"Para este lado, Eli, mirame. Ponelo derecho... Así, perfecto, ahí está bien". Elizabeth González recibe las indicaciones de su cuñada, mientras clava el quinto poste de madera de lo que será una casa. No saben cuándo tendrán la plata para construir las paredes, pero, de momento, la estructura les permite reafirmar la posesión del terreno.
El lote, ubicado en el barrio Los Hornos, en la localidad de La Plata, "pertenece" a la suegra de González."Yo solo le estoy dando una mano con la construcción. Mi casa es la de ahí enfrente", dice la cocinera, de 41 años, y, con el martillo en la mano, señala una casilla de madera, pintada de blanco, de la cual salen corriendo varios chicos.
La casilla todavía no tiene piso, y un par de nylons negros hacen de cubierta. Lo poco que lleva construido, González lo financió con dinero recibido de laAsignación Universal por Hijo, que percibe por sus dos hijas, de cuatro y siete años.
El terreno de González, el de su suegra y todos los de alrededor tienen diez metros de frente por 30 metros de fondo. "Vamos agarrando todos de, más o menos, el mismo tamaño", dice la cocinera, que, actualmente, se encuentra desempleada. La medida del lote es un código implícito que respetan entre vecinos.
Las tomas hacen eco en otros más de 200 puntos del partido de La Plata, dentro de sus 926 kilómetros cuadrados de extensión
En las más de 160 hectáreas donde, hasta 2014, solía funcionar el Club Planeadores La Plata, cada ocupa se encarga de demarcar sus 300 metros cuadrados con menor o mayor sofisticación: desde cintas de colores, sogas y bolsas, hasta cercos sólidos hechos de varillas y alambre.
Algunas familias ponen carteles de plástico con sus apellidos, para advertir que llegaron primero. Otras, montan casillas, arman carpas o dejan chapas tiradas; eso indica que el terreno se encuentra ocupado. Con o sin construcción, la vorágine de la toma obliga a los nuevos "propietarios" a visitar sus lotes, a diario, para asegurarse de que no se los adueñe otra persona.
"Acá somos todos del barrio y sabemos de quién es cada parcela. El problema es que, a veces, viene gente que no conocemos, la mayoría, paraguayos o bolivianos, y se nos quiere meter", explica González.
Hace varios años que estos terrenos, que pertenecen a la Agencia de Bienes del Estado (AABE), se encuentran desocupados. Pero la toma empezó este febrero y crece cada día más. ¿Por qué en febrero? "No sé, un vecino se dio cuenta, y atrás vinimos todos", dice González.
Lo cierto es que la ocupación de Los Hornos es, actualmente, la más grande de la provincia de Buenos Aires, según Oscar Negrelli, secretario de Coordinación de la municipalidad de La Plata. "El censo que hicimos arroja unas 200 familias viviendo. Si no se hace un desalojo preventivo urgente, se llegaría a las 500 en pocos días", afirma Negrelli.
A las familias que habitan en el predio, se suman otras 1000, que se apropiaron de algún terreno para hacer negocios o, en un futuro, construir su vivienda.
Las usurpaciones de los últimos seis meses superan las del período 2015-2019
En los últimos seis meses, el municipio platense recibió denuncias por 22 usurpaciones masivas –tomas que involucran, aproximadamente, a más de diez familias–. "Tuvimos 15 casos durante los cuatro años de la primera gestión. Ahora, solo desde diciembre hasta julio, ya superamos ese número", dice Augusto Sciaretta, director de Tierras y Viviendas, que acompaña al intendente Julio Garro desde 2015.
Según Sciaretta, el Municipio se encuentra trabajando en un proyecto de urbanización de la zona, junto al gobierno provincial y la Nación, para abrir calles, proveer infraestructura y generar un loteo social.
"Aún no sabemos de dónde van a salir los fondos, porque es algo muy costoso, pero, seguramente, sea un trabajo mancomunado entre los tres gobiernos, organizaciones sociales y sindicatos", sostiene el funcionario.
