Cuarentena: los motivos detrás de una nueva forma de administrar la pandemia
Comenzó una nueva era en el manejo de la pandemia de coronavirus. Es la "cuarentena intermitente", en términos de Axel Kicillof ; la etapa de "avances, pausas y retrocesos", en palabras de Horacio Rodríguez Larreta ; la "precariedad de la vuelta a la normalidad", según advirtió Alberto Fernández .
El Gobierno y los gobernadores tomaron la decisión política de abrir la cuarentena por 15 días y pasar a una dinámica en la que jugarán con el acelerador y el freno de mano. En comparación con los argumentos que se habían esgrimido en otros anuncios podría parecer un contrasentido, dado que el nivel de contagios mostró un récord en las últimas horas. Pero el juego de velocidades a partir de ahora estará atado, ya no al nivel de casos, sino a la velocidad de esos contagios y sobre todo, al ritmo de ocupación de la capacidad hospitalaria.
La premisa, debido a la situación económica, pasó a ser abrir lo más posible, siempre que el sistema sanitario lo soporte. A partir de mañana, se inaugura en el AMBA una apertura escalonada y protocolizada.
Los tres funcionarios admitieron hoy que los casos están en un nivel alto, pero que se toma la decisión en base a una lectura más fina de los datos. "Tenemos una cantidad de casos que no esperábamos tener, simplemente", dijo Fernández, al tiempo que puntualizó que "la ocupación de unidades de terapia intensiva (UTI) en AMBA creció del 56% al 64%" en los 17 días de cuarentena estricta.
Pero luego relativizó esos datos más adversos, con otros. Dijo que "si no se hubiera trabajado para aumentar el número de camas, hoy estaríamos en el 72% de ocupación", que "en AMBA el tiempo de duplicación de casos pasó de 14,3 a 24 días" y que "se ha ralentizado la velocidad del contagio y la ocupación hospitalaria". En definitiva, el Presidente resaltó que ahora lo más importante es que el sistema sanitario no se sature y que "ningún argentino se quede sin atención en su salud". Esta vez, la comparación internacional la hizo con el País Vasco donde, aseguró, "hubo que elegir a quien salvar y a quién no".
"Todos en el mundo han tenido marchas y contramarchas", advirtió Fernández, como un anticipo de lo que vendrá. Y agregó: "Todo lo que estamos haciendo ahora para tratar de volver a la normalidad tiene la precariedad que nos impone la pandemia: por lo tanto si hay que volver atrás vamos a volver atrás, y si hay que ajustar, vamos a ajustar". Como en el juego de la oca.
Los colaboradores oficiales, según pudo reconstruir LA NACION, casi dan por hecho que en algunas semanas deberán volver a bajar el martillo. Por eso, la etapa anunciada hoy tendrá de nuevo una vida más corta, de dos semanas, a diferencia de las últimas fases, que tuvieron tres.
Los motivos
Las razones de avanzar hacia una apertura a pesar del nivel de contagios obedecieron, ante todo, el agobio económico que ya no soporta el peso de casi cuatro meses de parálisis. "A mí me presiona la realidad y tengo en cuenta a los comerciantes y a la gente que tiene que salir a trabajar para recuperar su ingreso cotidiano, eso me preocupa", dijo Fernández.
No lo mencionó, pero en el Gobierno también toman nota del agotamiento social y de la dificultad de sostener en el tiempo el confinamiento estricto. Un dato concreto: el 1 de julio circularon 680.000 personas en el transporte público de AMBA, y ayer lo hicieron 860.000. Eso sin contar la movilidad en autos particulares.
Los motivos que llevan a una apertura fueron esgrimidos por Rodríguez Larreta y Kicillof en sus discursos. El jefe de gobierno porteño anunció un "plan integral de puesta en marcha de la Ciudad" de seis etapas y dijo que lo hace al reconocer el principio de "integralidad" donde a la salud se le agregan los factores económicos y psicológicos, además de por "un fuerte compromiso con la libertad y con la responsabilidad que esa libertad supone".
Por su parte, el gobernador bonaerense reconoció: "Sabemos lo difícil que está siendo este tiempo para todos, desde la salud pero también desde lo social, lo económico y lo afectivo". "Esto se puede hacer desde el pánico o con la ayuda del Estado. Obviamente que genera tensión porque la economía está sufriendo muchísimo", admitió.
Ambos funcionarios reconocieron que los casos están estabilizados pero a un "nivel alto" y repitieron un nuevo concepto: "Hay que aprender a convivir con el virus".
"Estamos administrando la capacidad sanitaria, vamos a pasar a una cuarentena intermitente", agregó Kicillof sin dudar de la dinámica que se inaugurará a partir de ahora.
Responsabilidad social
El presidente cerró su mensaje pidiendo "por favor" que la ciudadanía tome recaudos y planteando cuáles son las normas de convivencia en la nueva normalidad. Habló de la cercanía y el tiempo de contacto, del riesgo de algunas actividades y de los lugares cerrados. "Un descuido puede generar brotes importantes. Se viene el día del amigo, tengan presente que aquellos que queremos tanto a nuestros amigos, lo mejor que podemos hacer es saludarlos a la distancia", dijo.
El llamado a la responsabilidad social fue uno de los temas en los que más hicieron hincapié los epidemiólogos que se reunieron con el Presidente. "Apertura consciente y responsable, más responsable que nunca, con un pie en el acelerador, pero el freno de mano cerca", dijo uno de los médicos que estuvo con el Presidente en Olivos.
El "experimento" de apertura a pesar del alto nivel de contagios tendrá dos semanas de duración. Todos seguirán con atención el tiempo de duplicación de casos (velocidad del contagio) y el ritmo de ocupación de las camas de terapia intensiva. Si algo sale mal, el martillo volverá a bajar.
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