Crece la inquietud entre los ministros del gabinete
La abrupta salida de Fábrega desató rumores y profundizó la incertidumbre entre los colaboradores de la Presidenta
Si algo le faltaba a la incertidumbre que reinaba en el gabinete nacional por los cambios que emprendería Cristina Kirchner, la abrupta salida del jefe del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, hundió a todo el elenco de colaboradores presidenciales en la sorpresa, el malestar y las dudas sobre sus futuros políticos.
Entre desorbitados y sorprendidos, los ministros buscaban ayer en diálogos privados tratar de comprender la embestida con la que la Presidenta le dio el toque de salida a Fábrega, un hombre con quien tenía la confianza suficiente como para hablar en privado lo que anteayer expuso, sin anestesia, en público.
A partir de ahora, los cambios de gabinete que se esperaban para esta semana, con el regreso a Chaco de Jorge Capitanich como principal movida, son una incógnita en medio de la conmoción económica obvia que genera en los mercados la intempestiva renuncia del presidente de la autoridad monetaria.
Ni el propio Fábrega se imaginaba lo que le tenía reservado la Presidenta, al menos, no hasta el viernes a las 5 de la tarde, cuando pasó por la quinta de Olivos. En el living del edificio de la Jefatura, la casona donde tiene su despacho Cristina, esperó como tantos otros, de buen humor y hablando de fútbol, para ver a la Presidenta. Salió relajado y con la misma sonrisa con la que había entrado, sin noción alguna de lo que se le vendría apenas tres días después.
Con la renuncia de Fábrega se abrió nuevamente la ruleta de los cambios que encuentra en el reemplazo de Capitanich la mayor expectativa. El gobernador chaqueño en uso de licencia repetía la semana pasada a sus allegados que su partida de la Casa Rosada era inminente. Pero desde el lunes aplicó un freno de mano abrupto y sus colaboradores, que ya estaban haciendo las valijas, retomaron la gestión como si nada pasara.
De todas maneras, la vuelta obligada a sus pagos se espera para antes de diciembre, para poder anular el decreto con el que su vice a cargo del Ejecutivo provincial, Juan Carlos Bacileff Ivanoff, convocó a elecciones primarias para el 8 de marzo. Los tiempos se acortan porque las listas se presentan en enero. Las novedades podrían llegar en los próximos días. Se espera que Cristina tome las decisiones con su hijo Máximo.
La demora para volver a Chaco se le hace cada vez más pesada a Capitanich ante el desgaste que la gestión diaria nacional le provoca en su imagen pública. Suele bromear con que si se recuperó de su paso por el duhaldismo, también lo podrá lograr tras el kirchnerismo, pero cada día que pasa es un problema mayor. Ya es una costumbre que Bacileff le dedique alguna nueva y escandalosa denuncia, como la de ayer, cuando lo acusó de usar el avión oficial de la gobernación para ir a ver a su novia.
Para la Jefatura de Gabinete hay varios anotados. Uno es el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. Sus acciones crecieron ayer a partir del alejamiento de Fábrega para compensar con un hombre de perfil dialoguista. Compite con el senador Aníbal Fernández, a quien anteayer Cristina elogió, y el camporismo se suma en la carrera con el diputado Eduardo "Wado" de Pedro. Un escalón más abajo surgen las especulaciones sobre el ministro de Economía, Axel Kicillof, y la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner. El primero deja trascender que no quiere saber nada y que, en rigor, los rumores son una operación en su contra para desdibujar su gestión económica. Su feroz interna con Fábrega se saldó ayer en su favor. Suficiente satisfacción.
La llegada a la Casa Rosada de la cuñada de la Presidenta, en cambio, responde a otra lógica: el desembarco definitivo de La Cámpora en Desarrollo Social, donde ya puso un pie a través de Rodrigo Rodríguez, pero no tiene el manejo total de la cartera. Sería el correlato en la gestión de lo que fue la aparición de Máximo y su arenga a la militancia en Argentinos Juniors para consolidar la base social a la que apunta la agrupación.
Un capítulo aparte es la ebullición que se vive en la Secretaría de Inteligencia, donde la Presidenta apuntó sus denuncias anteayer por las versiones -descalificadas por ella misma- sobre el supuesto empresario tunecino que quería atentar contra su vida. Los pases de factura apuntan al rol de Francisco Larcher, el mandamás, y el descontrol de los espías.
Para sumarle ruido al gabinete, ayer la Casa Rosada permaneció vacía. Cristina pasó la tarde en Olivos con Kicillof, Carlos Zannini y Oscar Parrilli. Recién hoy volverá al escenario público con un acto en Ezeiza. Todos esperan alguna señal.
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