PASO 2019: entre selfies, con medialunas y sin custodia, Vidal votó en Castelar
La gobernadora María Eugenia Vidal cumplió al pie de la letra con el manual del comportamiento del candidato el día de la elección, si acaso lo hubiera. Llegó puntual al lugar de votación con un paquete de facturas en la mano y sin custodia policial. Saludó con un beso a los jubilados que la esperaban en la puerta, llegó a su mesa, entregó las medialunas, votó y, recién después, atendió a la prensa.
A las 10.20 Vidal llegó en su camioneta plateada a la escuela Don Bosco, en Castelar. Venía de un desayuno privado en su casa con el vicegobernador Daniel Salvador, funcionarios de su gabinete y los principales candidatos a diputados de Juntos por el Cambio.
Inicialmente sus hijas, María José y Camila, iban a acompañarla. "Se quedaron durmiendo, ahora yo las voy a ir a buscar para llevarlas a votar", explicó la gobernadora al bajar.
El acuerdo entre la prensa y sus voceros fue que no iba a dar ninguna declaración hasta después de haber votado y, aunque llovieron las preguntas, Vidal plantó una sonrisa y no dijo nada. Obviamente esa pauta no regía para la docena de personas que la esperaban en la puerta para saludarla.
"¡Guerrera, guerrera! Te estaba esperando, te amo", le gritó una mujer a Vidal mientras se abalanzaba para darle un abrazo. "Esta bufanda era de Ricardo Balbín", le contó un hombre peinado a la gomina, mientras se señalaba con orgullo una chalina color habano. Ella agradeció las muestras de cariño, e incluso destacó la importancia democrática de la prenda en cuestión.
Los pocos metros que separaban la puerta de entrada de la mesa 658 fueron a pura selfie, besos en la mejilla que llegaban de un lado y el otro, gritos de apoyo y un enjambre de camarógrafos. Si en algún momento la situación se descontrolaba era difícil adivinar cómo iban a desenterrar a la gobernadora de allí.
Ya en la mesa, Vidal dejó las facturas, no hizo fila (de hecho, sin contar las cámaras y los periodistas, la concurrencia era escasa hasta el momento) y votó.
Selfies y pocas declaraciones
Al salir tocaron las selfies de rigor con las autoridades de mesa y luego, por fin, algunas declaraciones a los periodistas. A pesar de que los celulares y las cámaras de foto prácticamente le tocaban la nariz, fiel a su estilo Vidal en ningún momento perdió la calma. También de manera característica no se la jugó con grandes definiciones.
"Estoy muy tranquila. Va a ser un domingo en familia como siempre. Espero que todos los argentinos y los bonaerenses vayamos a votar porque es nuestra oportunidad de hacer oír nuestra voz", dijo la gobernadora, que contó que estuvo en contacto con el presidente Mauricio Macri durante todo el fin de semana y que antes de bajar en la escuela le había enviado un mensaje de Whatsapp. Aún no había recibido respuesta.
Lo que queda del día se repartirá entre un almuerzo familiar con sus padres, sus hijos y su hermano, una siesta ("vamos a ver si sale", dijo) y luego Vidal irá al bunker de Juntos por el Cambio en Costa Salguero a esperar los primeros resultados. La elección la enfrenta con el candidato del kirchnerismo, Axel Kicillof que lleva como compañera de fórmula a la intendenta de La Matanza (distrito clave en la provincia), Verónica Magario.
La salida de la gobernadora fue igual que su ingreso: selfies y besos. Algunos intentaron una segunda foto porque a la ida no habían tenido suerte. Sin mediar palabra con la prensa pero dejando tiempo suficiente para saludar a quienes la vitoreaban, Vidal subió a su camioneta plateada y se fue.
Una mujer aplaudió en el fondo sin conseguir que nadie más la acompañe en el gesto.
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