Cautela en el FMI sobre los próximos pasos con la Argentina
La volatilidad de los mercados y las tensas señales políticas generaron dudas sobre cómo continuar con el programa que mantiene con el país y sobre el desembolso de US$5400 millones que aún resta
WASHINGTON.- El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), única fuente de fondos frescos que tiene la Argentina, quedó en el limbo tras la peor semana de la crisis, teñida por señales políticas tóxicas, azotes diarios de los mercados y sangría de reservas. Hasta hace poco, en Estados Unidos todavía existía confianza en que el Fondo, aun renuentemente y quizá con nuevas condiciones, haría un crítico giro de US$5400 millones este mes. Eso, ahora, cambió.
La relación quedó encerrada entre cuatro dinámicas: las elecciones, la crisis, las decisiones del presidente Mauricio Macri y las declaraciones -públicas y privadas- de Alberto Fernández.
El Fondo brindó señales que en el mejor de los casos fueron vistas por inversores y analistas como cautas, y en el peor, como un distanciamiento. No hubo, como en el pasado, un respaldo explícito a la batería de medidas anunciadas por el Gobierno o el Banco Central desde las primarias. Ante ese vacío, solo hubo una promesa formal: analizarlas y seguir "al lado de la Argentina". Sobre el giro, nada.
"Francamente, las decisiones de política económica y las declaraciones de los líderes políticos y sus asesores son tan cambiantes día a día en la Argentina que estoy seguro de que ni los funcionarios ni la gerencia ni los miembros del directorio del FMI han decidido qué hacer con respecto al próximo desembolso", resumió Arturo Porzecanski, profesor de American University.
Los informes de Wall Street se hicieron eco de esa incertidumbre. La visión más optimista es que el giro se demore, pero llegue. Porzecanski cree que esta semana "se alejó la perspectiva" de recibir esos fondos, y avizora dos escenarios: postergar esa decisión hasta que, como planteó el Gobierno, se negocie un nuevo programa y un nuevo compromiso con el ganador de las elecciones del 27 de octubre; o, menos probable, "una rotura de relaciones" y una cancelación del acuerdo y el giro "de facto, sino de jure".
El "reperfilamiento" de la deuda cosechó una sinfonía de críticas y ningún elogio. Una lectura es que el plan podría ayudar a destrabar el giro -algunos, incluso, no descartaron que haya sido discutido con la misión del Fondo-, ya que de tener éxito podría mejorar la sustentabilidad de la deuda y brindarle garantías al board sobre el uso de los recursos del Fondo, y ayudar así a sostener el programa.
Pero la recepción fue mala. Y las declaraciones de Alberto Fernández -su comunicado crítico sobre el FMI, primero, y la entrevista publicada en The Wall Street Journal, después- generaron pavor y sumaron confusión entre inversores y analistas. Una nota de XP Securities las tildó de "naturaleza maquiavélica", remarcó que contradecían el mensaje de los propios asesores de Fernández a Wall Street y alertó que generarán más desconfianza entre inversores.
Esa doble faceta marca también el vínculo con el Fondo. No es un tema menor: si en octubre se confirma el resultado de las primarias, Fernández deberá devolver el préstamo que tomó Macri. Alejandro Werner y Roberto Cardarelli, los máximos responsables para la Argentina en el Fondo, tuvieron "una reunión productiva" con Fernández y su equipo, según un comunicado. Puertas adentro, existen coincidencias. Hacia afuera, prevalecen las críticas, a las que el Fondo no responde. La duda es qué pesa más.
Porzecanski describió las declaraciones de Fernández como "un sopapo tan fuerte que probablemente se ha esfumado toda buena disposición de los funcionarios, la gerencia y el directorio del Fondo a ayudar a la Argentina".
"No olvidemos que el malgastado y muy criticado desembolso del FMI en septiembre de 2001 no ha sido olvidado", cerró. En diciembre de ese año, el Fondo retuvo otro giro, una decisión que terminó de precipitar la crisis. Analistas creen que el Fondo evitará repetir esa historia. Pero nada está garantizado.
Ante ese panorama, las señales políticas cobran envergadura. El "acceso excepcional" que obtuvo Macri y que le permitió conseguir US$57.000 millones del Fondo depende de cuatro criterios. Uno es que la deuda sea "sustentable, pero no con una alta probabilidad". Otro es que la Argentina pueda recuperar acceso a los mercados de capitales en una escala y en un plazo que le permita repagar el préstamo al Fondo. Y el último es que el staff juzgue que el programa "provee una perspectiva razonablemente fuerte de éxito". Ahí juega el compromiso político.
En su último informe al board, Cardarelli reiteró, al referirse a este punto, la determinación del gobierno de Macri de "restaurar la disciplina fiscal y la estabilidad macroeconómica". Pero también mencionó las críticas de la oposición y su intención de "renegociar los detalles" del programa. Cardarelli destacó un consenso, confirmado por Werner y los propios economistas de Alberto Fernández: el peronismo tiene voluntad para encarar reformas estructurales.
Pero a la fragilidad de la economía y los errores del Gobierno se suma la incertidumbre sobre qué peronismo ofrecerá un eventual gobierno de la dupla Fernández-Fernández. "El FMI está en un lugar difícil. No puede prestar sobre el sueño de una peronista moderado", resumió Benjamin Gedan, director del Argentina Project del Centro Woodrow Wilson.
El vital respaldo de Estados Unidos parece perdurar. El Departamento de Estado renovó su apoyo al gobierno de Macri. Un vocero del Departamento del Hemisferio Occidental dijo que "Estados Unidos continúa apoyando" a Macri, y recordó la "relación cercana y productiva" entre ambos gobiernos. También envió una señal a Fernández ante una eventual negociación con el Fondo: "Estados Unidos está dispuesto a trabajar con cualquier gobierno que sea elegido democráticamente, gobierne democráticamente y aborde nuestra relación bilateral con buena voluntad".
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