Correo Argentino: una auditoría oficial en Austria revela operaciones de Socma que desconocía la Justicia argentina
La información surgida de una investigación sobre el banco Meinl señala la actuación de una sociedad de Franco Macri que compró el crédito de dos grandes acreedores privados en el concurso, algo que la ley no permite; la empresa niega conductas irregulares
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Sin informar a la Justicia argentina, Franco Macri recurrió a una sociedad en el principado de Liechtenstein y a un banco austríaco para comprar los créditos de sus dos principales acreedores privados en el concurso del Correo Argentino y alcanzar, así, las mayoría necesaria para sellar un acuerdo general, sin importar qué posición fijara el Estado nacional en ese expediente, según reconstruyó LA NACION sobre la base de nuevos documentos que obtuvo en alianza con Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) y la revista austríaca Profil.
La operatoria secreta se desarrolló en tándem con el Meinl Bank desde 2005 por decenas de millones de dólares. El artículo 16 de la Ley de Concursos y Quiebras determina cuáles son los “actos prohibidos” para todo concursado, vedándole beneficiar a algunos acreedores en perjuicio de otros, en tanto que el artículo 180 del Código Penal castiga el “concordato, convenio o transacción judicial” sellado entre cualquier acreedor y el deudor, siempre que se hayan fijado “ventajas especiales” por ese acuerdo.
La actuación salió a la luz a partir de una auditoría que las autoridades regulatorias austríacas encargaron a PriceWaterhouseCoopers (PwC) sobre el Meinl Bank cuando una cadena de irregularidades comenzó a sacudir al banco. Y una de las veinte operaciones que llamó la atención de los expertos forenses fue la relación de la entidad con la empresa de Macri, al punto de concluir en el escrito que podía tratarse de maniobras de lavado de activos o de un crédito conocido como “back to back”.
OCCRP y Profil facilitaron a LA NACION una copia de esa auditoría que desarrolló la consultora PwC y que había sido ordenada en diciembre de 2014 por la Austrian Financial Market Authority. La investigación periodística -que llevó 16 meses de trabajo- incluyó el cruce de datos disponibles en el expediente judicial del concurso que desde 2001 tramita en la Argentina, así como también con documentación firmada por bancos locales, el Grupo Socma, el Meinl Bank, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Financiera Internacional (CFI).
Consultadas por LA NACION, fuentes del Grupo Socma negaron cualquier conducta irregular propia o a través del Meinl Bank y desconocieron todo vínculo con Mervet Establishment LTD, la sociedad que apuntaló toda la operatoria bajo sospecha. No fueron tan tajantes al abordar la conducta de su fundador, Franco Macri, en particular en relación a Mervet.
“No tenemos conocimiento de que Franco hubiera tenido participación en Mervet Establishment. No tenemos acceso a su declaración jurada como para informar si ha sido declarada”, respondieron. “Tampoco sabemos, hasta donde es de nuestro conocimiento, si algún otro miembro de la familia Macri o ejecutivo del holding figuró en algún momento en la mencionada sociedad Mervet”, remarcaron. “La actividad empresarial de Franco Macri no se desarrolló exclusivamente a través de la estructura de Socma. Desde Socma se manejaron los negocios propios de la empresa, en tanto que los propios de Franco Macri y sus temas personales se manejaban fuera de la estructura de Socma”.
El papel del Meinl Bank en el concurso ya había despertado suspicacias. ¿Por qué un banco austríaco compró los créditos millonarios del BDI y la CFI para de inmediato quedar sometido al devenir de un expediente judicial en la Argentina, con sus acreencias pesificadas y en un contexto de licuación inflacionaria, para después apoyar las sucesivas ofertas de pago del Grupo Socma?
El informe confidencial de PwC que ahora sale a la luz podría aportar respuestas. Expone que el Meinl Bank y la firma Mervet Establishment “formalizaron tres contratos” entre 2005 y 2007, que el banco se encargó “de todas las demandas en relación con Socma Americana” y que detrás de Mervet se encontraba Franco Macri. “En el acta de clientes”, detalla la auditoría, “se encuentra la copia de un pasaporte italiano y uno argentino del señor Francisco Macri. Ambos documentos eran válidos a la fecha del inicio de la relación comercial, el 20.09.2005”.
