Con la re-re en peligro, inquieta al kirchnerismo la batalla por 2015
La Presidenta busca "institucionalizar" el modelo antes de concluir su mandato; puja anticipada entre el PJ y el cristinismo
Ella jugó con la idea y la dejó correr, siempre en boca de seguidores. Con el malhumor social cristalizado en el 8-N y la improbabilidad de conseguir los votos para modificar la Constitución, perdió fuerza en los sectores más duros del oficialismo la tentación de un tercer período de Cristina Kirchner y asomó la incertidumbre interna sobre la sucesión.
Las pocas veces que, en privado, la Presidenta se refiere a su futuro sostiene una consigna: "Hay que institucionalizar el proyecto". El concepto tiene como anclaje temporal el fin de su mandato y el objetivo de darle forma jurídica a lo que considera "hitos" de gestión. Allí se encuadran la reformulación de los códigos Civil y Penal, y, entre otros, darles otra jerarquía legal a medidas como la Asignación Universal por Hijo (hoy vigente por decreto). Más endeble y enredada en la discusión por la re-re, quedó una reforma de la Carta Magna para "ampliar derechos".
"Quiere irse habiendo sentado bases que la trasciendan", interpretó a LA NACION un funcionario, identificado con el ala moderada del Gobierno. Otro dirigente aseguró, con sorpresa, que en una charla que mantuvo junto a otros pares y ella, hace un mes, los invitó a recorrer el espinel opositor y sondear qué políticas oficiales estarían dispuestos a continuar. Eso, aclaró, es una forma de "bancar" el modelo.
En el amplio espectro kirchnerista, se huele la puja por 2015. Unidos y Organizados, el conglomerado de agrupaciones ultra-K que promueve la Presidenta, trabaja para crear un colchón territorial de poder que evite condicionamientos de la estructura del PJ y la dependencia de figuras "no puras", como Daniel Scioli. Es más digerible, para su paladar, la candidatura de un leal, como el mandatario entrerriano Sergio Urribarri, o un miembro del Gabinete, de inconfundible linaje, como Juan Manuel Abal Medina o Alicia Kirchner. La ministra aparece como una de las opciones para liderar la boleta en la provincia de Buenos Aires en la decisiva batalla legislativa del año próximo.
En la Casa Rosada, creen que la Presidenta no auspiciará por ahora un delfín, lo que baja las chances de que pueda construir con tiempo un postulante de su semillero. Pesa el antecedente de Amado Boudou, que portaba la expectativa sucesoria hasta que quedó envuelto en el caso Ciccone. De a ratos, el vicepresidente retoma un increíble optimismo. "Yo sigo caminando. Nunca sabés si te va a tocar la bolilla", fue la frase reciente que le lanzó a un interlocutor del PJ. Considera que su situación podría cambiar si se desactiva la causa judicial y se avanza contra el Grupo Clarín. Hasta el viceministro de Economía, Axel Kicillof, en quien Boudou veía que la Presidenta impartía señales que antes había tenido hacia él, ahora atraviesa una etapa de mayor desgaste interno.
Mientras, Cristina refuerza el control sobre el partido, en todos los niveles. El lunes pasado el peronismo bonaerense decidió convocar al consejo para diciembre, cuando vencen los mandatos, para postergar la renovación de autoridades y llamar a elecciones en marzo, en tándem con el PJ nacional, hoy en estado de hibernación. En el encuentro, se bajó un imperativo: no instalar nombres para los cargos. Lo mismo ocurre con el peronismo porteño, que, a la espera de una definición, discurre sobre asuntos variados en las citas semanales en la sede de San José 181. Por caso, el último mitin fue para homenajear a Leonardo Favio.
Más en ebullición están gobernadores, intendentes y el PJ tradicional. "El próximo presidente va a ser peronista. Y será el que esté mejor", deslizó ante LA NACION un histórico referente alineado con Balcarce 50, pero pragmático en su análisis. Un puñado se lanzó al ruedo, levantó el perfil y desconcierta con un salpicón de fotos: desde el salteño Juan Manuel Urtubey, y el intendente de Tigre, Sergio Massa, hasta Scioli y, enfrentado sin disimulo con el Gobierno, el cordobés José Manuel de la Sota.
"Los gobernadores peronistas se animan más porque sienten que no tienen nada que perder", resume un funcionario. Aducen que no tienen diálogo con Cristina, les retacean fondos y, molestos con el avance de Unidos y Organizados, dejan entrever que quieren participación en el armado de listas legislativas del año próximo. Algunos comenzaron a analizar el calendario electoral de 2013, con planes de cambios. En Mendoza, un distrito complicado para el kirchnerismo, se negocia desacoplar los comicios locales de los nacionales. Lo mismo planteó el PJ santafecino para evitar el efecto tracción que podrían generar las candidaturas a diputados del socialista Hermes Binner y de la última estrella electoral del Litoral, el cómico macrista Miguel Del Sel.
En tregua con la Casa Rosada, Scioli reforzó su proyecto presidencial. Las encuestas cualitativas que encarga indican que será premiado un "perfil componedor" para 2015, en el escenario de un país dividido. Allí cree que saca ventaja y confía en que la implacabilidad de los números lo termine consagrando, sin tener que confrontar con la Presidenta.
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