Coronavirus en la Argentina. ¿Por qué los jóvenes perdieron el miedo a contagiarse?
Es la población que menor riesgo de muerte tiene por el nuevo coronavirus y a la vez es la que más se está contagiando y propagando los brotes: se trata de los que tienen entre 20 y 40 años. Así surge de la advertencia que hizo ayer la Organización Mundial de la Salud, ante la aparición de nuevos focos de contagio en países como Corea del Sur, Japón, Alemania, España, Nueva Zelanda, Dinamarca, entre otros.
Y en la Argentina las cifras oficiales lo confirman. A nivel país, el 50% de los nuevos contagios está focalizado entre adolescentes, adolescentes tardíos y adultos jóvenes, afirma el infectólogo Eduardo López, uno de los especialistas de referencia para el Gobierno nacional. Las estadísticas de la ciudad de Buenos Aires también van en esa línea: el 39% (30.866) del total de 78.252 personas contagiadas con Covid-19 tiene entre 20 y 39 años.
"Hoy los jóvenes son el principal factor de propagación. Esto se explica por tres factores: la estructura de la pirámide poblacional argentina, con más peso en la población joven, los contagios en los barrios populares y el impacto de cómo deciden vivir la pandemia los más jóvenes, que se sienten invulnerables. Al tener la mortalidad más baja de la población, ya que el 85% cursa las formas leves y se recupera sin llegar a terapia, le perdieron el miedo al virus. Son los que encabezan las juntadas clandestinas, los partidos de fútbol y los bailes a puertas cerradas, que lamentablemente están propagando los nuevos brotes", apunta López.
A nivel nacional, la media de edad de contagio son los 37 años. En la ciudad, las personas entre 30 y 39 años, con el 21% (16.414), representan el grupo etario con más contagiados. Y le siguen quienes tienen entre 20 y 29 años, con el 18% de los casos (14.452). "Los más jóvenes tienen más tendencia a transgredir, a no usar el barbijo, a participar de asados y partidos de fútbol", agrega el infectólogo.
"El brote está cambiando. Las personas de 20, 30 y 40 años están impulsando cada vez más la propagación. Muchos no saben que están infectados. Esto aumenta el riesgo de que se extienda a los más vulnerables", dijo ayer el director regional de la Organización Mundial de la Salud para el Pacífico Occidental, Takeshi Kasai, ante los nuevos focos de contagio de coronavirus en la región.
López opina que, ante esta situación, es necesario repensar la forma de comunicar la cuarentena. "Es necesario una comunicación segmentaria. Hasta ahora, se les habla a todos lo mismo. Se repiten medidas de cuidado que estuvieron bien para la primera etapa pero que ahora se incumplen sin más. Hay que hacer un mensaje para jóvenes, adolescentes, adultos y adultos mayores. Hay que hablarles claramente a cada uno y explicarles qué se espera de ellos y cuáles son los riesgos a los que exponen a sus familiares", dice López.
Los jóvenes y la cuarentena
¿Por qué los jóvenes desoyen las recomendaciones de la cuarentena? "Nuestro objetivo primario con la cuarentena fue bajar la cantidad de muertes. Y el segundo, preparar al sistema de salud. Ahora, si tenemos muchos contagiados jóvenes, tenemos que tener presente que el 50% de los que se contagiaron no se siente amenazado por la muerte. Y si somos sinceros, el argumento altruista se agotó. El razonamiento de esta población es 'si me contagio, me inmunizo'. Pero esa es solo una cara. La otra, en la que hay que enfatizar, es la de la responsabilidad social de contagiar a personas que no se van a recuperar. El mensaje tiene que ser 'yo no soy transmisor del virus'. Hoy hay que comunicar de una manera diferente", dice López.
"La narrativa que eligieron sirvió para los primeros 15 días. Pero ahora no está funcionando el argumento de quedate en casa. Los más jóvenes lo viven como un encierro. Teníamos que avanzar más hacia una responsabilidad social. Cuando el presidente nos habla como decepcionado de nosotros, por incumplir la cuarentena, genera desconcierto", apunta José Eduardo Abadi, médico psiquiatra y escritor.
No vislumbrar un horizonte de finalización genera, según Abadi, mayor incumplimiento de las reglas del aislamiento social. "El hartazgo frente a lo que aparece como infinito genera un sentimiento de atrapamiento. La ausencia de futuro nos hace sentir aletargados. No podemos proyectar viajes, casamientos, encuentros, nada. No tener proyectos provoca depresión. Y también desata un sentimiento muy particular de estar flotando sin tiempo. Todo esto lleva en algunos casos a los más jóvenes a ser reactivos. Me revelo y salgo, como un acto liberador", dice Abadi.
No es que no se respeten las reglas de la cuarentena, dice Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina: "Es que cada uno elaboró sus propias reglas de cuarentena y las sigue. Es allí donde está la falla", apunta.
"Hay un desplazamiento del miedo. Nos inmunizamos, no contra el virus sino contra el miedo que generaba el virus. Y esa franja etaria supone que si contrae el virus, no va a ser tan grave. A partir de allí establece sus propios códigos", agrega Cruppi.
Desde las teorías conspirativas hasta la decisión de quebrantar el aislamiento con encuentros clandestinos son todas formas de afrontar lo que nos genera la cuarentena. "O te mata una cosa o te mata la otra. Ese es el planteo que hacen los más jóvenes. Y hay que prestar atención a lo que están diciendo. Porque resulta que somos seres gregarios. Necesitamos del contacto con el otro. Y ahí caemos en el dilema de tener que elegir el mal menor. Se debería tomar en cuenta los efectos del aislamiento en la salud mental de la población. El aislamiento no es una forma en la que podemos vivir", dice Cruppi.
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