Coronavirus en la Argentina: una familia de Villa Fiorito, aislada y separada a la fuerza por los contagios
Una hija, dos nietas y el yerno de José Luis Escobar ya no comparten con él un mismo espacio físico. La familia, de diez integrantes que viven en dos casas en un mismo lote en La Cava, Villa Fiorito, se separó a la fuerza, obligada por el impacto del coronavirusen este asentamiento de Lomas de Zamora que es el foco de contagios más reciente en un barrio vulnerable del conurbano. El Covid-19 dejó a seis miembros de la familia en esas viviendas y a los cuatro que resultaron contagiados, lejos de allí: alojados en albergues transitorios de la zona que se habilitaron como lugares de aislamiento para pacientes leves.
Desde su casa en la calle Morazán, Escobar cuenta a LA NACION que la primera en contagiarse coronavirus fue su hija Carolina, de 39 años. "Se la llevaron el martes de la semana pasada, había empezado con síntomas el viernes anterior", recuerda.
El primer destino en el que quedó aislada fue el club Gimnasia y Esgrima, en la zona este del distrito, a pocas cuadras del centro de Lomas de Zamora; hace pocos días, la trasladaron a otro lugar de aislamiento, el hotel alojamiento Welcome, de Temperley. "Estuvo en el club, pero todos los que estaban ahí hicieron lío y los cambiaron al hotel de Temperley. En el club hacía mucho frío y cuando enchufaban algo, saltaban los tapones", señala el hombre, que tiene 65 años, hace changas y es parte de una ONG barrial llamada Sal de la Tierra.
Al resultado de Carolina le seguirían, una semana después, los tests positivos del yerno y dos de las nietas de Escobar. "El lunes, mi yerno empezó con picazón de garganta y mis nietas, de 21 y 14 años, con fiebre. Hoy [por el martes], a las 8, vino la ambulancia, los llevaron y salieron positivos los tests", recopila. Para que el móvil sanitario llegara a su casa, Escobar habló con un pastor evangélico de la zona que lo contactó con los médicos del operativo Detectar.
Con los tres últimos testeos positivos se completaba un total de cuatro de los diez integrantes de la familia de Escobar infectados y apartados de su casa en La Cava, donde quedaron tres adultos y tres menores con la instrucción de permanecer 14 días en cuarentena. En el barrio se desarrolla el operativo Detectar desde la semana pasada y son más de 30 los casos positivos. "Está lleno de casos, pero mucha gente no quiere ir al testeo", afirma Escobar, vía telefónica.
"A mi yerno y mis nietas los llevaron al hotel Mi Refugio [otro albergue transitorio cercano usado para aislar a pacientes]. Ahí no tienen nada, voy a tener que llevarles cosas. Tengo tres personas de mi familia ahí, y una en el hotel de Temperley, donde están mejor", resume. Y agrega: "A mí no quisieron hacerme el test porque me siento bien".
Fuentes municipales señalan a LA NACION que "tanto en Mi Refugio como en Welcome reciben cuatro comidas diarias y asistencia de enfermeras; los familiares solo tienen que llevar ropa cada tres días, en caso de que tarde el resultado del test".
Escobar, que vive en la casa que da al frente del terreno, comparte ahora el lugar con su esposa, otra de sus hijas y tres menores de edad (sus nietos y bisnietos). Son los seis que quedaron allí, separados de sus cuatro familiares por el coronavirus y con la incertidumbre de vivir en un barrio en el que, en solo tres manzanas, se detectaron 22 infectados. La casa de Escobar está "a dos cuadras" de esas manzanas, dice a la nacion Vanesa, la otra hija del hombre, que no fue aislada y sigue en la casa. A ella tampoco la testearon. "No me hicieron el test porque la doctora dijo que, al momento de contagiarse mi hermana, el virus se tendría que haber manifestado en mí rápido. Me dijo que no salga por 14 días", afirma.
"Tengo miedo"
Vanesa, de 36 años, vive con su hijo de un año y medio. "Tengo miedo. No podemos salir y estoy sola con mi hijo, mis papás que ya son grandes, los chicos. Nací con un solo riñón y estoy operada del corazón", sintetiza la mujer, que añade que se quedó sin empleo porque en medio de la cuarentena cerró la pizzería cercana en la que trabajaba. No sabe cómo se contagió su hermana, el caso que inició la obligada separación familiar. "Ella iba a hacer las compras y a hacerse estudios en Capital", dice al repasar la rutina, en busca de explicaciones posibles para la situación que le toca vivir en su casa del barrio La Cava.
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