Con su propio “plan platita”, Milei arriesga todo en 2025
Cuando se está en el poder, una derrota electoral de mitad de mandato o, incluso, una victoria lánguida pueden condicionar la sensación de gobernabilidad y de capacidad de cambio a fondo
- 9 minutos de lectura'
Entre la oferta del mercado político argentino, Javier Milei y la gestión mileísta son los que están más jugados. Aunque parezca lo contrario, la apuesta 2025 pone al Gobierno en un escenario a todo o nada. Mucho más que al kirchnerismo y que al macrismo, que enfrentan el desafío de la sobrevivencia. Todos tienen mucho que perder, pero, sin dudas, Milei mucho más. Cuando se está en el poder, una derrota electoral de mitad de mandato o, incluso, una victoria lánguida pueden condicionar la sensación de gobernabilidad y de capacidad de cambio a fondo. Es decir, pueden dar la señal más temida: que la moneda del poder está otra vez en circulación, y antes de tiempo.
En ese sentido, el nuevo año llega con desafíos únicos para Milei. El Gobierno buscó instalar un espíritu triunfalista para cerrar 2024: tuvo datos suficientes para eso. Pero lo central es que busca crear desde ahora mismo idéntica sensación de éxito hacia el futuro inmediato, 2025. La elección legislativa reducida a un trámite de aprobación de una conquista ya producida: la del cambio estructural en sentido libertario. Pero el futuro todavía está lejos, incluso el corto plazo del proceso electoral. El curso del tiempo es así: no envía señales inequívocas a pedido de la política que confirmen un 2025 de puros éxitos. A lo sumo, da atisbos de respuestas en focus groups y encuestas a medida. El Gobierno las divulga con esa intención: avisar que la Argentina entró en la era Milei y que eso ya es irreversible. Eso, puertas afuera. Puertas adentro, cuando el diálogo se da entre los propios, el mensaje es: “Esto recién empieza”.
En este presente, con el horizonte en 2025 hay cuatro preguntas centrales. Son cuatro fuentes de incertidumbre. Se las hacen los argentinos, pero también, inversores del exterior interesados en sectores productivos claves. Llegan consultas sistemáticas a analistas y actores políticos y económicos de una Argentina bullish en oportunidades en oil & gas, en minería de litio y de uranio, entre otros. La primera duda apunta directamente al resultado electoral: ¿la elección de 2025 significará otro paso en la confirmación de que el kirchnerismo y su matriz conceptual económica se encaminan hacia la puerta de salida? ¿O, al contrario, generará más dudas que certezas sobre la fortaleza del proceso iniciado por Milei?
Milei logró construir confianza en los mercados y en la opinión pública sobre la base de dos elementos. Primero, la efectividad de su plan económico para sujetar la inflación y el dólar, a pesar de la mirada en contra de economistas y analistas destacados. Segundo, decisión política férrea. “Coraje con formas ásperas”: así sintetizó Milei su fórmula de gobierno la semana pasada.
También contó con una yapa que tiene su lógica propia, pero que Milei aprovechó al máximo: el vaciamiento de la oposición. Como ha dicho el encuestador Jorge Giacobbe: “Si dos hermanitos con cinco perros llegaron a la Casa Rosada es que del otro lado no hay nada”.
Pero en política todo lo que sube baja. Y el camino del poder está cargado de obstáculos impensados y de errores no buscados. Por eso los inversores hacen otra pregunta: ¿cuál es la relación de Milei con el Congreso, el territorio político donde los oficialismos deberían consolidar sus decisiones en consensos más estructurales con las oposiciones? El Gobierno prorrogó ayer el presupuesto 2023. Para el Gobierno, es un signo de fortaleza: Milei y Luis Caputo insisten en que las piezas centrales de su plan económico no requieren de la aprobación del Congreso. Pero hay otra lectura posible: la imposibilidad de aprobar un presupuesto en el Congreso subraya la debilidad institucional del mileísmo. Cuando las papas quemen, esa debilidad política puede volverse inquietante. Por eso lo económico, sobre todo en la dimensión donde el Congreso no interviene, es imprescindible para el Gobierno.
La segunda pregunta apunta a ese resultado económico: ¿el shock fiscal con inflación a la baja y dólar controlado será sostenible? Está claro que Milei no arrojará sus logros macroeconómicos a la hoguera de la emisión con fines electorales. No habrá “plan platita” modelo Massa 2023 ni Cristina 2015, para apalancar al candidato Scioli. Nada de uso político de la macro en forma de un gasto de entre 1 y 2% del PBI para tomar cautivo al bolsillo del votante.
Pero el mileísmo tiene su propia versión de “plan platita”. Un “plan platita” a la inversa: pasa por seguir jugándose al shock antiinflación sin contemplación, con el ajuste recargado. Para 2025, Milei promete “motosierra profunda”. También, cuidando la otra de las joyas de la corona mileísta: el dólar barato, aunque se empiecen a sentir los efectos colaterales de esa decisión económica. La noticia de que Santiago Caputo, el estrategia estrella de Milei, influyó en la política macro de Luis Caputo hace diez días a la hora de intervenir para mantener el dólar a raya fue todo un dato político. ¿Uso político de la macro con objetivo opuestos al del kirchnerismo?
