Cómo se elaboró un mensaje con un dilema compartido: los cuatro meses hasta la vacuna
Alberto Fernández tuvo ayer una jornada de trabajo muy intensa y larga en Olivos. Después de reunirse con Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof, y luego de conectarse con los gobernadores, estiró la noche definiendo el mensaje que daría hoy al país al anunciar la siguiente etapa del aislamiento. También esta mañana le dedicó tiempo a formular su discurso, según relatan en su entorno. El tono de la comunicación fue más delicado que nunca por el "dilema de los cuatro meses" que enfrentará el país hasta la llegada de la vacuna, en un momento en el que la cuarentena, de hecho, ya no existe.
El Presidente dejó entrever la inquietud que le presenta este horizonte temporal, en donde debe lograr que se sostengan las pautas de cuidado –porque la pandemia está en su peor momento- y al mismo tiempo ofrecer una luz de esperanza y una motivación a partir de la fabricación de la vacuna.
"Me preguntaba cómo proponerles enfrentar este tiempo que viene, que es un tiempo distinto. Por primera hay un horizonte porque ya sabemos que en los primeros meses del año entrante vamos a contar con la vacuna y vamos a poder terminar con la incertidumbre.Pero todavía el virus está entre nosotros. El problema lo tenemos, está presente", dijo Fernández al principio de su discurso.
El Presidente se volvió a reunir este mediodía varios minutos con Kicillof y Rodríguez Larreta en Olivos antes de hacer el anuncio. Lo hizo a solas, al igual que ayer, cuando terminaron de tomar la decisión sobre cómo seguir. Los tres ya se conocen de memoria y aprendieron a encontrar el punto de encuentro en las decisiones. Cuando hablan, lo hacen sin testigos.
"Todos siempre ceden un poco. Con la gestión de la pandemia se tomó la decisión política de hacer un equilibrio y sostener una racional y normal relación entre dirigentes de distintos colores", dijo a LA NACION un importante colaborador de la Ciudad. Rodríguez Larreta resignó en alguna apertura que hubiera querido para esta instancia y Fernández aceptó que el jefe de gobierno porteño diera pequeños pasos en su cronograma de regreso a la normalidad.
Fernández, de hecho, habilitó los deportes individuales, un asunto que, según fuentes oficiales, "hace semanas vienen trabajando (el jefe de Gabinete Santiago) Cafiero con (el ministro de Turismo y Deportes, Matías) Lammens". El permiso está en línea con el tipo de demandas que siempre hizo la Ciudad.
"Las actividades de nuestro cronograma no tenían fecha. Pero el concepto es siempre abrir un poquito la válvula con una mirada integral", acotó el portavoz de la Ciudad.
Cuarentena desterrada
De algún modo, Rodríguez Larreta enfrentó hoy un desafío similar al de Fernández: el de pedir "aguantar un poco más", con una luz de salida delante de los ojos. Pero en el caso del jefe de gobierno porteño no es solo por la vacuna. El ministro de Salud de la Ciudad, Fernán Quirós, calcula que en aproximadamente dos semanas los casos en Capital Federal van a abandonar la "meseta alta" y comenzarán una trayectoria descendente.
Como Rodríguez Larreta, Kicillof también es un obsesivo de los números. En las proyecciones que comparten cuando se reúnen a solas, ambos observan que el Gran Buenos Aires imita el comportamiento de la pandemia en la Ciudad, aunque con un desfasaje de dos o tres semanas. Aunque más alarmista en sus declaraciones, también el gobernador apunta a alcanzar la curva descendente.
La otra disyuntiva retórica que tuvo Fernández estuvo vinculada a concepto de cuarentena. El Presidente optó por desterrar esa palabra de su vocabulario al decir que la actividad productiva y comercial está casi a los niveles normales. "Hace muchos meses que la Argentina se olvidó de la cuarentena, vean los negocios abiertos y a la gente circular", dijo hoy en un intento por evitar una incongruencia entre las medidas oficiales y la conducta social.
Como suele ocurrir, Kicillof le agregó a ese planteo un discurso más radicalizado. "Algunos hablan de la angustia de no jugar al golf, pero angustia tienen los médicos y la gente que pierde a un familiar. No sigan cavando la grieta, no hay dos Argentinas", dijo al cruzar a "algunos sectores políticos" y medios de comunicación.
Kicillof hoy llegó a Olivos tras visitar el Hospital Rossi de La Plata, en donde se colocó el traje de protección que utilizan los médicos para atender a pacientes de coronavirus, desde la cofia hasta las botas. El gobernador despertó una especial preocupación por el personal médico, que ya exhibe signos de agotamiento.
De todas formas, por primera vez combinó su tono de alarma con un vestigio de esperanza por la vacuna. "A mí me cambió la vida", dijo y agregó que "al saber que esto tiene fecha de vencimiento los esfuerzos y los sacrificios se justifican muchísimo más". Habló del "hilo" para salir del laberinto. Es un camino complejo que tiene al menos cuatro meses hasta que llegue la vacuna.
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