Cinco gobernadores, el gabinete a pleno, pero varias bajas que alimentan la pelea interna
Habían confirmado nueve mandatarios provinciales, pero solo fueron cinco; Massa no fue y hace equilibrio entre el Presidente y su vice; tampoco asistió Pablo Moyano
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Antes del acto, según dos sindicalistas que hablaron con Julio Vitobello, el secretario general de la Presidencia, el discurso de Alberto Fernández iba a estar guiado por un llamado a la unidad del peronismo. Lo intentó al comienzo, cuando evocó el abrazo de Perón con Balbín como señal de acuerdo ante las diferencias. Pero después llegó el contraataque y la respuesta del Presidente a los que le demandan abandonar la moderación. Y apeló, en una réplica directa a Cristina Kirchner, a la metáfora de la lapicera.
La disputa retórica entre el Presidente y su vice se reflejó en las ausencias y presencias en el salón Felipe Vallese de la CGT. No estuvo, por ejemplo, Sergio Massa, el tercer socio de relevancia del Frente de Todos. “Donde hay problemas tiene que haber soluciones y tenemos que venir quienes gobernamos todos los días a poner el cuerpo y buscar soluciones”, dijo el jefe de la Cámara de Diputados, que tampoco estará hoy en Ensenada, donde la vicepresidenta encabezará otro homenaje a Perón.
El Presidente estuvo acompañado por casi todo su gabinete y por cinco de los gobernadores peronistas. Axel Kicillof (Buenos Aires), Jorge Capitanich (Chaco), Ricardo Quintela (La Rioja), Raúl Jalil (Catamarca) y Osvaldo Jaldo (Tucumán) estuvieron en la primera fila, a la derecha del escenario.
La cosecha fue distinta a la de la semana pasada, cuando el kirchnerismo orquestó el resurgimiento de la liga de gobernadores con 17 adhesiones. Ese día, Capitanich y Kicillof urdieron un comunicado con críticas a la Casa Rosada por el manejo de la inflación y la crisis del combustible, que provocó esta semana una protesta de camioneros y la reacción del sector productivo.
También hubo bajas llamativas en lo relativo al sindicalismo. El Presidenta dio su discurso escoltado por Héctor Daer y Carlos Acuña, dos de los tres jefes de la CGT; Pablo Moyano, el otro miembro del triunvirato, se ausentó sin aviso. Tampoco fueron otros de sus gremios aliados, identificados con el kirchnerismo y que sí irán hoy a Ensenada. La división del Frente de Todos tiene su correlato también en la central obrera.
La ausencia de Pablo Moyano llamó la atención. Pero se notó aún más porque su padre, Hugo, estuvo sentado en la primera fila, al lado de Gerardo Martínez y Armando Cavalieri, dos dirigentes con los que mantuvo históricas diferencias. Detrás de Moyano estuvieron Juan Pablo Brey y Cristian Jerónimo, dos sindicalistas que responden al jefe camionero.
Entre los intendentes se los pudo ver a Alberto Descalzo (Ituzaingó), Fernando Espinoza (La Matanza) y Julio Zamora (Tigre), entre otros referentes históricos del PJ bonaerense como Julio Pereyra, diputado nacional y exjefe comunal de Florencio Varela.
Antes de dar su discurso, Fernández tuvo un breve mano a mano con los jerárquicos de la CGT. Trataron de olvidar los cortocircuitos que hubo en la semana por la organización del acto, que estuvo a punto de suspenderse ante el rechazo de algunos gremios de recibir al Presidente en la sede de Azopardo. Héctor Daer, que regresó ayer mismo de Fortaleza, Brasil, asumió los costos internos por la “desprolijidad” en la organización.
El bombo de Tula, un infaltable para la liturgia peronista, retumbó en el salón ante los mensajes del Presidente. No todos fueron aplausos. Cuando Fernández reivindicó las negociaciones salariales, la transmisión captó a más de un sindicalista de brazos cruzados, en un claro gesto de disconformidad por la escalada inflacionaria que afecta a los ingresos. Es más, la CGT tiene previsto reunir la semana próxima a su consejo directivo para evaluar la posibilidad de activar una movilización de protesta “contra los formadores de precios”. También será una advertencia para el Gobierno, afirmó un dirigente de un gremio docente que escuchó ayer al Presidente.
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