Chaco busca cerrar las heridas de una masacre qom 125 años después
La provincia recuperó restos de aborígenes asesinados en el siglo XIX
El legado de dolor que dejó una masacre perpetrada por el Estado contra la comunidad indígena qom hace más de 125 años está por ingresar en una etapa conclusiva.
El gobernador de Chaco , Domingo Peppo, recibió ayer los restos de nueve aborígenes fusilados por las autoridades entre 1880 y 1890 en Napalpí, en el sur de la provincia.
Los cuerpos se encontraban hasta ahora en el museo de la Universidad de La Plata, que decidió restituir las urnas a la provincia este año, ante un nuevo aniversario de la masacre de Napalpí, cuando fueron asesinados unos 500 indígenas que protestaban por las malas condiciones de vida.
"Esto es una señal más hacia la búsqueda de justicia y reivindicación de nuestros pueblos originarios", dijo el mandatario ayer, al tiempo que anunció que la provincia construirá un cenotafio en esa misma localidad. Según Peppo, el monumento servirá para que "los ciudadanos sepan que ahí hay personas que entregaron la vida por su tierra". Mientras se construya el cenotafio, los cuerpos permanecerán en la Casa de Gobierno.
"Ahí adentro hay huesos de quienes fueron hombres y mujeres que fueron asesinados por el Estado en ese momento. Imagínense la connotación que tiene eso en nuestros tiempos", indicó el gobernador.
La restitución de los cuerpos será una conclusión para la matanza de fines del siglo XIX, pero aún queda una investigación abierta sobre otra masacre de Napalpí, en 1924.
La Justicia podría dar curso en los próximos meses a un juicio por delitos de lesa humanidad durante el gobierno del radical Marcelo Torcuato de Alvear, según publicó ayer el diario El País.
El fiscal de derechos humanos Diego Vigay trabaja desde hace años en un expediente y logró acceder en los últimos tiempos a la última testigo de la masacre. Se trata de Rosa Grilo, una mujer de más de 100 años -sus parientes creen que tiene al menos 105- que estuvo en Napalpí cuando, el 19 de julio de 1924, las fuerzas de seguridad mataron a la mitad del pueblo.
La mujer sobrevivió junto a su madre y sus abuelos, pero su padre no logró escapar. Durante meses, Grilo y su familia debieron escapar de la persecución.
Actualmente, la mujer vive en una zona conocida como Colonia Aborigen, a pocos kilómetros de Napalpí.
Según los habitantes del lugar, allí hay una fosa común con los cuerpos de los asesinados en la masacre. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAS), que participó de los operativos de identificación de los soldados argentinos en el Cementerio de Darwin, ya expresó que está dispuesto a trabajar en el lugar.
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