Uno de los principales motivos que le dificulta al gobierno local controlar la toma de Los Hornos, como tantas otras ocupaciones informales, es la falta de reclamo por parte de los propietarios de las tierras. "Sin un privado que de aviso, ni una orden de desalojo, no los podés sacar. Ellos lo saben y se aprovechan", afirma Sciaretta.
Al lado de las tierras de la AABE, hay otras 30 hectáreas con dueño particular. Un señor mayor, que lleva puesto un piluso beige y botas de goma azules, quema los residuos de un desalojo que realizó días atrás, con ayuda de la policía provincial.
El hombre posee un tercio de aquellas hectáreas, desde hace más de veinte años. "Es desgastante. Todo el tiempo me avisan que se metió gente y tengo que venir a sacarlos", se queja. A lo lejos, se ven grupos de personas que eligen, a dedo, una fracción de descampado y comienzan a desmalezar la superficie con asadas y tijeras.
Las tomas son, cada vez, más violentas
Las tomas hacen eco en otros más de 200 puntos del partido de La Plata, dentro de sus 926 kilómetros cuadrados de extensión. El denominador común, en todas las áreas con ocupación de tierras, es la inseguridad, que crece, exponencialmente, a medida que aumentan las tomas.
El Rincón es un barrio ubicado al noroeste del municipio, lindero a City Bell. Es una zona prolija, con algunas calles de asfalto y otras de tierra, donde vive, según coinciden varios vecinos, "gente de clase media, joven, que accedió al plan Procrear y vino, acá, en busca de tranquilidad".
Pero la tranquilidad es, justamente, lo que más escasea en el barrio. En particular, en las calles próximas a la 141, entre 438 y 443, territorio en el que plantaron bandera los integrantes de la familia Sánchez, apodados "Los Misioneros", que encabezan una toma de terrenos violenta. Allí, cuatro patrulleros monitorean las calles y denotan la existencia de peligro.
"Si te digo 400 o 500 tiros, me quedo corta. Pasamos dos noches de mucho miedo, con mi hija y mi nieta, refugiadas debajo de la cama. Esto es tierra de nadie", dice, una jubilada de 67 años, mientras barre las hojas de su vereda, a unos pocos metros de la calle 141.
Los Misioneros roban, queman y usurpan casas; se instalan en jardines ajenos. La semana pasada, intentaron avanzar hacia Los Porteños –un barrio más prestigioso que El Rincón, del cual los separa un arroyo–, lo que desencadenó un enfrentamiento con la policía. Tras "tiroteos, balazos de goma, gases lacrimógenos", según describe una vecina, la familia Sánchez dio marcha atrás con la toma.
Estafa
Negrelli, el secretario de Coordinación, reconoce la dificultad que atraviesa su equipo para "poner un freno" a la expansión de las tomas: "Es una cuestión que crece muy rápido. Algunos, se avisan, entre sí, que hay terrenos desocupados, y se instalan. Otros, entran a punta de pistola, como en El Rincón. También, están los que se apropian de tierras y las ofertan por las redes sociales".
Detrás del Hospital Melchor Romero, no muy lejos del barrio Los Hornos, a Braian Astrada, de 29 años, y su mujer los atraviesa la incertidumbre de no saber cuál será su paradero. Hace 15 días, en un grupo de Facebook, vieron publicado un terreno en el cruce de las calles 177 y 529. Con $20.000 que tenían, del Ingreso Familiar de Emergencia, pagaron una primer cuota, de la mitad del valor de la tierra –$40.000–, y construyeron una casilla para vivir con sus tres hijos.
Días atrás, un privado les advirtió que los va a desalojar. "No sabíamos que esto pertenecía a otra persona. Ahora, el que nos lo vendió, nos oferece mudarnos a su patio, pero ese no era el acuerdo", se lamenta Astrada.
Frente al terreno de Astrada, un señor empieza a construir una casa para su hija. Todavía, nadie lo invitó a retirarse. Mientras no aparezca una denuncia, él y todas las familias que, en paralelo, han descubierto, en algún lugar del municipio de La Plata, una oportunidad para instalarse, podrán tomar posesión de las tierras con tranquilidad.
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