Carlos Pagni: “Cristina Kirchner ha perdido poder y no tiene un control férreo del Frente de Todos”
El periodista analiza las perspectivas del último año del gobierno de Alberto Fernández; advierte que el kirchnerismo carece de un modelo económico alternativo al acuerdo con el FMI; este lunes vuelve su programa “Odisea Argentina” a la señal de LN+
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Un presidente que intenta “justificar siempre por qué el suyo fue un mal gobierno”, una vicepresidenta líder del Frente de todos que “ha perdido poder” y una oposición encerrada en sus laberintos, que no parece muy consciente de la “agenda endiablada que le espera al próximo gobierno. En ese escenario, marcado por los ataques del oficialismo al Poder Judicial, comienzan a configurarse las primeras batallas de la campaña electoral, según la visión del periodista Carlos Pagni, referencia obligada para comprender los hechos de la política y sus interpretaciones.
Este lunes, a las 22, Pagni volverá a concentrar todas las miradas, cuando comience la undécima temporada de su programa “Odisea Argentina”, por LN+.
“Cristina Kirchner cumple el rol que le tocaba a Eduardo Duhalde en la época de Carlos Menem: ser el líder político que le ofrece disciplina social a un programa de ajuste”, apuntó, al desmenuzar el enredo político en el que se desenvuelve el Frente de Todos. Y advirtió que el kirchnerismo presenta una singular incapacidad para “defender un modelo económico alternativo del acuerdo con el Fondo”.
Pagni atribuye los feroces agravios de Alberto Fernández a la Corte Suprema de Justicia a los “permanentes gestos de sumisión para que Cristina lo quiera”. Toda esa impostación, observó, está dirigida a la tropa kirchnerista. “La estrategia es desacreditar a los jueces que finalmente deberán resolver las condenas por corrupción y anticipar la posibilidad de recurrir a los tribunales internacionales”, estimó.
-¿A qué responde la agresividad del Presidente contra la Corte?
-El Presidente está subordinado a una estrategia de Cristina. Ella le tiene que explicar a su propio electorado qué pasó con la corrupción. Tiene que explicar secretarios privados con un patrimonio de 70 millones de dólares, los bolsos de José López… Y ha logrado que un sector de su base crea que existe persecución judicial. Pero los expedientes están llenos de pruebas. Más allá de que es verdad que buena parte de los jueces que la juzgan son ideologizados y no la quieren por razones políticas y no aplican la misma vara en todos los casos, eso no la exime de los delitos que se cometieron.
-¿Qué se busca con estos ataques?
-Todas las instancias de los juicios contra Cristina terminarán en la Corte. Por eso buscan desacreditar a sus cuatro miembros antes de que lleguen las condenas firmes. Ella le habla a su gente. Anticipa lo que va a decir cuando la Corte la condene y abre la posibilidad de recurrir a tribunales internacionales. Y preparan una jugada: recusar a esta Corte para que se integre un tribunal de conjueces que revise las causas.
-¿Puede prosperar la ofensiva?
-Alberto Fernández la sigue. Pero hay gobernadores peronistas que llaman a los diputados de la Comisión de Juicio Político para decir que bajen el juicio. Provincias que tienen problemas pendientes en la Corte. Las estrellas de esa comisión son gente muy cercana a Cristina –Leopoldo Moreau, Rodolfo Tailhade, Eduardo Valdés-, pero no necesariamente a La Cámpora. No lo ví a Máximo Kirchner en esa comisión. Esa es la construcción respecto de algo que Alberto Fernández asume tarde.
-¿Hay una sobreactuación?
-Hay una impostación. Más allá del ataque a la Corte, Fernández hizo esfuerzos por demostrar que él no tiene ningún problema en interferir en causas judiciales y en decir que las conoce, algo prohibido por la Constitución. Y no dijo que en los gobiernos kirchneristas no se robó: dijo que Cristina no sabía, que es inocente. No dijo que no pasó nada. La honorabilidad de todos los demás condenados y del propio Néstor Kirchner, al calabozo.
-¿Qué hay que mirar del mensaje del Presidente en el Congreso?
