China y Argentina: una relación marcada por las desproporciones y los intereses de Pekín
El gobierno chino condiciona las inversiones en el mundo a su estrategia de desarrollo y a la pulseada comercial con Estados Unidos
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PEKÍN.– Latinoamérica es para muchos chinos un lejano e indescifrable magma de países de lengua extraña y de la Argentina apenas les suena el tango y Messi. China es el segundo socio comercial de la Argentina y esta es solo una gota en el océano en los intercambios globales de aquella.
En ese marco pasó por Pekín Alberto Fernández para atender la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno, conmemorar los 50 años de relaciones bilaterales e ingresar en la Nueva Ruta de la Seda (BRI, por sus siglas es inglés). Su apretada agenda contempló paradas turísticas previsibles, como la Gran Muralla o la Ciudad Prohibida, con otras más heterodoxas, como el mausoleo de Mao, desdeñado como un dictador por el mundo y ensalzado aquí como el padre de la nueva China. La economía china, en contraste con la occidental, no depende de los empresarios sino del gobierno, y conviene llevarse bien con él.
La economía argentina para China se resume en un comercio que roza la irrelevancia, prometedoras inversiones en campos estratégicos y su peso en la política regional.
Las fechas de la visita ya advierten la asimetría, señala Eduardo Daniel Oviedo, profesor titular en la Universidad Nacional de Rosario y autor del libro China en expansión. “El inicio de las relaciones bilaterales se firmó en Bucarest el 19 de febrero. Si el presidente quería celebrar el 50º aniversario, habría ido a China más tarde, pero adelantó el viaje para participar en los Juegos que han sido boicoteados por varios países de Occidente. Prevaleció el interés chino sobre el argentino”, afirma.
El BRI nació en un anodino discurso del presidente chino, Xi Jinping, en una universidad kazaja en 2013 con la humilde pretensión de conectar las subdesarrolladas provincias orientales con las repúblicas centroasiáticas. Era un vaporoso conjunto de promesas y construcciones sobre el plano hasta que la irrupción del proteccionismo de Donald Trump le puso en bandeja a Pekín el liderazgo global. En 2017 fue anunciado como el mayor proyecto de infraestructuras que un país promovió en la historia y pronosticado como “el legado más perdurable” de Xi. Hoy cuenta con 144 países, 20 de ellos en Latinoamérica, y con una inversión acumulada de 770.000 millones de dólares en los últimos ocho años.
La adscripción de una de las principales economías del patio trasero estadounidense es una victoria diplomática de Pekín, pero persisten las dudas de si redundará en más inversiones, porque el plan es más una filosofía o eslogan que un programa de márgenes definidos. “La central atómica se había negociado ya y China querrá incluirla en el BRI. También es probable que otros proyectos rezagados caigan en el mismo saco. Tendremos que examinar si hay algún proyecto nuevo. China exige con el BRI que se alineen sus estrategias de desarrollo con las de otros países y eso es lo que preocupa a Estados Unidos”, previene Oviedo. Es más optimista Gustavo Girado, director del posgrado en estudios chinos de la Universidad de Lanús y autor de Un mundo made in China. “No es un dinero que se entrega en préstamo, sino para proyectos concretos. Antes el camino era más angosto, ahora la avenida se ensancha”. Añade que la firma es importante para China por dos motivos: la Argentina es la primera economía latinoamericana que se suma (Brasil, México y Colombia no lo han hecho) y Fernández es ahora el presidente pro tempore de la Celac. “La Argentina tiene tecnología para infraestructuras pero carece de financiación, y mientras negocia con el FMI solo puede recibirla de fondos privados a intereses muy altos. La vía china es la mejor”, añade.
La Argentina es idónea para sectores señalados como estratégicos por Pekín en su tránsito de una economía de manufacturas baratas a una potencia tecnológica como las energías verdes o las comunicaciones. Es un terreno abonado al simbolismo: lo que ocurra con Huawei y sus redes 5G medirá el balance de fuerzas entre Washington y Pekín y la primera central nuclear china en la Argentina lleva un mensaje de confianza al continente.
Los intercambios comerciales rozaron el pasado año los 20.000 millones de dólares, según la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, tras un aumento interanual del 41,6%. Las exportaciones argentinas a China se han cuadruplicado desde 2001 y es su máximo proveedor de soja y trigo.
Los números, sin embargo, no ocultan la “escasa” relevancia argentina para el comercio chino, asegura Girado. “Les vendemos mucho producto agroalimentario pero no tanto como Estados Unidos o Brasil. China podría reemplazarnos con fuentes alternativas sin problemas y no afectaría los precios”, sostiene. “Damos commodities a cambio de tecnología y arrastramos déficits comerciales desde 2008. Brasil, Chile y Uruguay en los últimos años han establecido circuitos virtuosos, pero la Argentina es perdedora en el comercio bilateral. China es ahora más un problema que una solución”, añade Oviedo.
El interés chino en la Argentina ha ido parejo al de la región. Pekín veía dos décadas atrás a Latinoamérica solo como un granero, pero ha incrementado sus pretensiones. El documento firmado entre Pekín y la Celac en diciembre pasado enumera una veintena de áreas de colaboración que no dejan ningún ángulo muerto.
La Argentina suma, además su relevancia política y la afinidad histórica. Fue de las primeras en reconocer a China en la ONU, ha recibido el apoyo de Pekín en sus reclamaciones sobre las Malvinas y comparten su voluntad de revertir un orden financiero dominado por Occidente.
“La Argentina siempre ha apostado por el multilateralismo y despliega una diplomacia muy activa en la OMC y en la ONU. Ve a China como un aliado natural en lo económico y en lo político. La relación china con la Argentina es muy cómoda. Su estrategia de soft power cala con facilidad en universidades, prensa, think tanks y partidos políticos”, señala Juan Pablo Cardenal, periodista e investigador asociado del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina.
Girado insiste en la relevancia estratégica para China. “Es posible que Bolsonaro pierda y que Brasil, la Argentina y Chile tengan gobiernos progresistas. La Argentina, que preside la Celac, podría facilitar que China se despliegue en Brasil gracias a nuestra asociación estratégica de tipo integral. El comercio con Estados Unidos es escaso porque somos competidores, producimos lo mismo. Y la irrupción china podría forzarla a poner a la Argentina en el mapa”, añade.
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