obstante, que “se avizoran algunos indicios” de pequeñas recuperaciones, repuntes en el consumo y un restablecimiento parcial de sectores del trabajo y de la economía popular.
“Sin embargo, la deuda social sigue siendo muy extensa, y sigue afectando muy fuertemente, en especial, a niños y adolescentes”. En ese contexto, valoró el surgimiento de una economía popular “como un esfuerzo para que todos los argentinos tengan trabajo”, en medio de las amenazas de una economía cada vez más concentrada”.
“La dignidad del trabajo”
El obispo -formado por los jesuitas, como Francisco- afirmó que “la dignidad y el sentido que otorga el trabajo son los medios más eficaces para combatir el narcotráfico, la desnutrición y la inseguridad”.
“La Argentina, sumida desde hace un tiempo en conflictos permanentes, tanto políticos, como socioeconómicos, con un índice de pobreza alarmante, necesita construir un punto de encuentro donde todos los sectores, sin perder su identidad, puedan aportar al diseño de un país donde todos tengamos trabajo, donde se pueda vivir dignamente, y donde podamos recuperar el sentido de Nación sintiendo que la Argentina es nuestro hogar”, reclamó Lugones.
El obispo se mostró duro frente a las negociaciones por la deuda externa. “Ningún acuerdo con el FMI puede ser bueno en tanto condicione la actividad económica interna y las regulaciones de protección social, en especial con los altos índices de pobreza y marginalidad”, sostuvo.
Al margen de ello, advirtió que “es imprescindible tener un acuerdo para que el país no abandone los compromisos asumidos con los organismos de crédito, y traiga una reestructuración que permita al Estado seguir atendiendo las necesidades de los que menos tienen”.
El obispo de Lomas de Zamora rescató la posición de la Iglesia, que reclamó “cambiar el paradigma del subsidio por el paradigma del trabajo”. Y se pronunció en favor del “trabajo formal, registrado, que posibilite un desarrollo para todos, además de promover “un abordaje integral de la economía popular para desplegar estrategias que generen valor a gran escala”
Y declaró: " Si bien hay políticas destinadas a convertir la asistencia en puestos de trabajo todavía no se advierte que esas políticas tengan la magnitud suficiente para contrarrestar los índices de pobreza y desocupación”.
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