Contactos reservados entre los gobernadores peronistas, que entraron en un estado de asamblea permanente
No hay “albertistas” entre ellos y evitan enfrentarse abiertamente a Cristina Kirchner pensando en las elecciones de sus propios distritos
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CÓRDOBA.- La preocupación de los gobernadores peronistas por la alta inflación que impacta en el humor social y por las peleas internas en el Frente de Todos los mantiene en una suerte de estado de asamblea permanente. Además de las reuniones -como la que se produjo anoche- en la sede de la Comisión Federal de Impuestos (CFI), hubo otros encuentros virtuales, además de llamadas permanentes. Los mandatarios más activos son los del Norte. Esa comunicación no tiene, hasta ahora, el resultado de una estrategia unificada. Hay desconfianzas mutuas y nadie que genere consenso en el arco político oficialista. Aún menos, interés significativo en el electorado.
Esta dinámica de contacto permanente comenzó hace poco más de un mes e incluso hay reuniones que no les son comentadas al jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien solía estar al tanto de todos los movimientos cuando asumió el cargo. Las “excusas” para los encuentros bilaterales o de grupos son varias: acuerdos por temas de interés común, para coordinar agenda legislativa o para participar en un aniversario. Siempre, después, hay tiempo para conversaciones políticas de la coyuntura.
Entre los gobernadores peronistas no hay “albertistas”. Incluso la presencia de referentes cercanos al Presidente es muy escasa en el interior. A diferencia de lo que puede suceder en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, no hay terminales o funcionarios “albertistas” en el territorio. Ayer en el CFI hubo un nuevo encuentro en el que estuvieron Jorge Capitanich, Gildo Insfrán, Alberto Rodríguez Saá, Sergio Ziliotto, Alicia Kirchner y Claudia Ledesma (presidenta provisional del Senado y esposa de Gerardo Zamora), entre otros.
El momento de mayor cercanía de los mandatorios con Alberto Fernández fue cuando, en campaña, lo apoyaron abiertamente y él les prometió que gestionaría con ellos, lo que ratificó cuando asumió. Sin embargo, eso nunca se cristalizó en la gestión. Los mandatarios salieron a apoyarlo después de la derrota de las PASO, cuando Cristina Kirchner lo criticó en una carta abierta después de una masiva presentación de renuncias de ministros que le respondían.
En esas semanas caldeadas, en una reunión en La Rioja se habló de un relanzamiento del Gobierno con medidas para un shock del consumo. Tampoco se concretó. Con el paso de los meses, la inquietud va en crecimiento: los mandatarios están convencidos de que probablemente no alcance con adelantar las elecciones para despegarse de la significativa caída en imagen que tiene Fernández y su administración.
Hace un mes, desde la Casa Rosada desactivaron una reunión en el CFI, aunque igual los mandatarios empezaron a trabajar en los puntos que le plantean a Fernández y que apuntan a medidas concretas de lucha contra la inflación y a un reposicionamiento de su gestión. También tejen sus propias redes: se reunieron con Sergio Massa y algunos sondean un acercamiento con el cordobés Juan Schiaretti; ya pasaron por su despacho Capitanich y el riojano Ricardo Quintela.
Fuentes de gobernaciones del norte admitieron a este diario el fracaso que tuvo la iniciativa para actuar como “intermediarios” para un acercamiento entre Fernández y Cristina Kirchner. Fue por eso que hubo algunos que pensaron que Massa podía jugar ese rol. “Tampoco pasó”, sintetizó un ministro.
Quintela estuvo con Fernández e hizo la foto de ocasión. Es de los pocos dispuestos a seguir apostando por el Presidente. Sus pares prefieren la distancia: por eso, cuando arreciaron las críticas de los funcionarios kirchneristas, ninguno salió al cruce. “Ya está; llegado el caso habrá un apoyo institucional porque no nos conviene que la crisis siga escalando”, sostienen desde una jurisdicción de las grandes.
En los cruces de llamadas y reuniones hay un tema que despuntó hace unas semanas: la posibilidad de implementar una billetera electrónica o algún tipo de herramienta que las provincias pudieran poner en marcha para evitar el impacto de lleno de la inflación en los bolsillos. “No hay nada concreto, solo algunas ideas que se intercambian”, señala un dirigente tucumano.
Desconfianza y falta de nombres
En medio de tanto intercambio, hay espacio para buscar a quién impulsar como posible candidato presidencial, porque los gobernadores descuentan que habrá PASO. Capitanich -el que tiene más llegada con Cristina Kirchner- está anotado y el santiagueño Gerardo Zamora no descarta ser parte de una fórmula. Manzur, cuando se sumó al gabinete, tenía intenciones de una postulación, pero su protagonismo es zigzagueante: escaló, bajó y ahora busca reacomodarse.
Así como toman distancia de Fernández lo hacen con la vicepresidenta, aunque son cautelosos porque temen que pueda armar listas paralelas en las provincias. “En las legislativas se perdió o, en la mayoría de las que se ganó fue por poco. Dividir votos sería más complicado”, reconocen desde San Juan.
De todos modos, aún no hay nombres que generen consenso para salir a avalarlos en bloque. Los mandatarios buscan que, además de resultarles atractivos, los postulantes tengan presencia ante los agentes económicos y también en Buenos Aires, el distrito decisivo en elecciones nacionales.
La calle del medio
En unos días se repetiría la reunión entre referentes del peronismo no kirchnerista y algunos radicales. Ya tuvieron un primer acercamiento en la casa de San Isidro del exgobernador de Salta Juan Manuel Urtubey. Participaron los gobernadores de Jujuy, Gerardo Morales (UCR), y de Córdoba, Juan Schiaretti (PJ), el exmandatario de Chaco Ángel Rozas, el exministro del Interior y diputado por Entre Ríos Rogelio Frigerio, el intendente de Rosario, Pablo Javkin (Frente Progresista), y los diputados nacionales por Buenos Aires Florencio Randazzo, Graciela Camaño y Emilio Monzó.
“No se trata de un armado electoral -dice Urtubey a LA NACION-, sino de la búsqueda de acuerdos políticos para políticas públicas comunes. Vamos a seguir trabajando no solo en el diagnóstico sino en el diseño de herramientas. El grave problema es la pérdida de confianza en el sistema político actual, no es solo que no hay confianza en el Gobierno”.
Allegados a Schiaretti sostienen que está preocupado más por las condiciones políticas que por las económicas, a las que reconoce como “muy complejas” pero no como para derivar en problemas sociales. “No hay que ceder a la tentación de que cualquier reunión de dirigentes sea vista como un armado político”, deslizan.
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