Coronavirus: el Gobierno acelera la negociación por las vacunas de Moderna y Janssen
Aspira a recibir dosis de ambos laboratorios antes de las elecciones legislativas; eso le permitiría, además, dejar atrás el escándalo con Pfizer
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En una iniciativa con varios objetivos simultáneos, el Gobierno está haciendo en estos días todos los esfuerzos posibles destinados a cerrar acuerdos de adquisición de vacunas contra el Covid-19 con laboratorios de Estados Unidos, revelaron a LA NACION fuentes inobjetables de la Casa Rosada.
Salir del affaire Pfizer, que no deja de salpicar a la administración de Alberto Fernández, constituye una prioridad y un fuerte incentivo para que el propio Presidente haya activado las negociaciones. Pero no es el único ni el más importante motivo, aunque sí resulta urgente. Toda mención al consorcio estadounidense-alemán altera los nervios de Fernández, que quiere (por ahora, sin éxito) ponerle punto final al escándalo.
Según se le ha escuchado decir al jefe del Estado en las últimas 48 horas, las negociaciones que lleva adelante la ministra de Salud, Carla Vizzotti, con los dos laboratorios mencionados están bien encaminadas, aunque todavía no tienen fecha de concreción y de recepción de las dosis.
No obstante, en el Gobierno confían con que contarán con esos inoculantes antes de las elecciones legislativas previstas para noviembre, con la escala previa de las PASO, en septiembre. El modo electoral en el que ingresó el oficialismo desde hace dos semanas tiene a la vacunación como prioridad absoluta. Es lógico, la inflación continúa achicando el bolsillo, la mesa y las ilusiones de los argentinos. Entre las escasas certezas que ofrecen las encuestas surge que el único elemento que logra mejorar el humor social es la vacunación contra el Covid en quienes la reciben. Por eso, las tratativas de la ministra son seguidas muy de cerca por Fernández y por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.
Desde la Casa Rosada señalan que las conversaciones con Moderna las inició Fernández en febrero pasado y que ahora están a cargo de Vizzotti. Lo que prefieren olvidar es que ese contacto se realizó con una demora de dos meses desde que el empresario argentino Eduardo Eurnekian le ofreciera al Presidente vincularlo con el cofundador del laboratorio, Noubar Afeyan. Ambos empresarios comparten origen armenio y varias iniciativas de ayuda a ese país.
Tal vez por esa tardanza inicial, las tratativas que más avanzadas se encuentran son las que se realizan para obtener dosis de Jansen, que es la rama farmacéutica de Johnson & Johnson. Aunque en los últimos días un evento inesperado aportó una nueva complicación: el laboratorio debió descartar 60 millones de dosis por un error técnico. Esta vacuna es una de las preferidas de los argentinos que viajan para inocularse en Estados Unidos, porque requiere de una sola aplicación, a diferencia de todas las demás.
El mencionado inconveniente técnico no ha sido el único obstáculo con el que se encontró el gobierno nacional. Según ha admitido el Presidente en privado en estos últimos días, el antecedente del affaire Pfizer dificulta las negociaciones. Moderna y Jansen tampoco terminan de admitir que el conflicto con su competidor sea solo imputable a éste como pretende instalar el oficialismo. Eso explica por qué el Gobierno quiere cerrar con urgencia el escándalo y también por qué cada reaparición del tema altera el ánimo presidencial.
El propio Fernández se ha ocupado de hacerle saber a algunos periodistas su punto de vista respecto del conflicto que impidió cerrar el acuerdo con Pfizer, que había ofrecido 12,3 millones de dosis. El Presidente niega enfáticamente que el origen de las desavenencias con el laboratorio haya sido el rechazo para producir la vacuna en el país, como han relatado en off the record directivos del laboratorio. Así como también relativiza la relevancia de la inclusión de la palabra “negligencia”, como detonante final del desacuerdo, en la ley que reguló la adquisición de vacunas. De paso trata de exculpar a su aliada la diputada Cecilia Moreau por la autoría material de esa inclusión. Insiste en que la autoría ideológica es de la opositora Graciela Ocaña. La generosa concesión a la oposición sería toda una originalidad.
“Yo sabía desde el comienzo que la producción local era imposible de realizar antes de los dos años por las características de la vacuna, así que es imposible que argumenten que esa es la causa de todos los problemas posteriores. La imposibilidad radicó en las garantías que exigían y siguen exigiendo, que incluían bienes soberanos, como las reservas del Banco Central. Y es lo que aceptaron otros países, como Brasil”, afirma Fernández a todo el que hace mención a aquel supuesto disparador original de sospechas.
