Coronavirus en la Argentina: a dos meses del encierro, el miedo y las carencias persisten en Villa Azul
Soledad Seli es una de las 396 personas deVilla Azul que tuvo coronavirus. Tiene 22 años y estuvo un mes internada. Pensó primero que los dolores de cuerpo podían ser un simple resfrío, pero cuando le dio positivo el hisopado la llevaron al Hospital Iriarte y ahí quedó. Estaba embarazada. Dos semanas después del alta, volvió al hospital para tener a su bebé, que ahora duerme en sus brazos mientras habla del miedo al desalojo, de cómo levantaron sus casas con paredes de telgopor y chapas y de qué le pasó durante la internación y el encierro. Gabriela Rodríguez, su amiga y comadre, le pregunta si ya desayunó. Son las 11. Soledad le responde que no.
Villa Azul es ese barrio de Quilmes que fue noticia hace dos meses por ser el primero y uno de los pocos -junto con el barrio José Luis Cabezas en Ensenada y el barrio San Jorge en Tigre- que las autoridades provinciales decidieron vallar para evitar contagios fuera. "En Azul hemos logrado mitigar el brote", dijeron a LA NACION voceros del municipio que lidera Mayra Mendoza, quien dio positivo esta semana. Ya no hay tantos casos, pero los promotores de salud siguen hisopando.
Desde el Ministerio de Salud bonaerense explicaron que no volvieron a encerrar otro barrio porque consideran que la situación está "bastante controlada" allí. "Tenemos 17% de los casos en barrios populares", advirtieron.
Según el censo en barrios populares de la provincia de Buenos Aires, realizado en noviembre de 2018, en Villa Azul viven más de 3000 habitantes. La gran mayoría usa garrafa para cocinar y casi la mitad de la gente tiene un basural a una cuadra.
Recorriendo el barrio se suman más agravantes: por la lluvia del jueves las calles se volvieron intransitables, el barro es resbaloso, las aguas servidas se ven en las pequeñas zanjas que los vecinos hacen para que el agua no entre a las casas. Quienes viven en lo que llaman "La Toma" tiene casas con paredes de telgopor: unos pocos pudieron revocar con cemento y sumarle chapas al techo. Adentro de las casas está oscuro y hace frío.
En el CAPS (Centro de Atención Primaria de la Salud) de Villa Azul está Sebastián Báez. Es odontólogo y maneja todo lo que pasa ahí. "Estamos hisopando tres personas por día, en promedio. Y nos da un positivo cada 15 días", dijo Báez a LA NACION.
Un hombre llega a preguntar si ya está el resultado de su hisopado. Le piden que espere afuera y tome distancia. Adentro, los promotores se mueven rápido en sus trajes blancos y azules.
Después del encierro
Los vecinos y vecinas de Villa Azul ya pueden salir a trabajar si son parte de las actividades aprobadas en la fase 3. Pero la mayoría son cartoneros, vendedores ambulantes en los subtes porteños, hacen changas de albañilería o salen a pedir.
Tienen sentimientos encontrados sobre el tiempo en que el barrio estuvo 15 días vallado, a fines de mayo. "Lo del cierre en una parte estuvo muy bien, porque se llevaron mucha gente que estaba infectada. Pero otra parte no me gustó, porque cerraron la villa y yo justo había inaugurado el kiosquito. No podía ir a comprar al mayorista. Además, si te veían caminando, te custodiaba la policía hasta la puerta de tu casa", cuenta Francisco Patiño, el marido de Gabriela.
Aunque no tenían para pagar el alquiler del freezer ni las bebidas, Gabriela y Francisco le fiaron a sus vecinos. Sabían que todos estaban en la misma. Ella, además, se ofreció a repartir pan casa por casa a quienes no pudieran salir.
Miedo al desalojo
En la villa se siente el miedo al desalojo. Los vecinos ven a lo lejos los camiones de la policía. En los teléfonos circulan videos de operativos policiales en el barrio Los Eucaliptus, a solo 40 cuadras de ahí. Sin embargo, desde el municipio niegan que se trate de un desalojo. "Es importante destacar que no se realizó ningún desalojo, no se demolió ninguna vivienda, ni se dejó sin vivienda a ninguna familia mientras se llevaron adelante estas acciones para comenzar las mejoras del barrio", explicaron desde Quilmes.
Ese miedo es "infundado", insistieron los voceros. Y agregaron: "No se está pensando en desalojar gente. Empezamos a censar las casas en Villa Azul para urbanizar, para mejorar el barrio".
Gabriela ya escuchó varias veces sobre censos y promesas de urbanización. Lo mismo que Susana Davenos, de 67 años, que vive con diez personas más en una pequeña casa. Intenta tapar con chapas y pedazos de tronco la entrada para que no ingrese el agua de ayer. La calle está colmada de aguas servidas.
"Hace diez años nos hicieron el primer censo. Después lo repitieron hace ocho años, otro hace cinco, y así... Te prometen, pero después no pasa nada", dice Gabriela. Susana la escucha, baja su gorro con las dos manos para protegerse del frío, y asiente.
Test serológicos y donación de plasma
"Volvimos a Villa Azul para hacer los análisis serológicos y solamente el 15% de la población tiene anticuerpos, lo cual demuestra que pudimos frenar el brote", explicaron voceros del Ministerio de Salud bonaerense.
De quienes ya fueron dados de alta en el barrio, 133 dijeron que donarían su plasma para otras personas. Por ahora donaron tres. El lunes está previsto que donen cinco más. Los traslada personal de municipio de Quilmes hasta La Plata. Algunos afirman no quieren donar porque creen que el plasma después se va a vender. No confían en nadie.
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