Carta abierta a la ministra: ¡Vaya por el Batakazo!
La nueva jefa del Palacio de Hacienda enfrenta el desafío de no cometer los errores de Guzmán; sobre todo, el de no entender dónde está el verdadero poder
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Bienvenida, doña Silvina Batakis. Un gusto tenerla entre nosotros. Queremos recibirla con los brazos abiertos, porque para bienvenidas espantosas ya es suficiente con la que le están propinando los mercados. Los conocemos: son gente de corazón duro y gatillo fácil. Fríos, calculadores, vendepatrias, buitres, imperialistas, angurrientos. Usted, señora, apenas está poniendo un pie en su nueva oficina y se despachan con un tembladeral que parece no dejar nada en pie. Precios, dólares, bonos, riesgo país, todo cruje. Ese maltrato es como si la estuvieran despidiendo.
Tampoco Cristina tuvo la deferencia de acogerla en su seno: no fue a su juramento, no le tiró un tuit amistoso, no mandó a sus soldaditos –Máximo, Parrilli, Hebe, Kicillof…– a darle una palabra de aliento y respaldo. Ahora que sabemos que fue ella, la vicepresidenta en ejercicio de la Presidencia, la que decidió su designación, ¿por qué no le tendió una mano en estas cruciales y dramáticas primeras horas? ¿Tira la piedra y se esconde? ¿Teme que usted tampoco sea la solución y quedar pegada al fracaso? No, debe ser otra cosa: si la “operación Batakis” llevara públicamente la firma de ella, los mercados directamente lo hubiesen tomado como una afrenta personal y volaba todo por los aires. Hay que agradecerle, pues, a Cristina, su estratégico silencio. Ninguna novedad: la Cristina callada es la mejor Cristina.
Es cierto también, señora ministra, que la llamaron como a los bomberos porque el edificio se venía abajo presa de las llamas, y lo primero que usted dijo es que venía a ratificar el rumbo. “Continuaré con el programa económico del Presidente”. Amiga, convengamos que no fue la declaración más astuta. Justamente Guzmán se tiró por la ventana del auto porque iba derechito al abismo. Primer consejo que, con toda humildad, me permito acercarle: debería dejarse ayudar por tipos (y tipas, obvio) que sepan algo de marketing, de comunicación de masas, de incendios. Usted seguramente es una genia de la macro y de la micro, y debe tener la solución a todos nuestros problemas; pero pegarse a Alberto, al programa de Alberto, es como acelerar el auto del que se arrojó Guzmán. ¿Cuál sería ese programa? Sus únicos programas son los de la televisión.
En serio, anímese a poner una prudente distancia del Presi. Haga lo que hacen todos con él en las últimas semanas: le escapan, lo desconocen, lo niegan. ¿No vio cómo la gran mayoría de sus colegas en el gabinete se pasaron al otro bando? Usted ya es del otro bando, ¿quién la manda a mencionar al piantavotos? Poner distancia social con el profesor debe ser su consigna. Leí que tiene una especialidad en economía ambiental. ¡Excelente! Para cambiar el clima hay que hacer como si Alberto no existiera. Lo aprendimos de Cristina.
Si le piden más retenciones, dura con el campo; si la idea es cerrar todavía más las importaciones, no deje pasar nada, de nada, de nada, a excepción de algún iPhone que necesite la vice
También marque diferencias con Guzmán. Todas las que pueda. No voy a extenderme en su legado porque a estas alturas usted ya debe estar bien al tanto de ese monumental desbarajuste. Por Dios, el estrés al que estará siendo sometida. Va acá otra ayudita: empiece a hablar de la pesada herencia que recibió. ¿Inflación? “Ah, pero Guzmán…”. ¿Rojo fiscal? “Ah, pero Guzmán…”. ¿Reservas, deuda en pesos, incumplimiento de las metas con el Fondo Monetario? “Ah, pero Guzmán…”. Nada de “Martín”; hable de “Guzmán”. Y como el único que bancaba a Guzmán era el Presidente, con una sola bala atiende a dos pájaros.
Por cierto, de Massita no hace falta distanciarse. Ya lo está haciendo él. Desde hace 48 horas ha empezado a desaparecer de los lugares, y de las ilusiones, que solía frecuentar.
Se comenta, señora, que usted viene con recetas heterodoxas y que todos los días le llegarán indicaciones del Senado y de la gobernación de Buenos Aires. Mmm, no sé qué decirle. Bueno, sí sé: sea dócil, obediente. El viento sopla para ese lado. Si le piden más retenciones, dura con el campo; si la idea es cerrar todavía más las importaciones, no deje pasar nada, de nada, de nada, a excepción de algún iPhone que necesite la vice; cuando le ordenen hacerse la tonta con las tarifas de luz y gas, para no lastimar aún más al electorado, sea viva: hágase la tonta; si se sigue disparando el tipo de cambio, dispárele, tire a matar; ¿la llevan a desconocer en los hechos el acuerdo con el Fondo? Redoble la apuesta: préndale fuego al Fondo. De la rebelde autonomía de Guzmán, a su total sumisión al poder de facto, Silvina. Y si no se trata de obediencia debida, sino de convencimiento personal, dése el gusto, adelante, no se quede con las ganas. Vaya por el Batakazo.
Bienvenida, señora ministra. Me gustaría conocerla personalmente antes de que se vaya.
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