-El Presidente recurre siempre a la justificación de por qué este fue un mal gobierno y se basa en dos imponderables: la pandemia y la guerra. dos argumentos muy débiles. En la Asamblea Legislativa mostró un permanente movimiento de sumisión para que Cristina lo quiera. El gesto más sintomático fue el ataque a la Corte Suprema y la Justicia. Y Cristina, que se expresa de distintas maneras, pero sobre todo a través de la gestualidad, volvió a demostrar que la indiferencia hacia Alberto Fernández es olímpica. No le aceptó literalmente ni un vaso de agua, cuando él le ofrecía agua sin darse cuenta de que el vaso estaba lleno.
-¿Fernández dio alguna señal sobre su reelección?
-El Presidente tiene muy malos argumentos para defender a su gobierno en un año electoral y peores aún para ser el candidato de ese gobierno, algo que todavía no tiene resuelto. A sus amigos les dice que todavía no lo tiene decidido. Sí me parece que tiene resuelto apoyar a un candidato que no sea el de Cristina.
-¿.Por eso insistió en mantener las PASO?
-Exactamente. Y el Presidente vuelve a hacer algo que irrita muchísimo al kirchnerismo. Tiene una cantidad de gestos retóricos de sumisión, pero cuando hay que decidir lo que más les interesa -la oferta electoral y las candidaturas-, él decide por su cuenta y de manera inconsulta. Postuló a Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro en 2021 sin hablar con Cristina. Y ahora no descarta su propia candidatura, lo que plantea una enorme dificultad al Frente de Todos.
-¿La posible reelección es el principal problema?
-La primera dificultad es tener un mal gobierno. La segunda, ir a la elección contra un candidato que es el Presidente. Es una situación complicada, que ya vivió Macri. Si tiene derecho a la reelección y no dijo el primer día que renunciaba a la postulación, la primera pregunta que tendría que responder es por qué no está él como candidato. El kirchnerismo está en un enredo electoral importante y él no ayuda a aliviarlo.
-¿El kirchnerismoacepta dócilmente las actitudes del Presidente?
-En esto, Alberto no obedece. Evidentemente, el kirchnerismo no tiene un control férreo de todo. Cristina ha perdido poder, por muchas razones. La primera es que el experimento político que quiso montar con Alberto fue exitoso para ganar las elecciones y un fracaso para la gestión del poder. El segundo problema, más estructural, es que más allá de la retórica, no puede defender un modelo económico alternativo del acuerdo con el Fondo. Es una derrota conceptual. Cristina y, sobre todo, Máximo se diferencian de un acuerdo con el FMI, pero apoyan a Massa, que hace un ajuste más dramático que el de Martín Guzmán.
-¿No lo quieren a Massa en el Ministerio de Economía?
-Están condenados a convivir con un programa en el que no creen, pero no tienen uno alternativo. Es un plan que supone un ordenamiento de las cuentas públicas, el descenso de los niveles de emisión –el Gobierno no lo cumple, pero es la orientación del programa-. Entonces, Cristina cumple el rol que le tocaba a Eduardo Duhalde en la época de Carlos Menem: ser el líder político que le ofrece disciplina social a un programa de ajuste. Por supuesto, no es el lugar en el que ella quiere verse en el espejo.
-¿Qué rol cumple el kirchnerismo?
-Hoy el papel del kirchnerismo como fuerza dominante en la provincia de Buenos Aires es lo que le presta disciplina y contención social a un programa de ajuste pésimamente hecho. Tan mal hecho que tenemos una inflación de más del 100% y un recorte de salarios y de ingresos fenomenal.
-¿En el Gobierno no surgen otras alternativas?
-El kirchnerismo sigue siendo un aparato político puesto al servicio de un programa que se parece muchísimo más al de Macri-Dujovne que al programa que podría tener en su cabeza Axel Kicillof. El discurso populista se quedó sin la posibilidad de producir un proyecto. Puede tener un modelo imaginario, de pizarrón, pero cuando lo tienen que llevar a la práctica, no tienen cómo hacerlo. Que vaya Massa. Porque, si no, hoy tendríamos otro ministro de Economía.
-¿Qué expectativas tiene el Gobierno frente a las elecciones?
-La hipótesis más probable para Cristina es que este gobierno no puede generar un éxito. Entonces tiene que preservar el tesoro de esta fuerza política, que es el conurbano bonaerense. Desde ahí condicionan al resto del peronismo y extorsionan al resto de la política. La misión que se asignan es darle orden a un país que tiene más de 40% de pobreza.
