Conservar el poder en el llano
En su última alocución ante el Congreso es previsible que un presidente que se va lleve adelante un balance de su gestión; sobre todo, cuando han sido doce años ininterrumpidos al frente de la Casa Rosada, como la misma mandataria lo reconoció.
Sin embargo, lo que debió ser un balance ecuánime y sereno, capaz de incluir a todos los argentinos en sus logros y en sus deudas, se tradujo en una larguísima disertación autocomplaciente, capaz de celebrar sin fisuras esos doce años. Un relato en el que Néstor y Cristina fundan una nueva Argentina desde las cenizas en las cuales la encontraron.
Para eso, la Presidenta se presentó ante la sociedad como la jefa de una facción partidaria que divide el campo político en "ellos" (últimamente los que eligen la tristeza) y "nosotros" (los que se quedan con la alegría), en lugar de interpelarnos como la Presidenta de todos.
El discurso fue más contundente por sus silencios que por sus palabras. Aquello sobre lo cual la Presidenta no habló resulta más significativo que aquello que dijo. Cristina Kirchner no refirió a los problemas que padece la Argentina. Si se leen las últimas encuestas, los temas que preocupan a la ciudadanía, en primer lugar, son la inseguridad, la inflación y el desempleo, apareciendo en un segundo bloque la corrupción, el acceso a la salud, la calidad de la educación y el narcotráfico. La jefa del Estado no mencionó las dificultades que su gobierno le deja al país.
Además de haber quedado claro cuánto le fastidia que alguien le recuerde los problemas irresueltos, dada su intempestiva reacción frente a los carteles que le exhibieron algunos diputados sobre el atentado a la AMIA, su discurso de auto- celebración y la división del campo político en "nosotros" y "ellos" tiene como principal destinatario a los suyos, con el objetivo de mantener una base de apoyo a su liderazgo una vez que finalice su mandato. Se trata de conservar algo que para ella es muy importante: poder en el llano.
Al final de su arenga parece haberlo dejado más claro todavía. Cristina Kirchner cree que nadie puede gobernar como ella, ni siquiera un miembro de su partido. Piensa que es la única capaz de enfrentar a los poderosos. Sin embargo, el legado que recibirá el futuro gobierno no son las incomodidades a las que refirió Cristna Kirchner, producto de su eventual lucha contra las corporaciones, sino el estancamiento económico, el avance del narcotráfico, la inseguridad creciente, el temor al desempleo, la falta de transparencia de los actos de gobierno, la persistencia de la pobreza estructural, la arbitrariedad en la distribución de los recursos en detrimento del federalismo, la intolerancia, el deterioro institucional y la impunidad.
La autora es decana de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín
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