La democracia argentina no ha logrado dar respuestas a uno de los problemas más viejos que tiene el país. Actualmente, uno de cada tres hogares tiene problemas de vivienda. Son alrededor de cuatro millones, de los cuales 1,5 millones son la cantidad de viviendas que se necesitan construir y el resto, casas ya construidas pero que tienen problemas de calidad, falta de servicios básicos o hacinamiento.
Según el censo de 2010, el país tenía 40,8 millones de habitantes y 12,17 millones de hogares. El Indec estima que en 2018, en la Argentina viven 44,5 millones personas que conforman 13,3 millones de hogares. Hay otro dato muy particular: el 92% está establecido en ciudades.
Cada año, al menos desde 2000 en adelante, la Argentina genera alrededor de 210.000 hogares, de los cuales 35.000 no llega a lograr un techo para vivir. Sólo para ilustrar, desde 2000, el país generó cada 365 días una ciudad similar al tamaño de Olavarría que estaría habitada por argentinos sin casa.
En 2000 no se arrancó de cero. Entonces, el país ya tenía su deuda pendiente con los ladrillos. La tasa de propiedad muestra un descenso sistemático entre 1996 y 2010, acompañado por un aumento de la vivienda de alquiler y las ocupadas legal o ilegalmente. La tasa pasó de 77% de hogares propietarios a 69% (un descenso de ocho puntos porcentuales). Además, según datos de Cyntia Goytía, directora de la Maestría de Economía Urbana de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), "la caída en la tasa ocurrió para todos los grupos de ingresos. Además de una crisis macroeconómica y social de inusitada magnitud vivida en 2001 y 2002, este período coincide con la casi desaparición del crédito hipotecario para la vivienda".
Fue la primera vez que la tasa de propiedad cayó entre censos desde el registro de los 80. La contrapartida de este cambio en el porcentaje de dueños fue un aumento de los inquilinos que pasaron de ser 15 a 18%, y de los ocupantes (con y sin permiso) que pasaron de ocho a 11%. "Los primeros aumentaron significativamente la participación entre los hogares de ingresos medios y medio-altos y los segundos entre los de bajos ingresos", concluye Goytia.
El Centro de Investigación de Política Urbana y Vivienda (Cipuv) de la UTDT hizo un trabajo para ilustrar la posibilidad o no que tiene una familia para llevar a tener una vivienda formal, sea como propietario o como inquilino. Tomó cuatro tipos de hogares. El primero está constituido por un matrimonio que no tienen estudio, viven en una provincia distinta a la que nacieron y tienen cuatro hijos de los cuales, el mayor de ellos (15 años) aporta dinero al grupo familiar.
Menos de la mitad de las familias con estas características satisfacen sus necesidades de vivienda en el mercado formal (47% de probabilidad de tenencia formal, en promedio). Las diferencias entre regiones son marcadas. Mientras que en la región del Gran Buenos Aires y en el Norte Grande la probabilidad no supera el 43%, en Patagonia la probabilidad aumenta a 62,2% lo que representa más del 50% de aumento respecto de las regiones menos favorecidas.
El segundo caso, es una mujer que vino desde un país limítrofe, que trabaja en el mercado formal que tiene una hija de ocho años y cursa acelerado el secundario. Las probabilidades aumentan en cierta medida (llegan a 64%), aunque las diferencias entre regiones. La región de Buenos Aires y el Norte representan los lugares con menores probabilidades para el perfil de familia dado, mientras que la región Pampeana, en Cuyo y en Patagonia, tres de cada cuatro familias con las características propuestas habitan sus viviendas en situación de formalidad.
Los otros dos casos, familias con estudios y en el mercado laboral formal tienen más de 90% de posibilidades de obtener una vivienda en el curso de su vida.
Texto: Diego Cabot
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