Coronavirus: los aciertos, giros y riesgos del Presidente como vocero de la crisis, según los expertos
A pesar de los riesgos de la alta exposición, especialistas en comunicación política creen que fue un acierto que Alberto Fernández sea elvocero principal de la crisis por el coronavirus. Sin embargo, advierten que el Presidente debería ser prudente, dosificar sus apariciones y evitar que su mensaje vuelva a caer en la grieta.
En apenas un par de semanas, el Gobierno pasó de subestimar el impacto del virus a reaccionar con una batería de medidas drásticas. Este giro tuvo una particularidad: el jefe del Estado se puso al frente de la comunicación. El 12 de marzo, Fernández usó la cadena nacional para alertar a la población sobre el avance de la pandemia. Luego, concedió entrevistas en radio y televisión en las que anticipó decisiones extremas o reprendió a los "idiotas" que violaron las restricciones.
Expertos consultados por LA NACION indican que el contexto internacional-el dramático escenario en Italia o España por la expansión del virus-y la estrategia discursiva oficial (mostrar que el Presidente decide según las recomendaciones del comité de especialistas) le permitieron a Fernández generar consensos inmediatos en torno a sus medidas.
Mario Riorda, politólogo especializado en comunicación política, señala que uno de los desafíos que enfrenta Fernández es "controlar el exceso de emotividad". "Al menos desde lo sanitario, todavía la situación no es de riesgo extremo ni de crisis. No gastar emotividad antes de tiempo es un elemento de prudencia", explica. "Dentro de este punto también vale el resguardo ante el exceso de aparición pública y la autocelebración de su altísimo nivel de adhesión -sugiere Riorda-. Si hay pronósticos de crisis, arroparse en la prudencia y la cautela nunca es mala opción".
Al mando de la vocería oficial, Fernández desplazó de la escena pública al ministro de Salud, Ginés González García, quien fue blanco de críticas por haber relativizado el peligro del coronavirus. "En todos los países cuya política sigo, en tiempos de crisis, la sociedad mira al presidente o presidenta para que le cuente lo que pasa. Es algo natural", afirma María Esperanza Casullo, politóloga y profesora de la Universidad Nacional de Río Negro.
Según Orlando D'Adamo, analista del discurso y director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano, la comunicación durante una crisis sanitaria "debe inspirar seguridad", sin exhibir "contradicciones". Por eso, sostiene D'Adamo que es esencial que no haya varios voceros. "Fernández comunica en un tono muy adecuado a las circunstancias. Si ya está instalado como la voz oficial, eso no debería modificarse", plantea.
El politólogo y consultor Julio Burdman observa "un giro de fondo" en la estrategia de Fernández: "Está comunicando como un jefe de Estado, abandonando las formas del líder partidario". Pero advierte: "Es clave que se mantenga así. Si vuelve al barro, esta nueva y notable legitimidad adquirida se diluirá".
Para Lucas Romero, director Synopsis Consultores, Fernández "explota su capacidad de vocero" con la emergencia. "Desde el punto de vista de conducción de la crisis, es acertado que él asuma la vocería porque la gente necesita escuchar al Presidente", asegura el politólogo, aunque menciona los riesgos de que el mandatario se exponga con tanta frecuencia a entrevistas.
Riorda percibe "más concentración y coordinación" en la estrategia oficial, en comparación con los primeros días de la crisis. "El Gobierno perdió el miedo al miedo. Por ejemplo, es el propio presidente quien actúa de vocero punitivo o sancionador frente a las inconductas", resalta el presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales.
Casullo, doctora en Ciencia Política por la Universidad de Georgetown, opina que el Poder Ejecutivo "comunica razonablemente bien" dadas las circunstancias. "Intentar encontrar ‘errores’ supone que sabemos cuál es la estrategia adecuada -reflexiona Casullo-. En este momento los gobiernos están improvisando y volando casi a ciegas. No hay manuales y ni repertorios que seguir, se están inventando minuto a minuto."
Entre las falencias del mensaje oficial, D'Adamo indica que la Casa Rosada debería "explicar más", sobre todo a los jóvenes, la necesidad de tomar recaudos o repetir con mayor frecuencia las recomendaciones sanitarias. "Hay que insistir hasta el hartazgo", sostiene.
Romero detecta dos aciertos: Fernández repite que se guía por los consejos del comité de expertos científicos cuando comunica medidas antipáticas, como el aislamiento total. Y, en paralelo, "pone el foco" en la necesidad de que la población colabore. "En algún punto, se exculpa de las decisiones que toma", dice.
¿Aplicar miedo?
La comunicación de la crisis dispara un interrogante: ¿es necesario infundir miedo para que el aislamiento obligatorio funcione? Riorda sostiene que "la dimensión judicial y punitiva del riesgo siempre es una necesidad de una comunicación efectiva".
"¿Riesgos de esto? Tensiones con la libertad -apunta el politólogo-. Es una constante en situaciones donde la sociedad debe adaptarse imperativamente a un nuevo orden."
Burdman, director de Observatorio Electoral Consultores, subraya que "las estrategias de miedo pueden ser controversiales y, por ende, riesgosas" y afirma: "Lo ideal es ubicarse por encima de esos métodos, representando aquello que es necesario para el bienestar general. Y no confundir esto con los discursos políticos: donde Fernández empieza a emitir juicios de valor se debilita su mensaje".
Para Casullo, "es razonable" el discurso del Poder Ejecutivo sobre la cuarentena. "No pasa por endurecer o no el discurso. Hay factores que dificultan el cumplimiento que son reales (comprar víveres) y, por otro lado, en los últimos días vimos un diluvio de desinformación. Es un momento muy difícil", asevera.
En esa línea, Romero considera que "lograr un mayor cumplimiento de las medidas de confinamiento no es un objetivo de la estrategia comunicacional, sino que tiene que ser motivo de la acción punitiva". En cambio, D'Adamo opina que el Presidente debería endurecer su mensaje: "Tiene que remarcar que lo peor está por venir, pero con dosis de esperanza". Y aventura: "Fernández se juega buena parte del éxito de la construcción de su liderazgo en esta crisis".
Mientras tanto, en la Casa Rosada se entusiasman con los números de las encuestas que muestran un crecimiento de la imagen positiva del Presidente desde que empezó la crisis.
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