Crecen las tensiones internas en el Gobierno y complican el acuerdo con el FMI
Mientras desde el cristinismo hablan de la ayuda de Rusia y China, el ministro Guzmán y el presidente Fernández insisten para lograr un pacto con el organismo internacional
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“Lo que nos piden desde el FMI es inaceptable. Hay que aguantar la presión y, llegado el caso, buscar alternativas”. La reflexión, salida de boca de dos espadas legislativas de la vicepresidenta Cristina Kirchner, refleja la visión de ese sector en relación a las negociaciones del gobierno de Alberto Fernández por un acuerdo con el organismo internacional de crédito, discusión que el propio ministro de Economía, Martín Guzmán, ve en su “etapa crítica”.
Mientras el kirchnerismo de paladar negro afirma que el acuerdo que intenta “imponer” el FMI “traerá caos social y nos hará perder las elecciones”, y sus representantes imaginan en voz alta la búsqueda de un salvataje de China o Rusia en caso de inevitable default, Guzmán evalúa como positiva la gira de esta semana del canciller Santiago Cafiero por Washington, dónde cosechó-aseguran cerca de ambos ministros-el indispensable “apoyo político” de Estados Unidos para lograr “mayor comprensión” de los acreedores. Referentes clave del albertismo califican de “fantasiosas y exóticas” la existencia de las opciones rusa y china, mientras insisten en que, finalmente, se terminará logrando “el mejor mal acuerdo que se pueda conseguir” con el FMI.
Las evidentes disidencias y discusiones internas en el Frente de Todos en relación con “el” problema de la Argentina ralentizan y complican la toma de decisiones. Aunque recalcan que “Alberto va a ser el que tome la decisión final”, desde el Gobierno no niegan diferencias y muestran su preocupación, a medida que el coro de disidentes-y hasta quienes afirman que el default no es tan mala idea-parece crecer día a día, a caballo del evidente enojo de la vicepresidenta con el FMI por su frustrado salvataje del gobierno de Cambiemos que finalizó en 2019.
Mientras escucha las voces que, desde el FDT, hablan de buscar otros caminos y hasta “esperar a que gane (Luis Inacio) Lula da Silva en Brasil” para negociar mejor (la elección es dentro de nueve meses), Guzmán enfrenta un pago inminente al FMI de poco más de U$S 700 millones, y otros dos en el primer trimestre del año. “Hasta ahora se pagó siempre, y tal vez lo que paguemos nos lo devuelvan una vez que acordemos”, afirman desde el Palacio de Hacienda. A pesar de no tener previsto un viaje a Washington o una visita de los técnicos del FMI en el corto plazo, Guzmán y su equipo ven como señal alentadora que el organismo trabaje en un “fondo de resiliencia” para países en problemas, al igual que las recientes declaraciones “comprensivas” de la titular del FMI, Kristalina Georgieva y el espacio en su agenda que el secretario de Estado, Antony Blinken, le dio a Cafiero el pasado martes. “No son datos menores, quieren acordar con nosotros”, grafican en Economía.
De todos modos, desde el propio albertismo sugieren que Guzmán, apremiado por la tensión interna y luego de la “no reunión” (nunca confirmada) del lunes con Cristina Kirchner en su departamento en Recoleta, es quien combina el acelerador y el freno. “Alberto quiere acordar ya, lo que pide el FMI le parece razonable, es Guzmán el que ahora le da más vueltas”, asegura una antigua espada albertista, que asegura que el Presidente está “sorprendido” con esta eventual nueva actitud del ministro de Economía.
Crítico al igual que todo el Gobierno de la “irresponsabilidad” de la oposición en el asunto, un ministro del gabinete nacional también da una visión pesimista sobre el futuro de la negociación. “No olfateo bien lo que está pasando”, grafica el miembro del gabinete, en relación al estancamiento de las negociaciones, las disidencias internas y la aparición de planes “alternativos” a un acuerdo con el Fondo Monetario.
Demostración
“Hoy la posibilidad de acordar está en el 50 por ciento. Si accedemos a bajar el déficit como nos piden perdemos las elecciones y vuelve (Mauricio) Macri, la gente volverá a pasarla muy mal. Alberto es un moderado, pero también un hombre de poder, no se quiere ir mal”, dice un dirigente del kirchnerismo con perfil latinoamericanista, que aplaude el próximo viaje presidencial a Rusia y China y sus encuentros pautados con Vladimir Putin y Xi Jinping, rivales de Estados Unidos, ambos el mes próximo. “Les mostramos a los yankees que tenemos opciones”, afirma el referente, con lógica “multilateralista” y algo de renovada Guerra Fría.
Mientras la vicepresidenta se muestra activa en Buenos Aires-según un dirigente allegado prepara las valijas para participar, el jueves, de la asunción de Xiomara Castro como presidenta de Honduras aunque en el entorno de la vicepresidenta mantienen el suspenso-su hijo y líder de La Cámpora Máximo Kirchner mantiene el silencio y cavila sus próximos pasos desde Río Gallegos como base de operaciones, según dos fuentes cercanas. “El problema de fondo de Cristina y de Máximo con el acuerdo con el FMI es el legado, la identidad política. Hay cosas de este Gobierno que evidentemente le hacen ruido a la militancia”, reflexiona con tono comprensivo un albertista que conoce mucho a la ex presidenta y su primogénito, hoy puestos a elegir entre preservar intacto su capital político y ayudar al Presidente a lograr un acuerdo sostenible por la deuda argentina.
“Alberto ya tiene hablado todo con Cristina. No vamos a hacer locuras ni le vamos a ocultar nada, tampoco le vamos a pedir permiso”, dice un histórico escudero del Presidente. “Los planes B que proponen defaultear no tienen plafón ni consenso. No nos vamos a suicidar y el acuerdo va a llegar. Malo, pero lo vamos a tener”, aseguran desde un despacho clave de Balcarce 50, con la esperanza de un pacto que despeje los crecientes fantasmas internos.
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