Carlos Rovira: secretos del caudillo que les ganó a Cambiemos y al kirchnerismo
Maneja el poder del oficialismo misionero detrás de los gobernadores; ocupó ese lugar cuando se le cerró la posibilidad de una reelección
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POSADAS.– “Vox populi es vox Dei”, dijo antenoche el titular del partido Renovador de la Concordia, Carlos Rovira, al celebrar un nuevo triunfo electoral. Estaba en la Casa de Gobierno –llamada La Rosadita– junto al gobernador, el médico Oscar Herrera Ahuad, que apenas dijo palabra y se limitó a escuchar al hombre que lo eligió para ese cargo.
El domingo, la Renovación se impuso por amplio margen a Juntos por el Cambio y al kirchnerismo en las elecciones para renovar la mitad de la Cámara de Representantes misionera, en los primeros comicios provinciales en plena pandemia del coronavirus.
Fue por un 46,5% de la Renovación contra un 27,7% de Juntos por el Cambio y un 14,3% del kirchnerismo en una alianza con el agrario PAYS, que hace dos años tenía todo para crecer como fuerza política en Misiones y hoy se hunde sin remedio tras acatar las maquinaciones que salen del Instituto Patria, pero que no encuentran receptividad en el votante misionero.
“La voz del pueblo es la voz de Dios”, recuerda Rovira tras cada elección, y parece dejar flotando la idea de que fue la gente la que forjó su destino y de la manera menos pensada. Hace 15 años ese mismo pueblo le dio la espalda en su derrota política más catastrófica cuando Rovira intentó reformar la Constitución para quedarse por un tercer mandato y, quizás, también un cuarto.
Lo que no sabía Rovira –y tampoco la gente que le votó en contra– es que a partir de esa derrota se iba a consolidar uno de los mayores liderazgos políticos provinciales. Rovira tiene más poder político en Misiones que cualquiera de los tres gobernadores que lo sucedieron, e incluso mucho más poder de lo que él mismo tenía cuando ocupaba el Poder Ejecutivo.
Este hombre recibido de ingeniero químico se fue de La Rosadita y fue elegido titular de la Legislatura, donde consolidó un partido provincial fundado por él hacia el año 2003 cuando rompió lanzas con Ramón Puerta, su mentor.
El Frente Renovador de la Concordia se empezó a nutrir de radicales, peronistas, independientes y muchos oportunistas. “Yo no vi en otras provincias nada parecido a lo de Rovira en Misiones”, dijo a LA NACION Milva Carlino, politóloga misionera que trabaja para el Cippec.
Lejos de diluir su poder el hecho de haber pasado al segundo plano, la figura de Rovira se agigantó desde “las sombras” con una figura no exenta de cierto misterio a partir de la cual “el ingeniero” –como le dicen en el “círculo rojo”– fue consolidando su poder.
“En los primeros años le costó y tuvo varias batallas políticas con adversarios, pero las fue ganando todas y con cada una se consolidó en el poder, se apoyó en la narrativa identitaria de la misioneridad o el misionerismo”, explicó Laura Ebenau, una docente e investigadora de la UNAM que en su tesis dedicó un capítulo al modelo de liderazgo de Rovira.
Un capítulo de una tesis parece muy poco y justamente el poder de Rovira radica en que todavía no lo “descubrieron” fronteras afuera, donde su modelo de liderazgo merece más bien varios libros (a favor y en contra).
“Un bondi lleno”
“La Renovación es un bondi al que todos quieren subirse, pero está lleno ya hace tiempo”, analizó un diputado rovirista, que también es un armador político. Además de los traspasos de figuras importantes y no tanto, llegó un momento en que muchos políticos de la oposición se dieron cuenta de que el mejor camino alternativo para subir a ese “bondi” es ir de “opositor” y luego ser cooptados por el “misionerismo” de Rovira.
A eso hay que agregarle los extrapartidarios, que en estas elecciones de medio término abundaron, como el exgolfista profesional Daniel Vancsik, que ganó ayer una banca en el Concejo Deliberante de Posadas, o antes Daniel Pitana, el árbitro que dirigió el partido inaugural y la final del Mundial de Rusia 2020.