Lo concreto es que desde hace siete meses todo sigue empantanado con Pfizer. Y si bien en la Casa Rosada rechazan que desde allí se haya ejercido presión para lograr la fabricación de la vacuna en el país, como dicen en Pfizer, tampoco se animan a descartar de plano que algún funcionario lo haya hecho. Brumas que buscan disiparse, pero sigue enturbiando las perspectivas y alejando acuerdos.
“Nosotros queremos acceder a todas las vacunas posibles y no hay ningún prejuicio ideológico ni encuadramiento geopolítico detrás de esto. Por eso estamos negociando con Moderna y Jansen”, ha dicho el Presidente en las últimas horas.
La dimensión electoral se termina vinculando así con la de la de las relaciones internacionales. Fernández busca por la vía práctica y sin entrar en discusiones conceptuales salir del cepo geopolítico en el que quedó embretado por la retórica de su vicepresidenta, Cristina Kirchner, y por las gestiones concretas del poderoso gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que lo llevaron con urgencia, sin escalas ni redes de protección a la Rusia de Putin para comprar la vacuna Sputnik V cuando todavía estaba en proceso de experimentación. La casi inmediata adquisición de la china Sinopharm profundizó la idea de aquel enrolamiento cristinista con el supuesto eje Moscú-Pekin.
No es fácil lograrlo, según admite un estrecho colaborador presidencial: “Nos está resultando más fácil entendernos con los chinos que con los estadounidenses”. Si no fuera por el matiz que el funcionario agrega inmediatamente sería todo un titular impactante. “Por eso, logramos ponernos de acuerdo muy rápido para la compra de la Sinopharm y ahora para la CanSino”, afirma para acotar a la cuestión de las vacunas esas facilidades y dificultades de entendimiento. Aunque parece haber otros problemas de traducción.
El Gobierno busca y necesita de manera perentoria la buena voluntad de los Estados Unidos tanto para la provisión de vacunas como para la negociación por la deuda con el Fondo Monetario Internacional, que sigue demorada. Aquí es donde se cruzan las dimensiones sanitaria, económico-financiera y electoral. Todas urgencias para el Gobierno.
El riesgo de un aumento de la presión cambiaria, a pesar del veranito de reservas que aporta el boom de los precios de los granos, es una de las preocupaciones importantes del Gobierno. Mucho más si, como ya se mencionó, la suba generalizada de precios sigue su marcha sin freno. Por ahora, en la Casa Rosada se ilusionan con el tenue descenso que tendría el índice de inflación de mayo. Según los adelantos que maneja la jefatura de Gabinete, estaría entre 3,5% y 3,8%. Se ilusionan con que sea una tendencia después de que en tres de los primeros cuatro meses de 2021 la inflación superara el 4%. De cualquier manera, ya se descuenta que en materia de precios el presupuesto era una expresión de deseos más que un cálculo.
Todo transcurre en un filo muy angosto ya que las expectativas de que la inflación empiece a descender encuentran un posible motivo de conflicto con otras variables en las que también centra sus esperanzas la Casa Rosada.
“El impacto positivo de las paritarias salariales, los programas sociales implementados y la política fiscal expansiva que estamos practicando tienen que empezar a sentirse en los próximos meses. A eso hay que sumar las reaperturas que facilitarán la vacunación masiva, que debería profundizar la reactivación”, argumentan mirando un lado del tablero de control y los efectos de esas políticas. Las anteojeras parecen obturar la mirada sobre el impacto que podrían tener en los precios. No deberían olvidar que todo tiene que ver con todo, como le gusta decir a Cristina.
Sin embargo, como la máxima siga siendo el “vamos viendo”, en el Gobierno prefieren concentrarse en el horizonte benévolo que las vacunas les pueden ofrecer. Aunque tarde y a los tropezones, al final se han concentrado las energías en obtener todas las dosis de todas las procedencias posibles.
Destrabar acuerdos con los laboratorios de Estados Unidos es por eso una jugada clave a varias bandas para lograr un resultado que hasta aquí le ha resultado esquivo por impericia, ineficacia, opacidad y poco explicados desencuentros. Fernández urge a dar vuelta la página y espera concretar su carambola.
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