Claudio Moroni por ahora resiste en el Ministerio de Trabajo, a pesar de la ofensiva kirchnerista
Fue uno de los “funcionarios que no funcionan” a los que apuntó Cristina Kirchner y el único del trío económico que se mantiene; se opone al salario universal y al aumento por decreto que impulsa la vicepresidenta
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De los tres ministros del equipo económico que no funcionaban para Cristina Kirchner solo queda en pie Claudio Omar Moroni. Cayeron Matías Kulfas y Martín Guzmán, pero el jefe de la cartera laboral por ahora resiste, ratificado en medio de la crisis por el presidente Alberto Fernández, la CGT y parte del empresariado, según reconstruyó hoy LA NACION a partir de fuentes de los tres sectores.
Moroni es uno de los amigos de Fernández desde la época universitaria en la UBA y con quien luego coincidió en la política y la función pública, con trayectoria durante los 90 en la Superintendencia de Seguros, la Anses y la AFIP. Es un albertista puro e integra el cada vez más pequeño círculo de confianza presidencial junto con Santiago Cafiero, Julio Vitobello, Vilma Ibarra.
El jueves pasado intervino en persona en la reunión de la mesa chica de la CGT para reflotar el acto de homenaje a Perón. “Si no ponemos la jeta, se va todo a la mierda”, dijo un sindicalista que participó de la charla con el ministro. Moroni, Cafiero y el tucumano Juan Manzur convencieron a los gremialistas que el desaire al Presidente podría tener consecuencias políticas “catastróficas”. Se trataba de la debilidad de Fernández.
A partir de la escalada inflacionaria, Moroni sufre casi a diario presiones desde el kirchnerismo para habilitar aumentos por decreto, como reclamaron, por ejemplo, Hugo Yasky y Juan Grabois, y que ayer volvió a insistir Cristina. El funcionario se mantiene firme y no cede, y argumenta que las subas salariales solo se darán a partir de las negociaciones paritarias. El sector mayoritario de la CGT coincide con esta postura.
La pauta salarial de referencia anual está en 60%, pero podría ser alterada esta semana con el trato de la Asociación del Personal Legislativo. La vicepresidenta y Sergio Massa, en su rol de virtuales empleadores, proyectan un aumento por encima del 65% más una suma fija. Es decir, podrían alterar las proyecciones pactadas entre Moroni, gremios y empresarios, como lo hicieron en 2021, cuando otorgaron un aumento de 40% cuando la mayoría de las actividades privadas y el propio Estado habían avanzado con una suba de 29%.
El malestar del kirchnerismo con Moroni es de vieja data. Máximo Kirchner, en su rol de jefe del bloque de Diputados del Frente de Todos, caminó con pies de plomo cuando la CGT avanzó en el trato con la Unión Industrial Argentina (UIA) para reducir a 75% los sueldos durante la parálisis por el coronavirus. El diputado camporista le pidió al ministro de Trabajo revisar un acuerdo particular por recortes salariales. “No me puedo meter en un acuerdo entre partes”, respondió por entonces el ministro, siempre cuidadoso de no entrar en una disputa retórica con el kirchnerismo, con el que nunca se sintió totalmente identificado desde el comienzo de esta cuarta etapa en el poder.
También fue apuntado por haber estado dos semanas en Suiza, en el marco de la cumbre de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El ministro coincidió allí con la senadora kirchnerista Juliana Di Tullio.
El Presidente está dispuesto a sostener a Moroni. Argumentó que el desempleo descendió al 7% y que 87.000 personas consiguieron un puesto de trabajo formal en los primeros cuatro meses de 2022. El ministro se jacta de esas cifras como mecanismo de autodefensa. También exhibe con orgullo la ayuda que dio el Estado a los asalariados del sector privado. Se distribuyeron 4.890.179 programas de Recuperación Productiva (Repro II) entre noviembre de 2020 y abril de 2022, según fuentes del Ministerio de Trabajo. Se trata de un auxilio para empresas en crisis y que presenten un plan de recuperación. El Estado aporta durante tres meses el valor de medio salario mínimo [$23.925] para completar el salario de cada empleados. El Repro II se potenció por los coletazos de la pandemia.
Abogado de 62 años, forjado en el fuero laboral en Avellaneda, pero dedicado desde algún tiempo al derecho administrativo, Moroni fue además directivo del Grupo Banco Provincia y consultor en temas de seguros del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En el ajedrez sindical, tiene mayor afinidad con el sector de “los Gordos”, que encabeza Héctor Daer, que con el de Hugo Moyano. Tiene como uno de sus asesores a Alberto Tomassone, asesor legal del Sindicato de Comercio que lidera desde 1986 Armando Cavalieri, otro rival histórico del jefe camionero.
El kirchnerismo siempre observó Trabajo como un ministerio tentador. Héctor Recalde, exsenador y hombre de confianza de Cristina Kirchner, siempre intentó poner allí un pie. Circuló alguna vez como potencial sucesor su hijo Mariano, actual senador, y la semana pasada el columnista Carlos Pagni mencionó a Gustavo Ciampa, un abogado laboralista de confianza de padre e hijo. Por ahora, Moroni resiste.
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