Cena en Olivos: Cristina Kirchner le pidió a Alberto Fernández un replanteo del rumbo económico
Según fuentes oficiales, la vicepresidenta le reclamó rediscutir el acuerdo con el FMI y avanzar con un salario básico universal; también dan cuenta de un clima de tensión, después de varios meses sin hablar personalmente
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La intención fue, de manera consensuada, evitar filtraciones que desnuden el contenido y el tono de los diálogos, y así lo hicieron saber voceros de uno y de otro lado, que repitieron como un mantra durante todo la jornada: “No hay nada para comunicar por ahora”.
De todos modos, trascendió de diversas fuentes que el extenso cara a cara que el presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Kirchner, sostuvieron anoche en la residencia presidencial de Olivos tuvo la tensión que se esperaba, luego de semanas de fulminantes ataques y contraataques verbales desde uno y otro lado. Además de la lógica tensión y los previsibles pases mutuos de factura, distintas fuentes afirmaron que la vicepresidenta verbalizó durante la cena una serie de medidas que, a su criterio, deberían implementarse en los primeros días de Silvina Batakis como ministra de Economía. Básicamente un replanteo del rumbo económico que llevó Martín Guzmán.
La necesidad de “patear” el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y avanzar al mismo tiempo con medidas consideradas redistributivas como el salario básico universal (reclamado por el dirigente social Juan Grabois a Batakis minutos después de asumir el cargo), habrían formado parte de la lista de reclamos de Cristina durante la cena, que siguió al diálogo telefónico que ambos habían mantenido el domingo para acordar el nombre de Batakis como nueva titular del Palacio de Hacienda. “Fue una reunión mucho mejor que la anterior. Está todo más ordenado”, habría hecho trascender el Presidente a un par de amigos de confianza durante el mediodía de este martes, con el objetivo de bajar tensiones.
A solas luego de meses de frialdad y ataques apenas disimulados, Presidente y vice dialogaron con vehemencia, pero no rompieron puentes según una fuente cercana a la vicepresidenta. “El diálogo quedó abierto”, aseguró una fuente que sostiene lazos con el sector de la vicepresidenta, sin agregar más datos de un encuentro que no tuvo comunicado oficial posterior, ni mucho menos imágenes que retrataran el semblante de los comensales. “Cristina le marcó la cancha, le dijo lo que quiere que se haga de acá en más”, dramatizó una fuente del albertismo, en un contexto de hermetismo y silencio.
Los reclamos de la vicepresidenta no son, por cierto, novedosos. En el último encuentro público, propiciado por el acto del centenario de YPF, la vicepresidenta le exigió al Presidente que “use la lapicera” ante los empresarios. La crítica de la vicepresidenta terminó con la estadía en el gabinete de Matías Kulfas, quien enojado por la embestida de Cristina contestó las acusaciones y terminó eyectado de su cargo.
Antes y después de aquel acto compartido, la vicepresidenta desplegó su arsenal verbal contra el Presidente y varios de sus ministros importantes cada vez que se dio la oportunidad, a veces en respuesta a frases del propio Fernández. En la reunión de abril en el CCK con diputados de la Eurolat, por caso, Cristina afirmó: “Que te pongan una banda y que te den el bastón no significa que tengas el poder, y si no hacés lo que tenés que hacer, peor todavía”, afirmó, ante los aplausos de un auditorio colmado de kirchnerismo de paladar negro.
En Avellaneda, el 20 de junio pasado, apuntó otra vez a su compañero de fórmula y afirmó que “ganar las elecciones para no cambiar nada... mejor quedarse en casa”. Y el sábado pasado, día en el que Martín Guzmán renunciara vía twitter a su puesto de ministro de Economía, la vicepresidenta volvía a embestir contra el Presidente al afirmar que “Cuando Perón cazó la lapicera no la largó más, y la usaba en función del pueblo”. Un día antes, junto a los líderes de la CGT, el Presidente había afirmado que “el poder no pasa por ver quién tiene la lapicera, sino por el que tiene la capacidad de convencer, y convencer es una tarea mucho más ardua, pero más segura”, había destacado el primer mandatario.
“La decisión de ambos fue no hablar. Esa es la noticia. Ninguno de los dos que estuvo habló. El resto es inventado”, afirmaron a LA NACION desde las oficinas de la portavoz Gabriela Cerruti cuando las versiones sobre la tensión y los pedidos de la vicepresidenta durante la cena ya habían circulado. Lo hicieron de boca de dirigentes cercanos a los dos protagonistas de una saga que, a pesar de mensajes que buscaron minimizar los conflictos, amenazan con extenderse en los próximos días y semanas, al calor de la crisis económica y política que vive el oficialismo.
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