Con la mira en 2015, el peronismo anticipa la disputa por la sucesión
Tras las PASO se activó la negociación entre los dirigentes; el viernes habrá una reunión de gobernadores; Massa y Scioli emergen como polos de atracción
Arrancó el movimiento de piezas por anticipado. Después de la derrota electoral de la Casa Rosada y con el proyecto de re-reelección sin chances, se aceleró el realineamiento puertas adentro del peronismo, en torno a dos polos de atracción: el gobernador bonaerense, Daniel Scioli y Sergio Massa, el verdugo del kirchnerismo en las primarias abiertas (PASO), hace dos semanas.
"Los peronistas huimos hacia el futuro", sentenció un dirigente histórico, experto en supervivencia, para describir el clima de ebullición interna. Entre desconfianzas mutuas y sin mostrar todas las cartas, ya se discuten los caminos de la sucesión presidencial, aunque sin restar respaldo a la Presidenta en público.
Los gobernadores volverán a reunirse el viernes, en Corrientes, con un objetivo de corto plazo y una definición táctica: mejorar su performance en octubre para mantener en pie los liderazgos locales, y conservar su alianza con el Gobierno.
Esperan, con ansiedad, algún anuncio de la Casa Rosada porque creen que hubo un malestar generalizado por la situación económica, que se tradujo en las urnas.
Convertido en figura central de la campaña oficialista, Scioli cerró filas en defensa de Cristina Kirchner, aceitó la relación con mandatarios provinciales y generó adhesiones impensadas cuando confesó su aspiración de realizar una gran interna peronista para dirimir el candidato del PJ. "No fue una propuesta, es cumplir con lo que dice la ley, en 2015, en 2019, y siempre", sostuvo Scioli a LA NACION, al reafirmar su vocación por las primarias.
La idea, en privado, fue avalada por la mayoría de los gobernadores, que buscan ser parte del nuevo diagrama de poder. Hizo explícito su apoyo el chaqueño Jorge Capitanich, vicepresidente primero del partido alineado con la Casa Rosada.
Scioli augura una disputa con peronistas identificados con Cristina. "No los veo a Macri y a Massa, ellos han tomado otro camino", dijo, tajante, a LA NACION. Su interés por la interna tuvo como guiño de indiscutible sello K la declaración, en sintonía fina, del diputado Carlos Kunkel. De hecho, el kirchnerismo, que promovió fuerzas propias más "puras", decidió recostarse sobre el PJ. Sus fichas están puestas en el trabajo territorial y en un eventual shock en los bolsillos.
La dimensión del factor económico en las urnas la comprobó dos meses antes Maurice Closs, que atribuye el magro resultado en las elecciones provinciales de junio en Misiones al retraso de la administración nacional en el pago de un fondo tabacalero. "Ya recuperamos ese votante en agosto", aseguró a LA NACION. Con su partido, Frente Renovador de la Concordia, seguirá aliado a Balcarce 50. "Se van configurando esquemas nuevos. Pero Massa decidió salirse de un espacio y conformar otro. Scioli se quedó donde estamos nosotros", deslizó, al ser consultado sobre su preferencia para 2015.
En esa postura confluyen los caciques del PJ. Con dos años de mandato por delante, no creen conveniente una ruptura con la Presidenta, aunque tampoco le rendirán tributo al ex motonauta. El sanjuanino José Luis Gioja y el mendocino Francisco Pérez, ambos golpeados en las urnas y sin posibilidad de reelegir en sus cargos, sueñan con proyectarse en el escenario nacional, quizá para completar una fórmula. Y, más lejano a Scioli, el entrerriano Sergio Urribarri, considerado un kirchnerista de pura cepa, se ilusiona con ser el elegido natural de Cristina.
Juan Manuel Urtubey mantiene distancia. Exploró, hace un año, un acercamiento a Massa y se retrató junto a él varias veces, pero ahora se recluyó en Salta. Con su aspiración presidencial latente, no jugaría en el turno de 2015. Y José Alperovich, de vínculo cercano a Scioli, se contenta con imponer como delfín en Tucumán al ministro de Salud, Juan Manzur, y se imagina como senador.
Cerca de Massa no le dan "viso de realidad" a los dichos de Scioli. Exhiben una imagen del viernes último para graficar la diáspora que, vaticinan, se intensificará tras las elecciones. Es la que muestra a Massa con los líderes de La Juan Domingo, Baldomero Álvarez y Osvaldo Goicoechea, la agrupación que surgió para armar el plan Scioli 2015.
En los próximos dos meses y medio, la mira de Massa estará puesta en territorio bonaerense. A partir de noviembre, se dedicará a hilvanar a nivel nacional. Ya mantuvo una charla en su oficina, a solas, con el chubutense Mario Das Neves, otro de los ganadores de agosto. Lo respalda, además, el gobernador santacruceño Daniel Peralta y recibió numerosas llamadas de dirigentes peronistas anti K, como el ex mandatario entrerriano Jorge Busti.
"El puente con Facundo está intacto", insinúan cerca de Massa. Facundo es Moyano y, en simultáneo, el vínculo más cercano con Hugo, enrolado detrás de la candidatura de Francisco de Narváez. La alianza del líder camionero se esfumaría después de los comicios. Del mundo gremial se agrega el coqueteo de Luis Barrionuevo, jefe de la CGT Azul y Blanca. "El peronismo se recicla y se viene una gran interna", pronostica ante LA NACION. Él promueve un duelo entre el intendente de Tigre -que cuenta en su tropa con su esposa, Graciela Camaño- y el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota.
Massa tiene un vínculo ambivalente con el cordobés. En su entorno cuentan que compartieron una comida mucho antes de las primarias, pero que la filtración de lo conversado resintió el diálogo. Ese cortocircuito no bloquea futuras alianzas. De hecho, resaltan la "buena relación" con Juan Schiaretti, el ex gobernador y candidato a diputado.
Como rivales coyunturales, cada uno despierta comentarios contrapuestos. A Scioli le valoran que es "previsible" y respeta los "códigos" del peronismo. A Massa, le elogian su audacia y el sentido de oportunidad. Algunos, optimistas, no los ven incompatibles. Ellos, por ahora, lo niegan.
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