Con bajo perfil y a kilómetros de distancia: los amigos de Macri resisten la "embestida judicial" del kirchnerismo
En un campo en Bragado, en Miami o en una oficina céntrica, los amigos de Mauricio Macri esperan que pase la tormenta. Compañeros del expresidente en el colegio Cardenal Newman, partenaires en interminables partidos de bridge o de pádel, los viejos conocidos de Macri sostienen un estricto bajo perfil e intentan rehacer sus vidas. Mientras tranto, comparten la misma preocupación que su jefe político y muchos exmiembros del gobierno de Cambiemos imputados o procesados en distintas causas judiciales, que consideran nacidas del intento de "venganza" del kirchnerismo.
Con la decisión en común de alejarse de los radares mediáticos, los caminos elegidos por cada uno de ellos son bien diferentes. El único que prefirió dejar el país sin boleto de retorno fue Nicolás Caputo, el empresario "hermano de la vida" del Presidente, quien a fines de mayo hizo las valijas rumbo a Miami.
"A Nicky se le venían las siete plagas encima, por eso se fue", afirma un amigo del fundador de Pro y excónsul honorario de Singapur, quien viajó al exterior en coincidencia con la decisión de la cancillería de Felipe Solá de dejar sin efecto su nombramiento. "Si hay alguien que puede hacer lo que quiere, es Nicky", describe un exfuncionario que aclara que Caputo –exsocio de Macri en empresas como Mirgor– no fue funcionario nacional y, por lo tanto, tiene más libertad de movimientos que varios de sus antiguos compañeros de ruta, así como medios económicos para un exilio prolongado.
Tan amigo de Macri como de Caputo, José Torello optó por refugiarse junto a su familia en su campo de Bragado, desde el inicio de la cuarentena y casi sin señal de celular. Jefe de asesores del expresidente durante todo su mandato, el todavía apoderado nacional de Pro delegó de hecho esas funciones partidarias en Santiago Alberdi, y dejó de atender llamadas de muchos de sus colegas.
"Hace vida de campo, después de muchos años de función pública", dice uno de sus amigos, que habló con él hace poco y que recuerda la frase que Torello solía repetir en su despacho del primer piso de la Casa Rosada, antes de la derrota electoral de Cambiemos, en octubre pasado: "Esta es la última oportunidad de la Argentina".
Al igual que Macri y Caputo, Torello está imputado en la denuncia de Cristóbal López por presuntos "aprietes" del gobierno de Cambiemos para que vendiese el Grupo Indalo. "Nos quieren embarrar a todos, pero no somos lo mismo que ellos", contraatacan desde el entorno del expresidente, en relación a la causa de la AFIP contra López por evasión impositiva, por la que el empresario de medios pasó dos años preso.
La lista de acusados en esa causa incluye a Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, otro de los hombres de confianza del expresidente que integraba la denominada mesa judicial, que el kirchnerismo apunta con denuncias.
Dedicado a la abogacía en el sector privado y alejado hoy del círculo que rodea al expresidente, Rodríguez Simón es otro de los acusados que se quejan del "operativo venganza" del kirchnerismo. "Ellos primero deciden generar una causa judicial, después ve qué le ponen adentro. Y a nosotros nos tenían anotados", afirma un allegado a varios de los señalados, quien sospecha que detrás de la iniciativa, Cristóbal López "está buscando mucha plata" y ser beneficiado por el nuevo gobierno.
Silencio y contraataque
El único de los amigos de Macri en la promoción 1976 del Newman que ejerce un cargo público es Pablo Clusellas, actualmente miembro de la auditoría porteña. Llegado a ese cargo luego de una gestión del propio Macri ante Horacio Rodríguez Larreta –algunos hablan de una dura discusión previa entre ambos, otros minimizan el intercambio– Clusellas sostiene el histórico bajo perfil que lo llevó a ser "el cuidador la firma de Mauricio", no solo en sus años de gestión, sino hoy, en la coordinación de las estrategias judiciales en las causas que involucran al exmandatario.
"Está cero preocupado", dicen cerca suyo en relación a la denuncia presentada por diputados y senadores del Frente de Todos contra la "mesa judicial" de Cambiemos, en la que –como Macri, Torello, Rodríguez Simón, Marcos Peña y Daniel Angelici, entre otros– está acusado de "presionar" jueces durante la gestión de gobierno.
"Funcionarios del gobierno se reúnen para definir ternas de jueces o resolver algún problema de gestión. ¿Cuál es el delito?", coinciden cerca de dos de los miembros de aquel grupo que también integraban el exministro de Justicia Germán Garavano, su subsecretario Juan Mahiques y el exprocurador del Tesoro Bernardo Saravia Frías.
Arribas y la batalla perdida
Entre los amigos –y también, cabe aclarar, en todo el espacio opositor– cuesta encontrar algún defensor de Gustavo Arribas, cercano al expresidente, extitular de la AFI y procesado en la causa por espionaje ilegal a opositores e incluso miembros de la propia coalición gobernante entre 2015 y 2019.
"Si hicieron lo que hicieron, que paguen", afirma uno de los viejos amigos de Macri, sin piedad con el exjefe de los espías –cuya familia ya estaría en Brasil– ni con su número dos en la AFI, Silvia Majdalani, procesada en la misma causa.
Otros exfuncionarios de Macri intentan un lento retorno: Francisco "Pancho" Cabrera sostiene reuniones con empresarios, Mario Quintana renueva su relación con Rodríguez Larreta y charla seguido con Elisa Carrió y Guillermo Dietrich se defiende en los medios y en las redes de su procesamiento en la causa Vialidad.
Sin embargo, entre varios de los amigos más cercanos al expresidente sobrevuela una sensación de batalla perdida. "Ya tengo más de sesenta años, yo no juego más", se resigna a LA NACION uno de ellos, mientras espera que pase la tormenta judicial que –descuentan– tendrá nuevos capítulos y actores en los próximos meses.
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