¿Cómo fue la operatoria?
El primer paso consistió en tomar el control de Mervet Establishment Ltd, una sociedad constituida en Liechtenstein. Pero la presencia de Franco Macri como beneficiario final solo se conocería años después, cuando un oficial de cuentas del Meinl Bank incorporó al legajo de Mervet las copias de sus pasaportes.
El 7 de septiembre de 2005, la sociedad Mervet dio el siguiente paso. Firmó un acuerdo con el Meinl Bank (“Framework Trust Agreement”), que estableció que el banco adquiría las demandas de varios acreedores del Correo Argentino “en calidad de fideicomiso para Mervet”.
Trece días después, el 20 de septiembre, Mervet inició su relación comercial con el Meinl Bank, que incumplió con varias pautas de procedimiento, según remarcaron los expertos forenses de PwC. En el legajo de Mervet como cliente, el banco no incluyó la solicitud de apertura de cuenta y depósito, ni se consignó quién quedaba autorizado a representar a Mervet para operar en la entidad. Sólo un ejecutivo de cuenta firmó unos pocos documentos. Tampoco se aclaró el propósito y naturaleza de la relación comercial, y se incumplió durante años con otras pautas de la política de “Conozca su Cliente” (KYC, en inglés) para la prevención del lavado de activos.
Compra de créditos
Menos de dos meses después, el Meinl Bank dio otro paso, ya como gestor de Mervet. El 4 de noviembre de 2005 firmó un “contrato de cesión y asunción de responsabilidades” con la Corporación Financiera Internacional (CFI), que le cedió su acreencia contra el Correo Argentino por US$57,9 millones. A cambio le pagó US$2,9 millones, según documentos judiciales que consultó LA NACION.
El 18 de julio de 2006, en tanto, el Meinl Bank repitió la operatoria, pero con el BID. Firmó un “contrato de cesión y asunción” y se quedó con su acreencia contra el Correo por US$62,7 millones a cambio del pago de US$3 millones, tal como consta en el expediente del concurso.
LA NACION contactó a voceros del BID y de la CFI con varios días de antelación para conocer la posición oficial de ambos organismos sobre sus negociaciones con el Meinl Bank. Al cierre de esta edición no había recibido sus respuestas.
Así, con el control de ambos créditos que representaban un total de US$117,2 millones a través del Meinl Bank -que se pesificaron en poco más de $374 millones, representando el 38% de toda la deuda quirografaria del Correo Argentino-, los Macri alcanzaron el 78% del capital computable en el concurso que tramita en la Argentina. En otras palabras, el apoyo del Meinl Bank resultó decisivo para el Grupo Socma porque el artículo 45 de la ley de Concursos y Quiebras impone que el deudor que pretende sellar un acuerdo debe alcanzar “la mayoría absoluta de los acreedores […] que representen las dos terceras partes del capital computable”. Sin el banco austríaco, el holding sólo contaría con el 48%.
Esa jugada comenzó a plasmarse el 20 de septiembre de 2006. Ese día, el Meinl Bank se presentó en el concurso del Correo y expresó su conformidad con que los plazos procesales se extendieran, aun cuando eso pudiera impactar en sus acreencias.
A continuación, y ya con el Meinl Bank como su principal acreedor privado, los Macri hicieron su oferta en el expediente del concurso. Plantearon una quita del 50% de la deuda y, sobre el resto pendiente por cobrar, un 20% se pagaría con lo que Socma podría recibir del Estado si ganaba otros litigios vinculados a la disputa por el Correo. El 30% restante se pagarían en 15 cuotas anuales, con una tasa de interés del 5% -por debajo de la inflación-, y con un período de gracia inicial de cinco años.
“Carácter irrisorio”
¿Cómo fue recibida esa oferta en el expediente del concurso? Fue aceptada por los acreedores privados con mayoría especial, gracias al peso de los votos de Meinl Bank, en julio de 2007. Pero la AFIP y el Banco Nación, entidades estatales que estaban entre acreedores, la rechazaron.