Para responder a esos focos de calor de la macro, el Gobierno organiza un nuevo sistema de argumentos. El eje es presentar la política macroeconómica racional como la base de la política social y redistributiva. Al tema dólar y los pedidos de devaluación les responden con la misma descalificación a los que no veían su lógica económica: en la lengua del Gobierno, los mismos “econochantas” que no la vieron antes ahora reclaman un encarecimiento del dólar que empobrecería a los argentinos. Ante los defaults temporarios de empresas del agro en los últimos días, el Gobierno hace política redistributiva de las responsabilidades: niega una crisis sectorial y atribuye el problema a “malas decisiones financieras” de empresas puntuales. Es decir, evita trasladarle a la política económica el peso de una crisis que, según expertos del sector, puede ser creciente. Ante la pobreza y los cuestionamientos por el ajuste del gasto social, también preserva a su política económica: su principal argumento es que una macro con inflación a la baja es su mejor herramienta para bajar la pobreza. Eso y otro elemento central: “La otra forma de seguir bajando la pobreza es generando crecimiento”, señaló Milei. La macro mileísta estabilizada como respuesta a todo para espantar toda incertidumbre. ¿Alcanzará?
La tercera pregunta apunta a otra fuente de incertidumbre: la llegada de Donald Trump al poder. Milei tiene dos datos a su favor que se interpretan como garantía de lo contrario: mayor certidumbre a partir de una alianza ideológica con Trump que podría representar un apoyo concreto para la gestión mileísta. Las expectativas están centradas en las tratativas ante el FMI y en un tratado de libre comercio con Estados Unidos, el sueño de Milei.
El primer dato son las demostraciones de simpatía entre Milei y Trump a lo largo del año. El segundo, Milei asistirá a la ceremonia de asunción presidencial en Estados Unidos invitado personalmente por Trump: será el primer presidente argentino presente en la jura de un estadounidense. En realidad, la invitación de jefes de Estado a la asunción de Trump se vuelve todavía más significativa.
Según medios estadounidenses, los archivos del Departamento de Estado, que datan de 1874, muestran que ningún jefe de Estado extranjero asistió a una asunción presidencial a lo largo de un siglo, por lo menos. Como Milei, Trump quiere convertir su asunción en una plataforma global para exhibir su poderío internacional y su capacidad para establecer relaciones cercanas con jefes de Estado, aun los más polémicos. La vocera de Trump, Karoline Leavitt, dejó claro el sentido de esas invitaciones en declaraciones a Fox: “Este es un ejemplo del presidente Trump creando un diálogo abierto con líderes de países que no solo son aliados, sino también nuestros adversarios y competidores”.
En ese punto, la incertidumbre se instala en la línea ideológica de las invitaciones. No solo fueron invitados Milei y otros aliados ideológicos como Giorgia Meloni, Bukele y Viktor Orban, de Hungría. También, un adversario y competidor como el presidente chino, Xi Jinping. Más que una alineación sostenida con las derechas del mundo, incluida América Latina, Trump apuntará a un pragmatismo de carácter nacionalista.
Su política de suba de tarifas lo está dejando claro. Pero hay otro dato de los últimos días. El analista de The Economist Intelligence Unit Nicolás Saldías advirtió sobre eso en un posteo de X: “El episodio del Canal de Panamá representa una bandera roja para sus aliados ideológicos en América Latina: Bukele y Milei”. El editor en jefe de Americas Quarterly, el periodista estadounidense Brian Winter, advirtió lo mismo: “Ese episodio entierra la idea de que Trump y Rubio mirarán a Latinoamérica solo a través de la lente izquierda vs. derecha”. Ambos se refieren a la amenaza de Trump de intentar recuperar el Canal de Panamá. Las tarifas que cobra el gobierno de Panamá y la injerencia de China preocupan a Trump. Aunque el presidente de Panamá, José Mulino, es un “conservador”, según Winter, alineado con Trump en la visión sobre la crisis inmigratoria del Darién, no obtuvo un trato preferencial en el tema Canal de Panamá.
El nombramiento de Mauricio Claver-Carone, crítico de Milei y Guillermo Francos, como enviado especial para América Latina suma más incertidumbre. El mensaje de Trump al momento de su nombramiento es significativo: “Mauricio conoce la región, y sabe cómo poner a los intereses de Estados Unidos en PRIMER LUGAR”. Las mayúsculas fueron toda una advertencia sobre las prioridades de Trump. La cuestión queda planteada: ¿cuánto de la simpatía personal e ideológica entre Milei y Trump se traducirá en beneficios efectivos para la macro argentina?
Para 2025, el gobierno de Milei apunta a sostenerse en una contradicción buscada. Machaca con la batalla cultural y sus guerras gaseosas, pero sabe que el campo de batalla se da en el metro cuadrado concreto de la vida económica de la gente: la macro es la garante de esa mejora. El Gobierno juega a lo simbólico, pero se la juega en lo material.
Temas
Otras noticias de Javier Milei
- 1
Coparticipación | Por el ajuste nacional, las provincias perdieron $4,2 billones en 2024 y la mitad del recorte cayó sobre Buenos Aires
- 2
El Año Nuevo de Sergio Massa: cena y baile con familia, empresarios y políticos en un balneario de Pinamar Norte
- 3
La funcionaria echada por Scioli por haberse ido de vacaciones a Europa se defendió: “Obré con rectitud”
- 4
Trabajadores marcharon a la ex-ESMA contra los pases a “guardia pasiva” en el centro cultural Haroldo Conti