Claves de la reforma política de Milei: posibles ganadores, perdedores y las dudas aún irresueltas
Las iniciativas del Ejecutivo podrían generar un reacomodamiento de las fuerzas políticas, así como una reestructuración del sistema de partidos; el riesgo de ungir a “minigobernadores”
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Las ambiciosas reformas electorales que plantea el gobierno de Javier Milei introducen modificaciones a un conjunto de engranajes coordinados entre sí. La supresión de las PASO, la reformulación de la elección de los diputados nacionales bajo un esquema de circunscripciones uninominales por provincia y la introducción de la Boleta Única Papel (BUP) son parte del compendio de cambios que el Poder Ejecutivo motoriza para el sistema político argentino. Con efectos contrapuestos, las iniciativas impulsadas podrían generar un reacomodamiento de las fuerzas políticas así como una reestructuración del sistema de partidos que beneficiaría a unos y perjudicaría a otros.
Esto preanuncia un debate legislativo intenso y siembra dudas sobre los plazos fijados por el Gobierno, que reclama que las iniciativas sean sancionadas en solo un mes por ambas cámaras. Si bien el proyecto de BUP ya cuenta con media sanción de Diputados, tendría que atravesar el mismo proceso en el Senado. Para su sanción, además, el oficialismo debería reunir 37 voluntades, la mayoría absoluta que se requiere para aprobar iniciativas de índole electoral. Las otras dos reformas -eliminación de las PASO y modificación de la composición de Diputados y la representación de las provincias en la Cámara baja- son parte de la ley “ómnibus” que el Ejecutivo envió el miércoles al Congreso, que también requieren mayorías agravadas para convertirse en ley.
“Una reforma tiene impacto sobre la otra. Hay que ir resolviendo cada una de las cosas. Si uno diseña un sistema de boleta única tiene que estar articulado con circunscripciones uninominales, condicionado por el tipo de lista que se utiliza y por la existencia o no de las primarias”, señaló a LA NACION Lourdes Lodi, doctora en Ciencias Políticas y directora del Observatorio Político Electoral de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Es que mientras que un sistema de BUP tiende a favorecer a los partidos más chicos, porque elimina la barrera de la fiscalización y los costos de la impresión de papeletas; la adopción de un sistema de circunscripciones uninominales para la elección de diputados nacionales robustece a las mayorías y le quita visibilidad a las terceras fuerzas que no logran imponerse. Es decir, atenta contra la representación de las minorías que habitualmente obtienen bancas gracias a la suma de los votos que sacaron en todo un distrito mediante el reparto proporcional por sistema D’Hondt.
La supresión de las PASO, en tanto, se impulsa desde el gobierno con el argumento de reducción del gasto. Sin embargo, podría obstruir el recambio generacional si los líderes tradicionales conservan para sí la definición de quienes ocupan los lugares en las listas.
A pesar de estas contradicciones, existe un denominador común. Las reformas fomentan los personalismos en desmedro de las estructuras partidarias, una característica inherente a la meteórica llegada al poder de Milei, quien logró consagrarse presidente con un partido creado solo dos años antes.
Si bien uno de los argumentos a favor de la elección por circunscripción uninominal tiene que ver con que mejora el conocimiento de los candidatos así como también la rendición de cuentas -o accountability-, tiene un efecto sobre la personalización de la política en detrimento del partido, que presentaría un único candidato por cada circunscripción y en cada una de ellas se elegiría a un único representante por simple mayoría.
“Esto puede afectar la gobernabilidad en algunas provincias porque le estás dando preeminencia a un candidato por sobre el propio gobernador”, advierte Lodi, quien piensa en la posible situación de Tierra del Fuego, que podría terminar -si se aprueba la reforma- con un solo diputado nacional. “En distritos con poca población y con la variable del calendario desdoblado prácticamente lo que se estarían eligiendo serían mini gobernadores”, agrega.
Eso se suma a un sistema de boleta única que deja de lado a las boletas partidarias y le da entidad al candidato al momento de la elección, facilitando el voto cruzado entre fuerzas. En una sola papeleta se incluirían todas las categorías en las que se compita y estaría dividida en franjas horizontales por agrupación política así como en columnas por categorías de cargos.
Por último, no deja de ser una incógnita cómo se dibujarán las circunscripciones electorales. A pesar de que en el texto del proyecto de “Ley de Bases” se determina que será el Ejecutivo quien lo defina, surge la duda de una posible manipulación del diseño para el beneficio del partido gobernante. Lo que se conoce como gerrymandering.
BUS de Córdoba
El sistema de BUP impulsado por el Ejecutivo está basado en el modelo cordobés -Boleta Única de Sufragio (BUS)-, implementado en la elección de 2011 luego de ser aprobada por la legislatura provincial un año antes. Se impulsó después de las elecciones de 2007, cuando Juan Schiaretti ganó la gobernación por un estrecho margen de 1,1% -17.000 votos- y su entonces contrincante, Luis Juez, denunció fraude.
Mariana Amaya Cáceres es abogada, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Córdoba y especialista en partidos políticos. Sobre los motores de la reforma en el sistema electoral cordobés, enumeró “la necesidad de modernizar el sistema electoral de la provincia y garantizar la transparencia y la eficiencia del mismo”.
Además, apuntó los cambios políticos que trajo el nuevo modelo: “Facilitó el voto cruzado al permitirle a los electores votar por candidatos de diferentes partidos políticos para cargos diferentes. Además, aumentó la representación de los partidos pequeños y se redujo el efecto arrastre, que es la tendencia de los votantes a votar por todos los candidatos de un mismo partido”.
La particularidad del modelo cordobés es que también incluye la posibilidad de votar por lista completa, al igual que el proyecto impulsado por el Gobierno nacional. Es decir, se incluyen en una misma papeleta todas las opciones de candidatos para cada categoría, pero se deja también la posibilidad de solo tildar un casillero para elegir todas las opciones de un partido. “En las elecciones provinciales de 2011, la BUS permitió a los partidos pequeños aumentar su representación en la Legislatura provincial”, señaló Amaya Cáceres.
Sobre la importancia de esta transformación para Milei, Lucas Romero, politólogo, analista político y director de la consultora Synopsis consideró: “El actual presidente tuvo dificultades para fiscalizar y naturalmente para él es mucho más importante que para cualquier otro candidato. Sin embargo, no deja de ser raro que desde el oficialismo se impulse la BUP porque ahora tiene el aparato detrás”.
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