Coronavirus en la Argentina: ¿Cómo se preparan los colegios privados para la vuelta a clases?
Están en pleno relevamiento. Hay que medir la superficie de las aulas, las oficinas y los patios; hacer encuestas para saber qué cantidad de personal está dentro de los grupos de riesgo y no podrá ir a trabajar; averiguar presupuestos para comprar insumos y reforzar las tareas de higiene y limpieza; definir cuál es la mejor manera de dividir al alumnado y qué días irá cada grupo. Establecer la cantidad de horas que tendrá la jornada reducida y cómo se organizará el ingreso y la salida del edificio. Aprovechando el tiempo libre que deja las vacaciones de invierno y con la guía en mano del protocolo nacional para el regreso presencial a las aulas, muchas escuelas ya se pusieron en marcha para elaborar sus propios manuales para la vuelta a clases. Como un traje a medida, cada uno adoptará los cambios según sus recursos y su infraestructura. Es un trabajo complejo y casi artesanal, que demandará capacitación, flexibilidad y costos extras que no estaban previstos.
En el AMBA no hay fecha definida aún, pero hace diez días, 175 colegios privados se reunieron vía Zoom para debatir sobre el tema. La comisión #EscuelasdelFuturo, formada por representantes de siete instituciones asociadas a Establecimientos Privados Educativos Asociados (EPEA), expuso los lineamientos generales del protocolo macro y compartió sus experiencias. "Hay que hacer un mapeo de la situación para poder organizarse. Sugerimos armar un comité específico organizado en 5 pilares: infraestructura, recursos humanos, higiene y seguridad, comunicación y aspectos pedagógicos. A partir de ahí, nosotros desarrollamos lo que vamos a implementar en cada área", cuenta Lucía Monsegur, directora de Relaciones Institucionales y Finanzas del colegio Michael Ham, con una sede en Vicente López y otra en Nordelta. La institución ya tiene su propio protocolo redactado, un total de 17 páginas que responden a los pisos mínimos y obligatorios que todas las escuelas deberán cumplir y suman algunas disposiciones propias. Entre algunas de las acciones que comparte Monsegur está la readecuación de los pupitres en las aulas, donde ser armaron burbujas compuestas por triángulos que respetan el metro y medio de distanciamiento obligatorio, lo que permite acomodar a 15 estudiantes por aula. "Para no complicar a las familias, pensamos en dividir al alumnado en dos grandes grupos y por orden alfabético. Nuestro esquema será dos-uno-dos: lunes y martes tendrá clases presenciales el primer grupo, que está conformado por la mitad de la lista de cada grado, tanto primaria como secundaria. El miércoles la escuela está cerrada para limpieza y desinfección exhaustiva, y jueves y viernes viene el segundo grupo. Así todos los alumnos tienen dos días completos presenciales en la semana y no volvemos locos a los padres. La jornada será de seis horas, y para el almuerzo estamos pensando en vianda individual como única opción".
Con transmisiones en vivo para los que están en casa
Sobre la avenida Francisco Bilbao, en Flores, está uno de los edificios del colegio Limerick, que abrió las puertas en el barrio hace 27 años. De jornada completa, formación laica y un plan de educación bilingüe, hoy tiene alrededor de 800 alumnos. Antes de que comenzaran las vacaciones, el colegio envió una encuesta a los docentes y las familias. La mitad ya respondió, y los directivos esperan que llegue el resto para comenzar a diseñar un plan de acción. "Lo primero es saber con cuántos docentes vamos a contar. En la encuesta les preguntamos sobre sus patologías previas, con quiénes conviven y si tienen hijos menores o adultos a cargo. Quiénes están dispuestos a flexibilizar su horario, si usan transporte público para venir a la escuela, y qué temores tienen ante el regreso, algo que es muy importante para abordar en la capacitación que todos tendremos que hacer", dice María Virginia Garjón, representante legal de la institución, y adelanta que ya están trabajando en el diseño de toda la cartelería y señalética para cada una de las sedes.
"En la sede de Bilbao están los más chicos, desde el nivel inicial hasta 4° grado. Estamos pensando en un sistema de señalización con animales y distintos símbolos para que puedan comprender y asimilar el concepto de la distancia. La idea es que sea todo a través del juego, por eso también en los patios habrá distintas estaciones marcadas en el piso, laberintos y otros juegos para hacer recreos más dirigidos. De todas formas, todo será una cuestión de ensayo y error. Cuando llegue el momento nos daremos cuenta si lo que implementamos funciona o no, y sobre eso habrá que ir haciendo ajustes", proyecta Garjón, que con respecto a lo pedagógico imagina para los alumnos del secundario un plan más ambicioso. Cada curso se dividirá en dos grupos, A y B. Mientras el grupo A está en el aula de manera presencial, el grupo B sigue la clase desde su casa a través de transmisiones en vivo: "A nivel tecnológico podemos hacerlo. La intención es doble, que los chicos trabajen de manera integrada y que los docentes no tengan que hacer doble esfuerzo repitiendo los contenidos con cada grupo. Haremos la prueba, y ojalá funcione".
