Crecen los conflictos de Milei con la región, mientras el Gobierno aguarda el pedido de expulsión de sus diplomáticos en Colombia
El gobierno colombiano aún no hizo efectiva la orden, aunque se descuenta que lo hará en las próximas horas; se profundizan los conflictos con los países latinoamericanos
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Horas después del anuncio de expulsión de la diplomacia argentina en Bogotá, en el gobierno de Javier Milei aguardan la notificación oficial del gobierno de Gustavo Petro que podrían precipitar la salida del embajador Marcelo Dzugala y demás miembros de la delegación diplomática argentina en Colombia.
En un contexto de silencio generalizado-desde la Cancillería argentina y la embajada de Colombia en Buenos Aires prefirieron no hablar-fuentes diplomáticas daban por hecho que no habrá marcha atrás, y que la sanción se hará efectiva, aunque no están claros sus alcances.
Enojado por las calificaciones de “terrorista” y “asesino” que le propinara el presidente argentino, el mandatario colombiano anunció ayer, a través de su cancillería que “ordena la expulsión de diplomáticos de la embajada de Argentina en Colombia”. Sin plazos, y sin referirse directamente al embajador Dzugala, el comunicado oficial establecía que “el alcance de esta decisión se comunicará a la Embajada argentina por los canales institucionales diplomáticos”.
Según pudo saber LA NACION, Dzugala aún no recibió el pedido de abandonar el país, que suele fijar un plazo máximo de 72 horas hasta hacerse efectivo, aunque hay dudas sobre si ese pedido lo alcanzaría, y de hacerlo, si también incluiría a consejeros y otros miembros del cuerpo diplomático en funciones en Bogotá.
Las durísimas críticas de Milei a Petro, que motivaron el anuncio de expulsión de los diplomáticos argentinos, no sorprendieron al gobierno colombiano. De hecho, las acusaciones de “comunista asesino” sobre el presidente de Colombia ya habían sido lanzadas en otra entrevista, esta vez con la periodista Patricia Janiot, en enero, y generado el llamado a consultas del embajador en Buenos Aires, Camilo Romero, quien desde entonces no regresó a la embajada de Colombia en territorio porteño.
Petro ya integraba, por cierto, el club de países de la región con los que el Gobierno tiene una relación tirante o directamente muy mala, como la Venezuela de Nicolás Maduro, que a estas horas tiene cortado el suministro de luz y agua (según denuncias de la oposición y de la propia Casa Rosada) a seis dirigentes de la oposición al chavismo, asilados en la residencia de la embajada argentina en Caracas. Las acusaciones de “ignorante” contra el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en el mismo reportaje con CNN, hablan a las claras sobre el deteriorado vínculo bilateral, un vínculo directamente cortado con las “dictaduras” de Nicaragua y Cuba.
Menos evidente que la pelea con Venezuela y Colombia son los cortocircuitos con Brasil, obligado como Argentina a sostener de algún modo el vínculo con uno de sus principales socios comerciales, pero con su presidente Luiz Inácio Lula da Silva, sin digerir aún el anuncio pre-electoral de Milei de “no hacer negocio con países comunistas”, y su cercanía manifiesta con Jair y Eduardo Bolsonaro, rivales internos del presidente brasileño que lo desafían de modo constante. Desde la salida de Daniel Scioli, la embajada en Brasilia está a cargo del diplomático Pablo de Angelis, a la espera de la designación del embajador Daniel Raimondi, actualmente representante argentino ante la OEA.
Sin viajes a sus vecinos de la región en casi cuatro meses de gobierno, Milei sólo sostiene por el momento una buena sintonía con Paraguay (el presidente Santiago Peña estuvo en Casa Rosada la semana pasada, con la Hidrovía como tema aún ríspido), y sin problemas en el horizonte con Perú y Ecuador, con quienes no hay tampoco un vínculo fluido.
Algunos gestos recientes, como los avances en el dragado portuario, motivaron los elogios del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, fuertemente enfrentado con el gobierno de Alberto Fernández, y que estuvo en la asunción de Milei como presidente. Sin embargo, la relación no es tan fluida como hacía suponer la afinidad ideológica entre ambos gobiernos, y fue Karina Milei, días atrás, quien dio un paso hacia el acercamiento cuando recibió en la Casa Rosada al embajador uruguayo Carlos Enciso, cercano a Lacalle Pou. El viaje de Milei a Montevideo podría darse el mes próximo, según se conversó en esa reunión.
Frialdad manifiesta hay con Chile y Bolivia, ambos cercanos al gobierno kirchnerista y gobernados por fuerzas de centroizquierda o izquierda. A salvo de las críticas más duras de Milei contra los gobiernos socialistas, tanto el chileno Gabriel Boric como el boliviano Luis Arce se han mostrado prudentes, sin ahondar en las evidentes diferencias que tienen con el gobierno argentino. “Somos pragmáticos, hablamos con todos”, contestan desde la diplomacia chilena cuando la consulta gira alrededor del vínculo con Argentina.
Aliado de Petro, el expresidente Fernández sentó su previsible postura crítica sobre el entredicho. “Lamento y rechazo categóricamente las declaraciones del presidente Javier Milei, quien ha maltratado al presidente de Colombia, Gustavo Petro. Mi solidaridad con el presidente del pueblo colombiano. Es absolutamente inadmisible la manera despectiva y descalificadora como el presidente argentino se expresa de presidentes legítimamente elegidos por sus pueblos y que son líderes reconocidos en toda Latinoamérica”, escribió el ex presidente, hoy radicado en España.