Caso Cecilia Strzyzowski: Marcela Acuña está presa en una oficina pública que atiende a víctimas de violencia de género
Los encargados de cuidar a la madre de César Sena, acusada del asesinato, reclaman su traslado; tiene ataques de furia, lleva 21 días en huelga de hambre y temen que pueda autolesionarse
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Marcela Acuña, acusada del asesinato de Cecilia Strzyzowski, está presa en una oficina pública, sin rejas ni mínimas condiciones de seguridad, separada apenas por un vidrio opaco de la sala donde esperan ser atendidas víctimas de violencia machista o abuso sexual. Tiene que pasar a la vista de ellas, por un pasillo estrecho, cada vez que pide ir al baño.
El Departamento de Violencia Familiar y de Género de la Policía de Chaco, donde la madre de César Sena fue alojada desde su detención, no tiene celdas. Le asignaron un despacho con dos puertas y un ventanal con marcos de aluminio que tiene dimensiones suficientes para acomodar una cama. Quienes deben cuidarla viven bajo máximo estrés, en una situación que describen como inmanejable, con miedo a los ataques de furia de Acuña, preocupados por que pueda lesionarse o lastimar a alguien.
Así quedó registrado en un oficio remitido este lunes a la Fiscalía que investiga el caso Cecilia y dictó la prisión preventiva para Acuña, firmado por la comisaria Julia Gómez. En el escrito se describe tanto la precariedad del lugar de detención como las situaciones a las que se ven expuestas tanto las policías que vigilan a la esposa de Emerenciano Sena como las mujeres que asisten a denunciar hechos de violencia de género. La jefa policial ruega al fiscal Jorge Cáceres Olivera que apruebe un traslado urgente a una dependencia carcelaria.
“Esta oficina no tiene un baño interno, por lo que la detenida debe utilizar el baño que se encuentra en el pasillo del Departamento, el cual ha sido acondicionado para que pueda satisfacer sus necesidades fisiológicas y su higiene personal. El baño también tiene puertas con marcos de aluminio y vidrio, con un plateado vinílico oscuro, lo cual considero muy peligroso para la detenida, el personal policial y las personas que concurren diariamente a este Departamento”, sostiene el escrito, al que accedió LA NACION.
Cuenta episodios que ya les cuesta disimular: “Cuando la detenida solicita usar el baño, el público que acude para realizar trámites, denuncias o recibir el Botón de Pánico, observa a la detenida, lo cual ha generado reproches, incomodidades y disconformidad por parte de las víctimas, principalmente mujeres en situaciones de vulnerabilidad, víctimas de violencia de género y/o abuso sexual”. En ese salón hay también un pequeño espacio de juegos infantiles, para los niños que acompañan a sus madres a pedir ayuda.
Acuña está acusada por los fiscales Cáceres Olivera, Jorge Gómez y Nelia Velásquez de haber asesinado a Cecilia Strzyzowski junto con su esposo y su hijo antes del mediodía del 2 de junio pasado. Fue detenida siete días después. El 14 de junio se declaró en huelga de hambre y tiene reacciones violentas casi a diario. Pide constantemente papel y biromes para escribir cartas. La última que se conoció es un largo escrito en el que acusa a su hijo de haber sido el autor material del crimen. “¿Por qué si fue César nos incriminan a nosotros?”, resaltó para exigir que le den la prisión domiciliaria a su esposo, afectado por delicados problemas de salud.
El edificio donde está alojada Acuña fue inaugurado en septiembre pasado por el gobernador Jorge Capitanich con la idea de ofrecer un espacio seguro donde presentar denuncias a víctimas de violencia de género y abusos. Así lo recuerda la comisaria Gómez. “Se tuvo que reacondicionar una de las oficinas más adecuadas para alojarla”.
Relata que Acuña “ha cuestionado verbalmente y por escrito las pautas establecidas para preservar su vida así como la del personal policial y las personas que concurren a este Departamento para realizar trámites”. Señala algunas de las quejas de la piquetera detenida: “falta de un espacio de esparcimiento, ausencia de atención médica, psicológica y medicación, prohibición de ingresar libros, falta de disponibilidad de lapiceras y hojas las 24 horas, ausencia de una heladera, falta de una cocina eléctrica para preparar su sopa en crema y una pava eléctrica y carencia de televisión, radio, reproductor de mp3, libros, sillón y agua caliente para bañarse”. Además apunta que debe compartir el espacio las 24 horas con la persona encargada de custodiarla.
“Puedo romper cualquier cosa”
Ante la falta de respuestas, suele reaccionar a los gritos. “Tengo derechos, yo soy abogada, los voy a denunciar si no me dan lo que solicito, puedo romper cualquier cosa como hice en la Tercera”, apunta la comisaría que dijo uno de los días. “La Tercera” es la comisaría de Resistencia que ordenó tomar con un grupo de mujeres de su organización el día en que le tomaron declaración testimonial por la desaparición de Cecilia a su hijo y a una de sus colaboradoras el 8 de junio, un día antes de que los arrestaran.
“Soy inocente. No sé por qué me niegan mis derechos. Voy a denunciarlos, voy a tomar leche podrida. Me niegan todo porque soy piquetera y por ser presa política, pero no saben con quién se metieron. Seguro sos radical vos también como los fiscales y los medios de comunicación”, es otra frase que denuncia la comisaria Gómez en su escrito al fiscal.
Además de negarse desde hace 20 días a comer sólidos, no toma la medicación prescrita por los médicos que la revisaron. Todos los días llega hasta el lugar un ambulancia con profesionales de la salud del Hospital Julio C. Perrando para controlarla. Acuña manifiesta “dolor de cabeza, dolor corporal, gripe y debilidad”.
La policía está preocupada también por las visitas que recibe y las cosas que le llevan. Describe un episodio del 28 de junio en el que a su hija, Paula Martínez (de una relación anterior a Sena), y a una sobrina le requisaron dos libros que tenían “escrituras a mano, frases subrayadas y párrafos discontinuos”. Furiosa, Acuña gritó al enterarse: “Los voy a denunciar. Yo tengo derechos y pido que se cumplan”.
Gómez pide el traslado a una dependencia del Servicio Penitenciario provincial “para salvaguardar la integridad física de las mujeres que custodian las 24 horas en la parte interna de la oficina donde se encuentra alojada la Sra. ACUÑA”. Insiste en que “las puertas de vidrio y el vinilo blanco que impide la visualización desde el exterior hacia la detenida y la custodia hacen que exista una gran posibilidad de que la Sra. Acuña rompa los vidrios y se autolesione, lastime a la custodia o a las personas que se encuentren realizando trámites en el departamento”.
Los fiscales dictaron la prisión preventiva para Acuña como coautora del asesinato de Cecilia. La única vez que declaró en la causa, sin aceptar preguntas, relató que el 2 de junio por la tarde vio en una habitación de su casa “un bulto” envuelto en una frazada que supuso que era “un cuerpo”. Ella le pidió a su colaborador Gustavo Obregón que fuera a ver de qué se trataba. Obregón es el detenido que confesó haber acompañado a César Sena a incinerar el cuerpo en un campo de la familia.
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