Para la fiscal ante la Cámara Comercial, Gabriela Boquín, lo que estaba ocurriendo era sospechoso. “Si se tiene en cuenta el carácter irrisorio de la propuesta no cabe sino afirmar que el tercero que sustituyó al acreedor (Meinl Bank) ha votado en forma contraria a su interés como acreedor. Y en beneficio, claro está, de los accionistas de Correo Argentino (la familia Macri), que tuvo el camino allanado para avanzar con la modesta propuesta de pago que terminó aceptando el Estado”, escribió en su dictamen luego de haberse aceptado la oferta.
La propuesta de los Macri terminó por caerse. El Estado no la convalidó en el tramo central del concurso que discute la deuda millonaria por los cánones impagos del Correo. Entonces, la defensa de Socma tomó el acuerdo con los privados -logrado gracias a la preponderancia del Meinl Bank- como ejemplo de su buena voluntad ante los tribunales y acusó al Estado de ser un “acreedor hostil”. Y con ese argumento pidió a la Justicia que lo excluyese de la negociación y que revalidara para la deuda pública el mismo acuerdo que había alcanzado con sus acreedores privados.
No lo logró. La Justicia rechazó su pedido. Las operaciones con el Meinl Bank continuaron. El 12 de septiembre de 2007, la sociedad Mervet dio otro paso en Europa. Le entregó la gestión de todas sus demandas y reclamos contra Socma al banco austríaco con la firma de otro documento (“Participation Agreement”, en inglés). Y al año siguiente, el 13 de noviembre de 2008, se firmaron otros dos acuerdos: uno para la reestructuración de la deuda y una “enmienda de la garantía”. El banco, además, aceptó pesificar su deuda, que pasó de US$117 millones a 374 millones de pesos, una decisión que también benefició a la familia Macri.
Consultado por LA NACION, el Grupo Socma negó todo ese proceder. “Socma es deudora de Meinl Bank a partir del año 2006”, indicaron. “Eso es todo, no hay relación ente Socma y Meinl Bank”. Ante cada repregunta, además, repitieron una frase: “Por favor, les pedimos que revisen la información que tienen porque es incorrecta”.
Aparece Franco en Mervet
Recién el 15 de junio de 2011 apareció Franco Macri detrás de la operatoria, según detectaron los forenses de PwC al revisar la documentación del Meinl Bank. Ocurrió cuando el banco austríaco incorporó la “Declaración de Beneficiario Final” en el legajo de su cliente Mervet y el nombre del principal referente del Grupo Socma apareció con la copia adjunta de sus dos pasaportes vigentes.
En 2013, el Meinl Bank dio otro paso más. Acordó con el Correo pesificar sus acreencias por US$117,2 millones al tipo de cambio de $6,525 por dólar. Eso provocó la licuación de su acreencia, pero un beneficio para los Macri: los balances del Correo pasaron a mostrar un patrimonio neto positivo.
Sin acceso a lo que ocurrió en la Argentina durante los últimos años, los auditores de PwC que analizaron las operaciones del Meinl Bank alertaron sobre lo ocurrido entre ese banco y Macri. Concluyeron que el Meinl Bank debió enviarle un reporte de operación sospechosa (ROS) a la Oficina de Denuncia de Blanqueo de Capitales de Austria. “Esto debería haber sido advertido a las autoridades por posible lavado de dinero. Se sospecha que se ha violado el artículo 41 de la ley bancaria”, indicaron.
En la Argentina el concurso sigue abierto. Socma presentó una nueva oferta de acuerdo el 28 de marzo pasado para llegar a un acuerdo que evite su quiebra, que todavía está en estudio de la Justicia. Su propuesta a todos los acreedores quirografarios -que incluye las conformidades del Meinl Bank- es pagarles en 10 cuotas anuales, más otra cuota que cubra los intereses que fije la Justicia.
La legislación argentina veda la compra de los créditos por sí mismo o por interpósita persona. El Código Penal, en su artículo 180, también castiga el “concordato, convenio o transacción judicial” de cualquier acreedor “en connivencia con el deudor”, siempre que se hayan fijado “ventajas especiales” por ese acuerdo.
Para el Grupo Socma, no existió nada de eso. “Socma no cedió jamás ninguna gestión de demandas ni reclamos ni nada al Meinl Bank”, reiteraron a LA NACION.
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