Distancia social en el aula, en los pasillos y en los patios
En el St. Nicholas' School, en Olivos, y también en el resto de los colegios consultados, esperan la publicación de los protocolos jurisdiccionales para hacer los ajustes que sean necesarios, aunque todos coinciden en que no habrá modificaciones sustanciales en los ejes troncales que marca el protocolo nacional. "Evaluamos distintos escenarios según cada nivel, con la concientización del distanciamiento como clave en todos los espacios. Nuestra recomendación es que no se debe pensar términos de capacidad estática, la circulación debe estar incluida. Puedo tener una determinada cantidad de alumnos sentados, pero tengo que pensar en cómo entran y salen de ahí. Por eso estamos diseñando una cartelería que anticipe y promueva la autonomía. Que los chicos no estén por el colegio preguntando por dónde tienen que ir o por dónde salir", grafica Carolina Bengochea, directora del secundario y miembro del directorio del colegio, y luego añade: "Nuestra intención es albergar a la mayor cantidad de alumnos posibles, sobre todo en el último año del secundario. En este nivel pensamos en habilitar espacios más grandes, como los salones de actos y conferencias para no tener que dividirlos".
Desde la Asociación de Institutos Educativos de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba) y la Junta Nacional de Enseñanza Privada (Junep) también están trabajando en colaboración con la gestión estatal para reorganizar el retorno a las aulas. "Cuando llegue el momento estaremos allí presentes, a pesar de la situación financiera crítica que hoy viven muchas instituciones. La escuela privada no dejará de abrir y pondrá como prioridad la gestión del camino a la normalidad educativa, en todos sus aspectos, de bioseguridad, sanitarios, psicológicos, emocionales y legales –anticipa Martín Zurita, secretario ejecutivo de Aiepba-. En las jurisdicciones provinciales en las que la apertura física ya fue decidida estamos trabajando para adaptar los protocolos, capacitar a los equipos directivos y hacer reuniones exploratorias con las familias y los docentes. También armamos un esquema de compra comunitaria de insumos, para ayudar a que todas las escuelas puedan brindar mecanismos de prevención sólidos. La educación privada es un servicio público y abrirá cuando corresponda, como lo hizo en todas las situaciones críticas que vivió anteriormente el país. Hoy hablar de protocolo es también hablar de futuro y de la capacidad de resiliencia de nuestros docentes y recursos humanos".
Cambios que implican un presupuesto extra
Mientras da batalla para abonar los sueldos del personal, con una mora en el pago de las cuotas que aumenta mes a mes, Silvia Fernández, del Instituto José Hernández, en Merlo, piensa en paralelo en cómo adaptarse a los cambios que exige el protocolo. La conectividad y el uso de dispositivos tecnológicos es muy dispar entre su comunidad educativa, pero a pesar de los contratiempos que la escuela tuvo para sostener la continuidad pedagógica, Fernández coincide con todos sus colegas que la virtualidad en la enseñanza llegó para quedarse. "Al principio hubo mucha resistencia de algunas familias a las clases por Zoom, pero de a poco se fueron adaptando. De los 400 alumnos que tiene la escuela, hay aproximadamente un 40% que tiene problemas para conectarse. Será ese grupo al que nosotros vamos a priorizar para el regreso a las clases presenciales", argumenta Hernández, que está calculando en cuánto tendrá que aumentar el presupuesto para las tareas de limpieza y desinfección.
Otro de los puntos que analizan los colegios se relaciona con el tiempo que demandará la entrada y la salida de los alumnos, y cómo va a organizarse el procedimiento de higiene y los controles para el ingreso del personal y los alumnos, en muchos casos con declaraciones juradas que se renovarán de forma diaria. "El ingreso al colegio será escalonado, pero aún no sabremos exactamente cuánto demorará. Estimamos un horario entre las 8 y las 10, para que cada grado pueda entrar de manera ordenada y respetando la distancia. Será una escuela nueva para todos, y hay un clima de mucha solidaridad entre todos los colegios, de compartir ideas y de unirnos en lo que se pueda, también en la compra conjunta de insumos de uso obligatorio para la prevención de los riesgos, como barbijos, máscaras de acetato y otros elementos", aporta Martín Ferreyra, director ejecutivo del Holy Cross School, una institución bilingüe y católica, en Beccar.
El colegio Northlands, con sedes en Olivos y Nordelta, también forma parte del comité #Escuelas del Futuro, y desde la institución sugieren que además de la complejidad que todos estos cambios suponen, hay que trabajar sobre las oportunidades. "El salto que se dio en el uso de las nuevas tecnologías fue muy grande. Se impuso de un día para otro y hubo que adaptarse. Cuando las clases presenciales regresen serán jornadas más cortas, pero también seguiremos trabajando de manera virtual, por eso debe haber una mirada académica para mejorar y profundizar ese trabajo. Cada colegio redactará un protocolo a su medida. Hay que ganar tiempo para cuando llegue ese día", concluye Eugenia Rodríguez, directora de finanzas, sistemas y recursos humanos del Northlands.
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