Al igual que en una empresa que tiene un director fuerte que representa a los accionistas y un CEO que debe mostrar gestión y resultados, Rovira puso a los gobernadores que lo sucedieron en el poder. Maurice Closs (2007-2015), el único que en algún momento intentó disputarle la conducción, aunque sin suerte. Y luego los mucho más obedientes Hugo Passalacqua (2015-2019) y ahora el médico Oscar Herrera Ahuad. Los gobernadores son gestores y se encargan del día a día, y Rovira baja los lineamientos con leyes en la Cámara de Representantes, que domina también a voluntad y con el armado de estrategias electorales.
Es una tentación comparar el poder de Carlos Rovira con el que ejerce Gildo Insfrán en Formosa, sobre todo por la cantidad de años en la conducción. El veterinario de Laguna Blanca está desde 1995 y en diciembre cumplirá 26 años. Rovira gobierna o conduce la provincia desde 1999, cumpliendo ya 22 años como máxima autoridad política en Misiones. Pero esa parece ser la única similitud entre Rovira e Insfrán. El formoseño es un verdadero caudillo peronista en una provincia pobre y olvidada.
Rovira dista mucho de ser un líder carismático, “pero tampoco tiene nada que ver con un típico caudillo peronista”, explica la analista Ebenau. Quizás “el ingeniero” encaja más con el perfil de un “tecnócrata iluminado” que pretende guiar a Misiones hacia un futuro de realizaciones en materia de “desarrollo” y “felicidad del pueblo”, términos que suele utilizar mucho en sus apariciones cada 2 o 3 meses para dar una conferencia y “bajar línea” a la tropa. Habla varias lenguas, puede citar en un discurso de casi tres horas a filósofos como Rousseau o Zygmunt Bauman (a veces, un tanto fuera del contexto del público que lo escucha) y diseña las políticas de Estado que luego ejecutan los gobernadores desde la Cámara de Representantes.
Poquísima gente tiene acceso directo a Rovira en los últimos años, mucha menos de la que alternaba con Rovira cuando era intendente de Posadas o incluso gobernador. Además, hay otra diferencia entre Rovira e Insfrán. El formoseño tiene una oposición real que lo denuncia y le arma marchas en contra antes de cada elección. También existen en Formosa una prensa que se anima a marcarle las fallas y periodistas que suelen tener entredichos con ministros, funcionarios y hasta con el propio Insfrán.
Tanto en los medios de comunicación de Misiones como en la mayoría del empresariado existe temor a cuestionarlo. El ingeniero bioquímico se dedicó más bien a “seducir” a todo aquel que lo desafió, mucho más que a escarmentar a algún rival de turno, en la época que todavía los tenía. El otro punto donde Rovira es la contracara de Gildo Insfrán es en que este posadeño, que hizo la secundaria en la Escuela Técnica N °1, utiliza ese liderazgo para intentar transformar a una provincia periférica y con un alto índice de pobreza en un polo de desarrollo basado en el conocimiento. Está por verse si eso se materializará con los intentos que impulsa Rovira desde la Cámara y que nunca se sabe si encuentran para su ejecución a la gente adecuada o a los oportunistas políticos de turno, dispuestos a sacar provecho de las últimas inquietudes del máximo jefe político.
Ahora se puede ver a mucho funcionario y mucho empresario hablando del Silicon Misiones, quizás más para agradar al oído que por verdadera convicción. Y justamente ese es uno de los grandes puntos débiles de Rovira. Pocos se atreven a decir abiertamente lo que piensan. Todo lo bueno que tiene mantener un proyecto político por 20 años en un país signado por el corto plazo (Costanera de Posadas, el Centro del Conocimiento o un sistema de salud que incluye mamografías en 3D para mujeres de barrios pobres), viene con el contrapeso de cierta obsecuencia política.
Rovira se negó durante toda su gestión a endeudar a la provincia y logró crear un sistema de recaudación de impuestos agresivo conocido como la “aduana paralela”, por el cual cada camión que ingresa a territorio misionero debe pagar el correspondiente anticipo de Ingresos Brutos. Hay empresas que le venden a todo el país menos a Misiones por este sistema inédito de recaudación.
Misiones recauda casi tanto por Ingresos Brutos como Corrientes, Chaco y Formosa juntas. Pero no le queda otra alternativa, ya que Rovira manda en una de las provincias más castigadas en el reparto de la coparticipación.
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