-¿Cristina será candidata?
-No sé cuál va a ser la estrategia electoral. No sé si Cristina Kirchner va a ir como candidata a senadora. Ella dijo que no quería estar en ninguna boleta. No sé hasta dónde no está arrepentida por haberlo dicho. Me da la impresión de que no quiere ser candidata a presidenta. El kirchnerismo tiene dos problemas Alberto quiere ser y ella no quiere ser. Son dos pesadillas, sobre todo para quienes necesitan ir colgados de su boleta. Ella juega a la reelección de Kicillof.
-¿Cómo se interpreta la reaparición de Daniel Scioli?
-Scioli advierte que si no es Alberto el candidato, se va a necesitar un candidato y se pone a disposición. Intuyendo un enorme fastidio de Alberto Fernández con Massa. En el sindicalismo hay quienes piensan en una fórmula de unidad: Scioli-Wado de Pedro. Y otros ven a Massa. Como diría Borges, todos están detrás de candidaturas incapaces de generar fanatismo.
-¿Juntos por el Cambio se prepara para enfrentar una crisis más delicada en que en 2015?
-No sé si los que están al frente de la pelea electoral en la oposición son conscientes de la agenda endiablada que le espera al próximo presidente. Un problema fiscal de primera magnitud, que determina los niveles de emisión e impacta en la inflación. Una antipática cuestión previsional que hay que atender, acá y en cualquier lugar del mundo. Los problemas de las tarifas, la energía, el tipo de cambio. Una agenda complicada que requiera una enorme conciencia por parte de la gente.
-¿Qué evaluación hace de la oposición?
En Juntos por el Cambio hace falta una elección que despeje la cuestión del liderazgo. Tiene que haber ganadores y perdedores. Y tendrá que haber una tare después de la elección para absorber a los perdedores. El nivel de dispersión que exhibe Juntos por el Cambio es totalmente incompatible con las tareas que tiene que realizar el próximo gobierno.
-¿Macri está recobrando protagonismo?
-Macri especula. Sabe que las encuestas todavía le son adversas. Pero sabe que ejerce un liderazgo personal muy fuerte en su grupo y expresa ideas muy nítidas. No sé si populares, pero son ideas más claras que cualquier otro. Su estrategia es acumular poder y condicionar al resto. Mientras tanto, se ha convertido en jefe de campaña de la candidatura de Patricia Bullrih, para incomodidad de Bullrich.
-¿La UCR está convencido de mantener la alianza con Macri?
-En algunos sectores del radicalismo hay más una alianza con Larreta que con el Pro. Esto se resolverá pragmáticamente. Apostarán al caballo ganador.
-¿Cómo se resolverá la interna en Pro?
-En Pro hay un problema. Estamos viendo cómo se transforma un partido personal, como fue el de Berlusconi en Italia, el de Piñera en Chile, hacia un partido horizontal, con distintos liderazgos, en el que prevalece las reglas más que la voluntad del líder. Hasta ahora era un partido Macricéntrico Ahora Macri tiene que tolerar que su gerente –Rodríguez Larreta- le pida acciones y quiere ser el titular de la compañía. Algo que don Franco Macri jamás toleraría. Y que a Mauricio Macri le cuesta mucho tolerar.
-¿Al Pro se le complicó la sucesión en la Capital?
-Es el centro del problema. La sucesión en la Capital es importante. Macri ha demostrado ser mucho más astuto fuera de la Presidencia que dentro de la Casa Rosada. Ya no tiene el envoltorio de celofán que le proveía Marcos Peña y nos ocultaba el verdadero Macri. Este Macri, viejo vizcacha, revela ser un político de primera magnitud, con gran capacidad de seducción y manipulación y muy claro en su objetivo de mantener la Capital bajo su dominio en la figura de su primo, Jorge Macri, con el que está teniendo una proximidad que nunca antes tuvo. Y esto lo pone en problema a Larreta, porque todavía no encontró su candidato en Pro. Su último deseo es un acuerdo con María Eugenia Vidal, peor ella está lanzada a un proyecto presidencial muy apalancada por Macri. Eso lo encierra con Martín Lousteau. ¿Pero cómo hace para enfrentar la interna de Pro con alguien de otro partido?
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