Coronavirus: pese a la pandemia, el viernes llega a Roma la nueva embajadora ante el Vaticano
ROMA.- Pese a las fronteras cerradas y los cielos prácticamente vacíos debido a la pandemia por el nuevo coronavirus que paraliza al mundo, el viernes próximo llegará a esta capital la flamante embajadora argentina ante la Santa Sede, María Fernanda Silva.
Según confirmaron a LA NACIÓN fuentes diplomáticas, Silva llegará por la mañana del viernes en un vuelo extraordinario de Alitalia que repatriará a italianos varados en América Latina. Aunque la consigna en todas las cancillerías es no moverse debido a la pandemia, Silva, que deberá permanecer dos semanas en cuarentena ni bien pise Roma, igual quiso viajar y tomar posesión de su cargo.
La diplomática, a quien el Vaticano le otorgó el plácet en febrero pasado, pasará la cuarentena en la residencia de la embajada argentina ante la Santa Sede, en el tercer piso de un "palazzo" de la hoy desolada Vía della Conciliazione, a metros del Vaticano. Allí se alojó el Presidente cuando viajó a esta capital para entrevistarse con el Papa y con autoridades italianas a fines de enero, para dar una señal de austeridad.
Hija de padre argentino y de madre caboverdiana, licenciada en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales en la Universidad Católica Argentina, Silva es la primera afrodescendiente incorporada al Servicio Exterior de la Nación.
Sucesora en el cargo del exembajador Rogelio Pfirter, será la primera mujer que ocupa el puesto de embajadora argentina ante la Santa Sede. Silva ya fue número dos de esta delegación diplomática en tiempos del embajador Eduardo Valdés (predecesor de Pfirter) y luego trabajó en la embajada argentina ante la Organización para la Alimentación de Naciones Unidas (FAO). Años antes acompañó a Alicia Castro en la embajada en Venezuela. Integró, además, la Secretaría General de UNASUR, desde 2012, y dos años después fue designada al cargo de la Dirección Caribe dependiente de la Subsecretaría de Política Latinoamericana.
Oriunda del barrio de Flores, como el Papa, Silva conoce bien a Jorge Bergoglio desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires. Madre de una hija, se separó de su marido cuando este decidió ser sacerdote. El matrimonio necesitó la nulidad canónica por parte de la Iglesia y Bergoglio acompañó este proceso y fue el sostén espiritual de la pareja en ese momento.
La designación de Silva ocurrió a fines de enero después de un traspié del Gobierno que primero postuló –con el aval de Gustavo Béliz y Alberto Fernández, pero sin que hubiera quorum en cancillería- al diplomático Luis Eugenio Bellando, cuya candidatura, luego de gran revuelo, quedó congelada. Esa desinteligencia causó perplejidad en el Vaticano porque en un momento llegó a ser culpado de un supuesto rechazo de la candidatura de Bellando por su estado civil, según versiones totalmente erróneas.
Aunque debido a las restricciones también vigentes en el Vaticano a causa del Covid-19 el Papa no está teniendo audiencias con personas del exterior, aunque sí reuniones de trabajo con funcionarios del Vaticano, se descuenta que Francisco recibirá a Silva lo antes posible.
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