Cómo se reacomoda Comodoro Py en la era post Bonadio
La muerte del juez Claudio Bonadio sacudió los tribunales de Comodoro Py. Amado y odiado, entre sus colegas también divide aguas. Esta semana quedó a la vista con las discusiones que generaron las expresiones de condolencias y homenajes. Los jueces de la Cámara Federal de Casación, máximo tribunal penal, debatieron desde si correspondía o no poner la bandera a media asta en Comodoro Py hasta la letra chica del aviso fúnebre que publicaron.
"Jueces de la Cámara Federal de Casación Penal participan con pesar su fallecimiento y ruegan una oración en su memoria", fue la redacción final. La primera versión que circuló entre los camaristas decía "los señores jueces". Alguien advirtió: "¿No debería decir señores y señoras?". Tal como salió publicado, zanjó otro debate: no incluye necesariamente a todos.
El artículo 117 del Reglamento para la Justicia Nacional, titulado "homenajes", dice que las cámaras "podrán disponer" la remisión de notas de condolencia y "las medidas que fueren de costumbre". También, que "podrán" disponer que se ice la bandera a media asta. Quienes se negaban a hacerlo argumentaban que Casación nunca lo había hecho salvo cuando hubo duelo nacional declarado, caso en el que es obligatorio. También, que en los últimos tiempos la Corte Suprema solo lo hizo tras la muerte de Carmen Argibay.
Lo que discutían era mucho más que formalidades.
Bonadio no era un juez representativo de todo Comodoro Py. Avanzó en las causas contra Cristina Kirchner con todo el poder que tenía disponible. Quienes lo elogian destacan su valentía. Para el kirchnerismo, fue el emblema del lawfare. No fue el único, pero fue el principal destinatario de las críticas de Cristina Kirchner, a quien envió juicio y le ordenó en cinco casos distintos la prisión preventiva.
La primera lectura que hacían ayer en Comodoro Py es que ahora va a bajar la "beligerancia". Otra mirada sostenía que corrido Bonadio del centro de la escena, el foco que le apuntaba caerá de aquí en más sobre los otros jueces. Por motivos muy distintos, ese mismo rol de acaparar las miradas lo tuvo durante años Norberto Oyarbide. A pesar de que no defendían su actuación, varios federales preferían que no dejara Comodoro Py y hasta se unían para protegerlo cuando su suerte parecía ya jugada. En primer lugar, porque había quienes entendían que la caída de uno de ellos a manos del poder político los volvía a todos más vulnerables; pero además, porque Oyarbide, con sus estridencias, les hacía un favor. "Se lleva la marca", decía entonces, en clave futbolera, un juez de Comodoro Py.
"Es al revés. Bonadio, como Oyarbide, no se llevaba la marca, la atraía", analizaba ayer un federal que sentía la muerte de su colega. "Pero es cuestión de tiempo. Este es un lugar de tensión y cualquier cosa puede volver a disparar la ira", advirtió.
El día que asumió, Alberto Fernández denunció "persecuciones indebidas y detenciones arbitrarias" y anunció que iba a mandar al Congreso una "integral reforma del sistema federal de Justicia". El objetivo era Comodoro Py. Lo había hablado incluso con Mauricio Macri en su primera reunión en la Casa Rosada, cuando le dijo que no podían seguir siendo "rehenes" de doce jueces. Nunca estuvo claro qué iba a decir el proyecto -tampoco hoy-, pero con los días trascendió que se trataría de una especie de reedición del "plan Béliz", el que Gustavo Béliz, hoy secretario de Asuntos Estratégicos, le presentó a Néstor Kirchner cuando era su ministro de Justicia y que incluía diluir el poder de los doce jueces de Comodoro Py unificándolos con los magistrados de otros fueros.
"En los próximos días", dijo entonces Fernández que iba a enviar el proyecto. Pasaron casi dos meses. El proyecto no entró en extraordinarias y habrá que ver cuándo y con qué empuje lo plantean en las sesiones ordinarias. La muerte de Bonadio, que deja una nueva vacante en Comodoro Py, puede ser otro elemento que desaliente el plan.
No es una discusión nueva: cambiar el sistema o cambiar los nombres. A las vacantes de jueces que tendrá para cubrir Alberto Fernández (por lo pronto, dos en primera instancia y dos en la Cámara Federal, pero podrían ser el doble), se suma la de la única fiscalía ante la Cámara Federal, que ocupó Germán Moldes, hasta que renunció, el año pasado. Moldes tuvo muchos años una fuerte influencia sobre el resto de los fiscales y durante el kirchnerismo fue quien encabezó la resistencia contra la procuradora Alejandra Gils Carbó.
Los cambios que ya experimentó Comodoro Py respecto de los criterios en materia de prisiones preventivas y la migración prevista hacia el sistema acusatorio (que le dará más poder a los fiscales y al procurador), son otros elementos que podrían quitar el interés en dar la pelea que implicaría una gran reforma estructural.
Ayer, en los tribunales de Retiro, destacaban otro detalle. Béliz, el padre de la reforma, está pensando en otros rumbos. A instancias del Presidente, está reuniendo apoyos en su carrera para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con sede en Washington.
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