Coronavirus en la Argentina: el mes en el que nos cambió la vida
Protagonistas de un capítulo sin precedentes en la historia, los argentinos cumplen un mes de confinamiento nacional. La cuarentena fue el arma elegida para enfrentar al coronavirus, el "enemigo invisible", y el tiempo demostró su efectividad para achatar la curva de contagios.
Alberto Fernández pasó a gestionar en un estado de excepción total y moldeó la política oficial con decenas de decretos de necesidad y urgencia. La dirigencia dejó a un lado las diferencias y mostró postales de unidad inesperadas.
Los coletazos económicos, sin embargo, comenzaron a mostrar la peor cara de la parálisis, con empresas que enfrentan dificultades para pagar sueldos y tres millones de trabajadores informales que pasaron a demandar alimentos. La mayoría de los argentinos sigue en sus casas y no sabe cuándo retomará su vida normal.
La situación sanitaria
El mes de aislamiento consiguió -hasta el momento- el objetivo número uno del Gobierno: "achatar la curva" de contagios y evitar un colapso del sistema sanitario. En la Argentina hoy los casos se duplican cada 14 días, un buen indicador comparado con otros países. Según sostiene Fernández, de no haberse tomado medidas restrictivas, al 10 de abril se hubieran registrado 45.000 casos. Esa cifra se redujo en un 95%.
Los casos en el país superaron los 2600 y desde el lunes se cruzó la barrera de los 100 muertos. Buenos Aires, la Ciudad, Córdoba, Santa Fe, Chaco y Tierra del Fuego son las jurisdicciones con más contagios. Cerca del 17% de los casos fueron por circulación comunitaria del virus. El 14% de infectados es personal de la salud.
Nada implica que la Argentina haya controlado la pandemia. "Somos uno de los países que hemos logrado estabilizar esa bendita curva, pero esto no se terminó", dijo el Presidente. Los especialistas fueron corriendo el pico de contagios: en las primeras hipótesis se ubicaba en la segunda quincena de abril, luego se desplazó a mayo y ahora no se descarta que el máximo nivel de exigencia llegue en junio. No está claro cuándo se podría dejar la cuarentena ni qué impacto tendrá la salida. Hoy la tasa de ocupación de camas en terapia intensiva ronda el 50%.
Hay epidemiólogos que advierten que debería haber un mayor nivel de testeos para contener con eficacia al virus. Hasta ahora se tomó un promedio de 631 muestras por millón de habitantes. Los casos se chequean mediante reactivos PCR, aunque se evalúa implementar testeos rápidos para detectar el nivel de asintomáticos.
Economía y política
"Una economía que se cae, se levanta; pero una vida que se pierde no se recupera más". Con esa máxima Alberto Fernández viene moldeando su política oficial. El Gobierno anunció alicientes para contener el frente económico y social, pero las medidas muestran demoras en su implementación. Con el correr de los días, aparecieron los signos de agotamiento, con empleadores que advierten dificultades para pagar los sueldos de abril y trabajadores informales que pasaron a demandar alimentos para subsistir.
El Presidente volcó recursos estatales en detrimento del déficit fiscal. Fueron comprometidos unos $700.000 millones, el equivalente a dos puntos del PBI. Unas 11,3 millones de personas se anotaron en el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Lo recibirán 7,8 millones. El Ministerio de Desarrollo Social pasó entregar alimentos a 11 de millones de personas, 3 millones más que antes de la pandemia. El Gobierno lanzó el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) para ayudar a las empresas a pagar sueldos. En la última semana, 8 de cada 10 sociedades pidieron ayuda al Estado.
Para impedir que asome el desempleo, el Gobierno introdujo un torniquete con el decreto antidespidos. Fernández reconoce estar en deuda con parte de la "clase media" y anticipó que evaluará dar alguna respuesta para las categorías del monotributo de facturación intermedia. Una baja de impuestos, por ahora, no está prevista en el menú oficial. Por el contrario, el oficialismo impulsa un nuevo tributo a las grandes fortunas.
Numerosas actividades están congeladas. Las perspectivas de caída del PBI antes del coronavirus eran de entre 1,1% y 1,5%. Ahora, el FMI anticipa una caída para este año de 5,7%.
Administraciones de distinto signo político vienen trabajando sin fisuras. El Presidente, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta afinaron su sintonía para hacer frente a la pandemia. Los intendentes mantienen un trato directo con Fernández y pasaron a ser su brazo ejecutor en el conurbano. El Presidente buscó tener espalda política y exhibió el apoyo de los gobernadores en cada prórroga de la cuarentena. Pudo replicar esa misma escena cuando anunció la propuesta a los acreedores de la deuda.
Tras semanas de parálisis, el Congreso quiere encontrar la vía para sesionar. Fue el único movimiento de Cristina Kirchner, que mantiene una actitud prescindente en la crisis.
El acatamiento
El primer DNU que fijo la cuarentena exceptuó solo a servicios esenciales. Con el correr de las semanas, se fueron agregando algunas actividades con la premisa de resolver los inconvenientes propios de la parálisis extendida. Fue el caso de los bancos o los talleres mecánicos.
En algún momento el Gobierno anunció una "flexibilización". Pero Fernández volvió sobre sus pasos y pasó a hablar de una "cuarentena administrada" que podría liberar solo contadas actividades y regiones. El uso del barbijo, que al principio generaba dudas, terminó por extenderse en casi todo el territorio nacional.
Se desplegó un operativo inédito en la Argentina, con retenes para controlar la circulación y una vigilancia permanente. Hubo 47.361 infractores a la cuarentena y 3482 vehículos secuestrados. La medida registró altos niveles de acatamiento, aunque en la última fase se detectó más movimiento en las calles.
Los accesos a la Ciudad de Buenos Aires registraron un aumento de entre 15 y 20% en el tránsito y el transporte público tuvo un leve incremento de pasajeros. La escena más crítica se registró el viernes 3 de abril, cuando por impericia del Gobierno miles de jubilados se lanzaron a los bancos para cobrar sus beneficios.
En distintos puntos del globo, en tanto, se encuentran historias de argentinos que viven la zozobra de no saber cuándo volverán al país. Hoy, según las estimaciones oficiales, hay unos 15.000 argentinos que fatigan los teléfonos de embajadas y consulados en busca de ayuda. Ya no son solo turistas sino también trabajadores que se quedaron sin empleo. El Gobierno fijó un esquema semanal de vuelos con un límite de 700 ingresos por día.
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